Artes visuales

- Germaine Gómez Haro | [email protected] - Sunday, 25 Apr 2021 07:45 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Postal de Nueva York: Julie Mehretu: esencias y evanescencias (II y última)

 

En la columna anterior (11/iv/21) se comentó la importancia de dos exhibiciones en Nueva York dedicadas a dos pintoras imprescindibles –Alice Neel y Julie Mehretu– que se insertan en el tan esperado ímpetu de los museos y galerías de dar visibilidad a las mujeres artistas aún hoy rezagadas en la vorágine del universo masculino. En el Whitney Museum se presenta la magna exhibición de Julie Mehretu con un recorrido retrospectivo de 1996 a la actualidad, y deja patente que su pintura fue poderosa desde sus inicios y ha ido in crescendo en cuanto a su ambicioso proceso técnico y su trasfondo existencial. Su trabajo es tan espectacular como enigmático, a un tiempo visceral y racional, de una extraña belleza que atrapa con sus guiños llenos de ambigüedad y misterio. Suceden muchas cosas dentro de sus alucinantes composiciones vertiginosas y toca al ojo avezado explorar más allá de las superficies altamente coloridas o aquellas conformadas por una explosión de sutiles negros y grises. ¿Qué se esconde detrás de los dinámicos trazos gestuales, líneas centrífugas y formas geométricas que se expanden en la superficie de sus telas, la mayoría de grandes dimensiones y de una indescriptible atracción visual? Hay toda una propuesta gráfica y conceptual que la artista construye a partir de un complejísimo proceso técnico que se ha convertido en su sello distintivo.

Julie Mehretu nació en 1970 en Adís Abeba, de padre etíope y madre estadunidense. A sus siete años de edad, la familia emigró a Michigan tras la campaña de terror emprendida en su país por la junta militar conocida como el Derg que culminó en el asesinato del emperador Haile Selassie. Mehretu repite constantemente en entrevistas que la poderosa cultura de su país natal y la inestabilidad política del mundo árabe afloran de una u otra manera en sus creaciones y han sido determinantes en sus ideas políticas y estéticas, así como su naturaleza birracial: “He estado permanentemente negociando y renegociando mi identidad”, expresa. De ahí que Mehretu se comprometa, a través de su arte, con la denuncia de las revueltas y catástrofes que azotan a nuestro mundo globalizado y las incorpore a sus pinturas a través de un proceso técnico de una sofisticación y una complejidad extremas. El punto de partida de las obras es la elección del tema que va a investigar en archivos de imágenes de los hechos reales; esas imágenes son adheridas al lienzo y desconstruidas mediante numerosas capas de pintura aplicadas con diversos medios: brochazos dinámicos y gestuales, zonas opacadas con aerógrafo, aplicación directa de serigrafías y fragmentos de papel al lienzo, trazos precisos calculados en la computadora y delicados signos aplicados con la tinta sumi que se usa para la caligrafía oriental. La anécdota que da origen y título a la obra queda semicubierta por las evanescentes capas que hacen de cada tela una suerte de palimpsesto que oculta y revela la esencia para incitar al espectador a hacer su propia interpretación. Los temas que vemos en sus exuberantes pinturas están relacionados con eventos políticos y sociales, como las revueltas de la Primavera Árabe, los incendios provocados por el cambio climático y las catástrofes naturales, como los huracanes Katrina y Sandy, el destino trágico de los migrantes y los campamentos de refugiados, los enfrentamientos raciales en Estados Unidos, el impacto del capitalismo y las políticas neoliberales. En otra vertiente de su creación, mapas y paisajes arquitectónicos de ciudades emblemáticas como Berlín, Nueva York, El Cairo, Venecia, entre otras, aparecen de manera casi imperceptible en el fondo de las telas, finamente esbozadas como huellas que se esfuman entre los vibrantes remolinos de líneas fulgurantes y trazos arrebatados.

Julie Mehretu es una artista comprometida con los avatares de nuestro tiempo, atribulada por el devenir del otro, y apasionada por la creación de una pintura a caballo entre la abstracción y la figuración, a un tiempo propositiva, crítica y sorprendentemente atractiva a la mirada del espectador.

 

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