Cinexcusas
- Luis Tovar | @luistovars - Sunday, 06 Dec 2020 09:30
Antes del volumen titulado Cine documental y montaje, recién salido de la imprenta, Carlos Mendoza, su autor, publicó en 1999 El ojo con memoria, apuntes para un método documental; en 2008, La invención de la verdad, nueve ensayos sobre cine documental; en 2010, Canal 6 de julio. La guerrilla fílmica, así como El guión para cine documental; y en 2016, Avatares del documental contemporáneo, en todos los casos en la Universidad Nacional Autónoma de México, en cuya Escuela Nacional de Artes Cinematográficas –el exCUEC– es profesor de tiempo completo, como cabe esperar en vista de los títulos de su autoría, de la materia de cine documental, y hace una década creó la Maestría en Cine Documental para la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la propia UNAM, que en 2008 con el Premio Universidad Nacional en Investigación en Artes. Asimismo, es fundador de Canal 6 de julio, generadora de documentales como Tlatelolco, las claves de la masacre, por mencionar sólo uno.
Vaya por principio la apretada síntesis biográfica para dar cuenta de dos aspectos: el primero, lo incontestable de las credenciales de Carlos Mendoza en materia lo mismo teórica que práctica en cuanto al género documental; el segundo, no sólo la consistencia sino, sobre todo, la pasión que evidentemente se colige en el catedrático/ensayista/documentalista, respecto de la disciplina creativa a la que ha dedicado sus mejores esfuerzos.
Con esa autoridad, entendida en el mejor sentido del término, Mendoza ha publicado el que claramente es un paso más en el propósito de conformar un acervo bibliográfico propio –es decir, no de él sino del ámbito documentalista nacional–, con miras a que los estudiantes cinematográficos cuenten con materiales accesibles y, por añadidura muy positiva, concebidos por y para la realidad local. Todo lo anterior, por cierto, sin menoscabo de la utilidad y el interés que tanto Cine documental y montaje, como las obras bibliográficas previas de Mendoza, pueden suscitarle al público en general.
Leer cine
Amén del texto introductorio y un epílogo, al libro lo conforman nueve apartados, a saber: I. Escribir con imágenes y sonidos (una aproximación al montaje cinematográfico); II. La función del montaje (rodaje y montaje); III. Permutación incesante (rodaje, montaje y praxis documentalista); IV. Filmaciones ajenas (documental de archivo, documental de montaje); V. Señas particulares (el montaje de documentales); VI. El oficio (los empeños del editor de documentales); VII. Orden acompasado (documental y ritmo); VIII. Montaje, escritura y discurso aplicados (tres ejemplos), y finalmente IX. Línea del tiempo (revolución tecnológica y nuevos problemas).
Habrá cineastas, o aspirantes a serlo, bien familiarizados con la terminología habitual en la materia, lo mismo que con la historia, los autores y las teorías; idealmente, así sucede con todo aquel dedicado a la realización fílmica, pero sobre todo aquellos abocados al montaje u edición, aunque en la realidad no necesariamente lo demuestren con hechos fehacientes, es decir, con las películas que generan.
En ese sentido, el primer aspecto importante de este volumen consiste en clarificar, asentar y dar bases a un conocimiento tal vez preexistente, pero cojo en tanto le falta un sustento teórico bien provisto de fuentes, referencias y reflexiones en torno al ser y el deber ser, por decirlo así, del montaje para cine documental. El segundo aspecto importante deriva inmediatamente del anterior: no son lo mismo, aunque a Unoqueotro le parezca, el proceder, los propósitos y la esencia del montaje para el cine de ficción que para el documental, de manera que confundir uno con otro, o considerarlos indistintos, desemboca fatalmente en falencias y despistes de muy diverso calibre.
Al cine se le conoce y se le aprende no sólo en ellas, sino mucho más que mirándolo sólo en las pantallas, y en la generación de los materiales que hagan posible un conocimiento más a fondo de qué es, con qué y cómo se hace el cine, es de celebrar que contemos con un trabajo sostenido, sistemático y serio como el de Carlos Mendoza.