La otra escena
- Miguel Ángel Quemain - Sunday, 21 Mar 2021 07:49



La insistencia de la comunidad teatral, al menos la representada en esa forma de activismo en que se convirtió la manifestación de solidaridad gremial y artística representada en la Asociación Nacional de Teatros Independientes, finalmente logró que se abrieran las puertas de los teatros, con muchísimas restricciones sanitarias para evitar mayores contagios, aunque la tardanza en su reapertura provocó estragos que no se revertirán sólo con abrirlos.
La vacunación anima y da confianza, aunque la campaña gubernamental de que estamos a la baja contrasta con las cifras de fallecimientos y contagios que se cuentan todas las tardes, en esa especie de rendición de cuentas que caracteriza al reporte sanitario de orden nacional que ofrece la Secretaría de Salud federal, representante de un gobierno que se esfuerza por no ocultar información pero, por otra parte, insiste en afirmar que se detuvieron los contagios que derivaron en la muerte, a pesar de que los fallecimientos continúan con ritmos semejantes a los que tuvimos hacia el final de 2020.
El gobierno no miente, pero la exhibición infantil de sus medias verdades tiene consecuencias entre grandes sectores de la población. Todo parece buenas noticias (que recuerdan tanto al optimismo infantiloide de Fox) con la llegada de las vacunas y las inmunizaciones. Sin embargo esta quincena, en Ciudad de México y el Estado de México, en sus municipios de Tlalnepantla, Nezahualcóyotl y Ecatepec, no parecen enterados de que vivimos esforzándonos en pasar del cuidado personal al cuidado mutuo y comunitario, con una actividad restaurantera y una movilidad crecientes, más los “puentes”, que pasarán su factura una vez que sucedan las primeras crucifixiones de la llamada Semana Santa.
En este ir y venir del semáforo naranja al rojo el sector teatral ha sido de los más afectados, porque esta tensión entre entender el teatro a distancia y en pantallas (que de ninguna manera sustituirán la exigencia presencial del teatro en vivo y en directo) como una vida alternativa de la puesta en escena y formas de comunicación entre geografías que no se habían soñado tan próximas, por un lado, y por el otro, el regreso “ahora sí” a los escenarios, una parte significativa del público está en riesgo de perderse.
La desconfianza y calcificación producto del encierro alejó a espectadores habituales y a los recién conquistados, en un distanciamiento paulatino por la falta de difusión en nuevos territorios y el precio de los boletos (a pesar de que la posibilidad de ver teatro en compañía por un solo boleto aligeró la carga de un producto cultural muy costoso), que continúa excluyendo a un gran sector de jóvenes sin ingresos: además, el concepto de cooperación consciente confunde a los nuevos públicos.
La falsa expectativa de una normalización próxima, aunada a esta insistencia en la vuelta a clases que puede ser costosa, como lo ha sido en una Europa que se sueña recuperándose a sí misma con la narrativa que la hizo sobreponerse de manera desigual, por supuesto, de la postguerra. Nosotros no estamos lejos de esa fantasía de superioridad, al menos en Ciudad de México, pensando que todas nuestras tragedias se superan con un empoderamiento como el de 1985.
Pienso que debemos atender a nuestros teatros independientes. Alguien se pregunta qué pasó con Carretera 45, si habrá posibilidad de ver a Murmurante Teatro, a La Rendija y a Marfil Teatro de Mérida, a AjiMaíz de Guadalajara, al Colectivo Teatral Dionisiacas, de Veracruz. La insistencia de Gabriel Pascal de volver a los escenarios ha sido devuelta con creces en El Milagro. No hay espacio para considerar aquí su cartelera notable, como La Capilla, pero hay una voluntad de reorganizar lo conquistado que conmueve y alecciona. Por lo pronto, en ejercicio de la gratitud gremial, el próximo 28 de marzo se hará un homenaje a Lourdes Pérez Gay con su mundo de actores y marionetas, a las 20 horas, un reconocimiento que nos recuerda el enorme vacío que todavía tenemos de teatro infantil.