Bemol sostenido

- Alonso Arreola | t: @LabAlonso / ig: @AlonsoArreolaEscribajista - Sunday, 14 Feb 2021 10:59 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Piazzolla, cien años y macanudo

 

Mientras buscábamos en la red algunas piezas favoritas del compositor argentino, apareció una imagen del Astor Piazzolla Quinteto, representante de la fundación impulsada por la viuda del mítico bandoneonista para mantener vivo su legado. Es la fotografía en blanco y negro de un inmigrante decimonónico en cuyo pecho tatuado pelean dos boxeadores. Escrita encima hay una palabra: “Lunfardo”. Tal es el nombre de la conocida pieza con que estos músicos arrancaron un año de homenajes, grabaciones y presentaciones que, ojalá, puedan hacerse aunque sea vía remota.

Sobra decir que fue justo esa palabra –referente al caló bonaerense– la que nos llevó a nuestro diccionario Lunfardo y terminología popular, comprado en el barrio de La Boca. Nos llevó a él y a una reflexión que no habíamos notado en audiciones previas de quien cumpliría cien años de nacido en marzo próximo. Hay en esa pieza una evidente condición prosódica que alberga numerosos atrevimientos integrados con viveza y naturalidad, sin duda imitando una oralidad caliente.

Decididos a comprobar nuestra tesis rastreamos grabaciones de la obra en que hubiera participado el propio Piazzolla. La primera encontrada fue con su Quinteto Nuevo Tango, allí donde se hacía acompañar por cuatro magos urbanos: Kicho Díaz (contrabajo), Antonio Agri (violín), Osvaldo Manzi (piano) y Horacio Malvicino (guitarra). Es con ellos, dicen muchos, que su bandoneón encuentra la más rica expresión. Y sí. Este conjunto, posterior al famoso Octeto, es una aplanadora que ve en Kicho a una suerte de percusionista de las cuerdas graves y en Agri a uno de los más expresivos funambulistas de las cuerdas altas. En medio de tales extremos, Manzi, Piazzolla y Malvicino (sabio a quien entrevistamos aquí mismo hace un tiempo) ocupan espacio revolucionario en términos métricos y armónicos. Es por esas diez manos que se recrudece la polémica sobre la renovación del tango en Argentina. Excepcionales.

“Lunfardo”, entonces, se siente picante pero lo suficientemente lenta. Presenta el andar cerca del río; el paso de compadritos y guapos que se injurian mientras pasan junto a cantinas o salvan al cuerpo en lupanares. La grabación que más nos gustó, sin embargo, fue la que hiciera Piazzolla al lado de Fernando Suárez Paz (violín), Pablo Ziegler (piano), Óscar López Ruiz (guitarra eléctrica) y Héctor Console (contrabajo), realizada en vivo durante el Festival de Jazz de Montreal de 1984, ocho años antes de su muerte. En ella se plantean las mismas conjeturas, pero llevadas al extremo. La energía ya no es la de quienes experimentan avanzando en la oscuridad, sino la de quienes tienen una sartén por el mango, listos para tirar mandíbulas al suelo.

Pese a irse acelerando, dura más que la original. Los glissandos de la guitarra son mucho más llamativos, así como duros son los clusters del bandoneón. El virtuosismo del violín arroja miel tibia y la locura que aparece tras el interludio alcanza un punto que jamás habíamos escuchado en Piazzolla. En el minuto tres con cincuenta y cuatro (fíjese bien nuestra lectora, nuestro lector), comienzan veinte segundos en los que se augura el futuro pero también una dimensión diferente. Es magia que convierte a los cinco en herreros, carpinteros de un astillero que bota naves transparentes. Golpes y más golpes preparan una venturosa salida al mar, allí donde el tema se recompone brevemente antes de claudicar.

Dicho esto, la última versión de “Lunfardo” –la grabada por el actual Quinteto Piazzolla y que desató esta columna, a cien años de nacido el genio–, es también magnífica. Puede buscarla y verla en directo desde el teatro de la Centro Cultural Kirchner. Allí suenan Pablo Mainetti al bandoneón, Nicolás Guerschberg en el piano, Serdar Geldymuradov en el violín, Armando de la Vega en la guitarra y Daniel Falasca en el contrabajo. Cinco macanudos que le quitarán el gunfio con un bello esquiafo sonoroso. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

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