Bemol sostenido

- Alonso Arreola | t: @LabAlonso / ig: @AlonsoArreolaEscribajista - Sunday, 21 Feb 2021 11:04 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Chick Corea, a 500 millas de altura

¿Quién lo iba a decir? Hace apenas unas semanas publicamos aquí una columna dedicada al gran Chick Corea, sorprendidos como estábamos por lo prolífica que había sido su cuarentena. Sesiones virtuales, clases magistrales, cursos en línea, todo hacía parecer que el pianista buscaba nuevas formas de vida en el encierro, tomando impulso para lo que vendría tras la
vacunación.

Su muerte, empero, fue una sorpresiva bomba pues supo mantener la enfermedad (cáncer, no Covid-19) en secreto hasta el final, lo que da una perspectiva distinta respecto del trabajo que a últimas fechas realizaba. La verdad es que se estaba despidiendo y, para despejar el camino futuro, lo hacía con obras educativas e infantiles que ahora verán un triste pero positivo crecimiento. Su legado, por otro lado, seguirá construyendo a los que fuimos y nos sostiene. (Hace veintiún años, verbigracia, grabamos una versión de “500 Miles High” en el disco Huellas del guitarrista Emmanuel Mora, lo que nos significa mucho.)

La primera vez que su nombre llegó a nuestros oídos fue a finales de los años ochenta, cuando comenzábamos a interesarnos por formas musicales más retadoras. Su mezcla entre el jazz y el pop eléctrico nos llamó la atención, pues hasta ese momento los géneros improvisados parecían ajenos a nuestra banda sonora. De pronto todos hablaban de un supergrupo que marcaba el camino a seguir. Lo lideraba el fundador de Return to Forever, grupo señero que durante los setenta –y junto a la Mahavishnu Orchestra y Weather Report–expandiera la paleta del llamado jazz-rock-fusión.

Fue así como una tarde de 1990 alguien llegó a casa con el disco Inside Out, de la Elektric Band, firmado por Chick Corea. No lo sabíamos entonces –pues la desconexión con el mundo era lo normal– pero el grupo que allí sonaba se consolidaba como uno de los más revolucionarios del fin de siglo. En sus filas se acunaban cuatro nombres además del de Corea: John Patitucci (bajo), Frank Gambale (guitarra), Eric Marienthal (saxofón) y Dave Weckl (batería). Tipos jóvenes y bien parecidos, vestidos como detectives de Miami Vice, compartieron con el tecladista un videoclip de nombre homónimo (Inside Out) que catapultó su virtuosismo a los máximos escenarios.

Alguien más necio que nosotros consiguió las partituras de la batería y, mirando aquellos pentagramas, el asunto nos pareció producto de una mente maníaca. Al paso de los años, hay que decirlo, mucho de aquel repertorio envejeció mal por anclarse a una tecnología demasiado coyuntural y en ciernes, pero es igualmente cierto que, despojándolo de las afectaciones tímbricas, mantiene una carne mayúscula que hoy sigue asombrando. Tanto es así, que la misma banda, en versión eléctrica y acústica, se reagrupó en numerosas ocasiones –la última en 2019– para beneplácito de sus millones de seguidores.

Ahora bien, limitar la trayectoria de Corea a este fenómeno comercial es un despropósito. Su carrera es larguísima y estuvo colmada por momentos que atañen a la historia completa de la música. Su paso por la banda de Miles Davis o la composición de discos como el Three Quartets; su trabajo con Origin; sus colaboraciones con John McLaughlin, Herbie Hancock, Béla Fleck, Bobby McFerrin y Al Di Meola; sus presentaciones flamencas al lado de Paco de Lucía… cada paso dejó piezas brillantes, algunas de las cuales entraron directamente al repertorio del Real Book.

¿Sabe qué es el Real Book, lectora, lector? Con múltiples versiones se considera el libro toral del jazz; el compendio de temas clásicos (estándares) más importante para la supervivencia y evolución del género. “Crystal Silence”, “500 Miles High”, “Got a Match?” y “Spain” son algunos de los temas de Corea que allí viven. Son los primeros que debe usted escuchar apenas termine este párrafo, para que se sume a nuestra melancolía. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

 

Versión PDF