Tomar la palabra

- Agustín Ramos - Sunday, 22 Nov 2020 08:00 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Revueltas en Radio Educación (I de II).

 

A José Revueltas lo entrevisté para Letras y Voces dos o tres semanas antes de que ingresara al hospital donde falleció; eso fue en 1976, en su departamento del Edificio Bertha, Insurgentes casi esquina con Churubusco, frente al cine Manacar; bebía en una tazota de El Ánfora que le rellenaba su compañera, quien todo el tiempo estuvo de pie, en silencio y con las manos en el respaldo de él. Letras y Voces era el primer programa de literatura en Radio Educación; acabábamos de mudarnos de la colonia Morelos a la Del Valle y en él debutó como locutora Patricia Kelly; Enrique Atonal, el director, me impulsó a hacerlo porque en 1975 entrevisté a Cortázar durante la sesión en México del Tribunal Russell por los crímenes de Pinochet (esos pormenores los narré en su momento pero la transcripción apareció hasta hace dos años en la revista Dosfilos, como ahora aparece aquí la de otro inmortal para celebrar su llegada a esta vida).

­–Oiga, ¿a usted qué le importa más, la literatura o la política?

Ambas son importantes, forman una sola unidad. Para mí una no existe sin la otra. Y me nutro de una y me nutro de la otra, y me temo que mi política es un poco literaria. Además, por necesidades del movimiento revolucionario tenía que escribir pequeños periódicos, volantes, folletos –un número crecido de folletos que andan perdidos por ahí–, así que en mí la cuestión política y la actividad literaria están estrechamente imbricadas…

Ser político literario no le ayuda para congeniar con los políticos a secas.

–Es muy probable, porque subyacentemente existe una diferencia cultural con mis adversarios políticos. Esa diferencia hace que no nos entendamos y hablemos distintos idiomas.

¿No cae a veces en el dogmatismo?

–Pues yo siempre he combatido el dogma del realismo socialista. He sido partidario de un realismo crítico, de un realismo dialéctico; eso me ha contrapuesto con representantes de todas las corrientes dogmáticas y también me ha hecho víctima de persecuciones literarias.

Pero por su compromiso político usted se disciplinaba...

Mis diferencias políticas con el movimiento comunista oficial se fueron profundizando. Hubo una polémica muy seria en torno a Los días terrenales y a mi obra teatral El cuadrante de la soledad. También había diferencias en la teoría del Partido y en la concepción de la Revolución Mexicana: para nosotros era necesario adecuar el marxismo al carácter nacional, idiosincrásico, del proceso histórico de México. Esas diferencias aparecían constantemente y propendían a la escisión; éramos escindidos y reingresados en un ir y venir, en una lucha [inaudible] de tendencias. La relación se descompuso de una manera profunda con quienes creían a pie juntillas todo lo que se decía en la Unión Soviética –y que de hecho recibían instrucciones de Moscú. Al final, quienes salimos formamos diferentes corrientes, diferentes estructuraciones políticas con orientación comunista.

De esas escisiones, ¿cuál fue la más importante para usted?

–Pues hubo una en 1940, otra en 1943. A partir de ésta salimos un número considerable de personas. Y la más reciente, la última, cuando abandoné definitivamente las filas del Partido, me parece que fue en 1961 o 62. Luego varios compañeros fundamos la Liga Espartaco, ya en abierta oposición al Partido Comunista. A su vez, la Liga se escindió en dos corrientes, una maoísta y otra representada por nosotros; eso paralizó completamente a la Liga… Y vino el Movimiento del ’68.

¿Usted pretende hacer la revolución también con la literatura?

Intento penetrar la realidad mexicana para conocer su esencia. Y esa esencia es una espiral infinita donde la vida y la muerte se dan la mano, y no hay principio ni fin porque a nuestros principios los borró la conquista, nuestras diferentes culturas no lograron proyectarse a las generaciones siguientes sino como un hibridismo...

Siento en usted y en su obra algo místico, muy cristiano, ¿no?

(Continuará).

 

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