Del cerebro al corazón. Siete poemas
- Valerio Magrelli - Sunday, 22 Nov 2020 07:21----------
Titulado en Filosofía por la Universidad de Roma, el también poeta, traductor y ensayista Valerio Magrelli (Roma, Italia, 1957) es uno de los autores más destacados de la literatura contemporánea, con una producción de poco más de una veintena de libros. Además, es especialista y profesor de literatura francesa, materia que enseña en las universidades de Pisa y Cassino. Ha traducido directamente del francés, entre otros, a Paul Valéry, Roland Barthes y Paul Verlaine.
La siguiente muestra fue revisada por el autor, a quien le sorprendió alegremente reencontrarse con poemas que había escrito antes de los años ochenta, que más tarde fueron reunidos en su primer libro, Ora serrata retinae (Feltrinelli, 1980).
Prefiero venir del silencio…
Prefiero venir del silencio
para hablar. Preparar la palabra
con cuidado, para que llegue a su orilla
deslizándose tranquila como un barco,
mientras la estela del pensamiento
dibuja la curva.
La escritura es una muerte serena:
el mundo se vuelve luminoso, se extiende
y arde para siempre en su rincón.
El cerebro es el corazón de las imágenes…
El cerebro es el corazón de las imágenes,
su horizonte es la curva
rígida del cráneo.
Y todo lo que él experimenta
está en el espíritu. En su círculo
silencioso están el cielo,
los hombres y él mismo.
Ya tarde por la mañana…
Ya tarde por la mañana,
en el pleno avance del día,
alguien se quedó todavía en la cama,
marcado por la hipnosis,
para restaurar el sueño.
Como si se pudiera reparar
la noche,
el jarrón roto,
la herida del cielo.
Una boda química
Estas gotas que tomo
con tanto recogimiento religioso
son mis testigos
para la boda con el mundo.
Sólo gracias a ellas puedo hacer
un pacto de amor con el hombre,
porque sólo con ellas puedo soportar el impacto
de su ilimitada hostilidad.
Escudo milagroso: mi padre no lo tenía
antes de morir, y falleció,
incrédulo, indefenso e indignado,
bajo los golpes del mundo.
Habito mi cerebro…
Habito mi cerebro
como un granjero sereno su tierra.
Durante todo el día, mi trabajo
es hacerla florecer,
mi fruto es hacerla trabajar.
Y antes de dormir,
me asomo a mirarla
con el decoro del hombre
por su figura.
Mi cerebro habita en mí
como un granjero sereno su tierra.
Medicina:
insertar en las fresas algunos fragmentos de adn de las luciérnagas
Esta barda en los setos nocturnos
es nuestra respuesta biogenética
a la zarza ardiente.
No más especies o familias,
únicamente la soledad de quien, híbrido,
se desliza de un cuerpo al otro:
lumbre sin contorno
que ya devora al bosque de las formas.
Matriz
Te miro, trato de mirarte dentro,
como si me inclinara sobre un abismo.
Me asomo a la baranda y miro
al fondo de tu silencio, mientras lees
a una distancia inalcanzable.
Me gustaría estar contigo allá abajo; en cambio
me quedo clavado en este puente
aterrador y remoto, separado,
atado al vértigo que amo,
si amar es la distancia que nos atrae y
al mismo tiempo el miedo de atravesarla.
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