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El cartógrafo del cuerpo

'Más allá del cuerpo: ensayos en torno a la corporalidad', Francisco González Crussí. Grano de Sal / Universidad Veracruzana, México, 2021.
Alejandro Badillo

 

A menudo se olvidan los orígenes filosóficos de la medicina. Vinculada, desde hace mucho, al método y conocimiento científicos, tiene una asociación fundamental con la tecnología y sus innovaciones. Sin embargo, no siempre ha sido así. Los primeros médicos eran magos o alquimistas que indagaban los misterios de la vida y de la muerte. Más cercanos a la ficción que a los hechos comprobables, atendían cualquier tipo de dolencias valiéndose del mundo natural, pero también de la imaginación. Robert Burton, erudito inglés, escribió un largo tratado en el que averiguaba las causas y curas de la melancolía. Las recetas y teorías de Anatomía de la melancolía conforman un anecdotario interesantísimo que retrata muy bien a la Inglaterra del siglo XVII.

Hago este recuento a propósito de la publicación más reciente del doctor Francisco González Crussí (Ciudad de México, 1936) porque sigue, de muchas maneras, la tradición del erudito y del divulgador del conocimiento que nos han legado personajes como Aristóteles, Oliver Sacks o Rafael Mandressi, entre muchos otros. Más allá del cuerpo: ensayos en torno a la corporalidad es una recopilación de ensayos publicados durante los últimos veinte años en diversas publicaciones. Por supuesto, el autor se mantiene fiel a un estilo que entreteje el dato sorprendente, la historia ejemplar y una perspectiva profunda del cuerpo humano. Si en el Renacimiento el hombre y el universo fueron vistos como máquinas listas para ser desentrañadas, engranajes cuyos secretos podían ser explorados por la razón, González Crussí nos dice que la ficción y lo no medible aún pueden enseñarnos muchas cosas. La disciplina médica es un ejercicio en el que se deben mezclar la curiosidad y la reflexión sobre lo que somos. El cuerpo humano sigue siendo, en muchos sentidos, un misterio, así como lo fue para los chamanes y curanderos de antaño.

Más allá del cuerpo está dividido en los capítulos: “La función generativa y sus dolores”, “Nasalidad y olfato”, “La función digestiva”, “La muerte” y “Escritos varios”. Todos ellos forman una especie de biografía intelectual de González Crussí y un recorrido por sus obsesiones. Sin correr el riesgo de convertir sus textos en una recolección superficial de citas y datos, el autor sabe conducir cada uno de sus ensayos dosificando las referencias e, incluso, vivencias personales. Es imposible resumir la diversidad y foco de cada uno de los ensayos. Sobresalen aquellos en los que pone en relieve, por ejemplo, los límites de la medicina como en “De decapitaciones, descuartizamientos y otros inconvenientes”. En el texto nos enteramos de un artículo científico en el que se propone un trasplante de cabeza. ¿Qué nos define como seres humanos? ¿Podremos convertirnos, en un futuro no muy lejano, en seres que puedan sustituir cada uno de sus órganos? En “De los corazones metafóricos” el autor analiza los cruces entre religión, la anatomía y el sincretismo que ocurrió en México después de la Conquista. Leemos cómo el corazón sagrado de la iconografía católica pudo haber sido inspirado por los sacrificios prehispánicos. Los textos que cierran el libro, más recientes, abordan el fenómeno de las pandemias, su recurrencia histórica y un análisis preliminar del Covid-19. Aquí el autor, con un entendible pesimismo, habla de la vulnerabilidad de la raza humana.

González Crussí domina las herramientas valiosas de los ensayistas: empieza a deshilvanar un tema y, desde ahí, aborda ramificaciones que nos pueden llevar a una pintura, un hecho histórico, un pasaje literario o la memoria personal. El cuerpo humano, un territorio aparentemente conocido hasta el último rincón, se vuelve, a través de la mirada del médico, en una cartografía de nuevo secreta y en constante expansión. Los elementos de los que el autor se vale para diseccionar el cuerpo humano son muy diversos, pero siempre están reunidos gracias a la tensión del lenguaje y al compromiso con lo que se cuenta. El científico se vuelve, como en el pasado, un feliz fabulador de historias.

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