Biblioteca fantasma

- Eve Gil - Saturday, 05 Jun 2021 21:32 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Viajo sola

 

Joven. Vulnerable. Tímida. Inocente. Así veía yo a Liliana Chávez Díaz, recién graduada de la carrera de Letras, abriéndose paso con su larga cabellera blonda en redacciones de periódicos en Ciudad de México, tras ejercer como reportera en su Hermosillo natal. Un día supe que había marchado en pos de otro sueño, nunca supe a dónde; solita, como siempre. Años después llega a mis manos la respuesta deslumbrante: Viajar sola. Identidad y experiencia de viaje en autoras hispanoamericana (Universitat de Barcelona Edicions, Periodismo Activo 17, 2021), portentoso ensayo que reverbera la actividad académica y vivencial emprendida por su autora, doctorada en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Cambridge. En stricto sensu, señala Liliana desde las primeras páginas, el sentido de “viajar sola” incluye a autoras que viajaron acompañadas de alguna amiga o de un grupito, pero no de un hombre, como cabría esperar, no sólo en épocas anteriores pues, incluso en el siglo XXI, viajar sola implica muchos riesgos, especialmente en países latinoamericanos.

Liliana abarca en este vasto estudio autoras de muy diversos géneros, no concretamente literatura de viajes. Incluye diarios y correspondencia, inéditos algunos de ellos; sumamente reveladores en el caso de Alejandra Pizarnik, cuyos diarios publicados fueron sujetos al escrutinio abyecto de la censura… o los de Elena Garro, editados y reinterpretados a juicio de sus investigadores. La autora rectifica, hasta donde le es posible –está prohibido reproducir o fotografiar los documentos– estos yerros, al tiempo que reflexiona sobre la sandez, a estas alturas, de censurar a las mujeres, en particular si son bisexuales o lesbianas (casos Pizarnik y Gabriela Mistral) y con lo cual, muchas veces, se omiten otro tipo de experiencias valiosas como serían los viajes, que es lo que Liliana rescata, por ejemplo, de Cartas a Ricardo, de Rosario Castellanos.

La primera parte de Viajar sola aborda el viaje iniciático desde diversos ángulos, enfatizado en el género de las memorias –la literatura de viajes, como tal, es casi inexistente en el caso de las escritoras latinoamericanas, no así en las anglosajonas–, donde el acto físico de trasladarse de un sitio a otro implica una mutabilidad ideológica. En el caso de Gioconda Belli pasa de ser una señora burguesa a espía y guerrillera; Beatriz Sarlo, por el contrario, comunista convencida en su juventud, asume la aventura de realizar el mismo recorrido que el Che Guevara consigna en Diarios de motocicleta, y regresa por completo decepcionada: “el viaje se convierte en el detonante de un proceso de subjetivación que las convierte en mujeres distintas”. La segunda parte está dedicada a “los viajes peligrosos” en más de un sentido: las autoras que como Susana Chávez-Silverman y María Moreno crean una interesante simbiosis entre la subjetividad de la experiencia viajera y la cultura visitada, llevándola, en el caso de Chávez-Silverman, al extremo de fusionar lenguas y regionalismos. El peligro sobrepasa la experimentación en casos como el de la periodista Magali Tercero, autora de Cuando llegaron los bárbaros, que viaja a Culiacán con dos propósitos: encontrarse con sus propios orígenes (Tercero es nieta del político Alfonso Leyzaola, asesinado por oponerse al cultivo de opio en la sierra) y experimentar una cotidianidad que transcurre entre enfrentamientos de cárteles y violencia de género: “La crónica periodística se convierte entonces en crónica de viajes […] travelogues: documentos de tipo autobiográfico que narran encuentros culturales, revelando […] las percepciones del autor sobre los otros y sus intentos de entender la cultura ajena al traducirla algo más familiar.”

Liliana Chávez, a quien su madre enseñó a viajar –según me entero por la dedicatoria– ha logrado un producto espléndido, a caballo entre ensayo académico y creativo y periodismo. La propia experiencia con el viaje, prolongada por varios años, y las autoras analizadas, se traduce en un ejercicio de absoluta empatía y compañerismo.

Versión PDF