Alucinaciones americanas: el vértigo de la ventana indiscreta*

- Roberto Calasso - Sunday, 22 Aug 2021 07:53 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
El libro ‘Alucinaciones americanas’ de Roberto Calasso propone que la película 'Vértigo' ('La mujer que vivió dos veces') de Alfred Hitchcock tiene una película gemela: ‘Rear Window’ (‘La ventana indiscreta’).

 

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En ‘Alucinaciones americanas’ se lee: “Por consenso general, ‘Vértigo’ (‘La mujer que vivió dos veces’) es la más impenetrable de las películas de Hitchcock –y para algunas la más hermosa (o una de las dos o tres supremas). Este libro se propone decir por qué. Y por qué Vértigo tiene una película gemela: ‘Rear Window’ (‘La ventana indiscreta’), que aunque comúnmente es considerada mucho más sencilla e inmediata, se podría revelar igualmente vertiginosa. Pero hablar de estas dos películas es como hablar del cine en sí, por lo tanto también de Max Ophüls, de Rita Hayworth, de la epifanía de la ‘diva’ y de una novela de Kafka que ha sido ramificada por el cine de punta a punta: ‘El desaparecido’ [‘América’].” Este libro ha sido escrito en diversos momentos, incluso median entre ellos algunas décadas, y podría –o debería– leerse de corrido, como una secuencia ininterrumpida. Los únicos dos textos totalmente inéditos y recientes son ‘Figmentum y La danza de los fosfenos’.(‘RW: Rear Window’–‘La ventana indiscreta’. V: ‘Vértigo’–‘La mujer que vivió dos veces’.)

 

Figmentum

Desde la primera escena, Hitchcock quiso que quedara bien claro que RW y V son dos películas gemelas. Pese a que al principio resulta oscura y difícil de percibir dicha hermandad, porque las dos películas son el reverso y el anverso de la misma medalla. La similitud se declara desde el CASTING: en ambos casos James Stewart y una indefensa prometida rubia, que trabaja en la moda (Grace Kelly y Barbara Bel Geddes). James Stewart tiene (o ha tenido), en ambos casos, un oficio inquisitivo: fotorreportero aventurero o brillante detective. La diferencia reside en el hecho de que en RW el fotorreportero no ve la hora de regresar a su oficio, incluso en las situaciones más aventureras; mientras que el expolicía ya renunció a su cargo y ya no tiene ninguna responsabilidad. “Va y viene”, nada más. En ambos casos el hombre es un solterón refractario al matrimonio al que la mujer pretende persuadir. En ambos casos, el primer diálogo gira en torno al hecho que el hombre no puede moverse: por la pierna enyesada en RW, por sufrir de vértigo en v. Incluso el final está implícito ya desde el inicio de la película: feliz en RW (el fotorreportero se calma la comezón utilizando un calzador, en espera de poder liberarse del yeso); funesto en V (el expolicía quiere liberarse poco a poco de los vértigos, pero sufre una crisis apenas sube al tercer escalón de una escalera. También él está a punto de abandonar el rígido corsé proporcionado por la policía para volver a moverse normalmente).

Quiere liberarse de los vértigos y se topa con algo que lo marea, como aparece incluso antes de que comience la película: dentro de la pupila de una mujer de la que no sabemos nada emerge una espiral, que luego se metamorfosea. Se transformará en el moño en el cabello de Madeleine, pero también se trasmutará en una escalera de caracol –y en cualquier caso algo que crece sobre sí mismo y se multiplica, como se multiplican los pisos de cada edificio, cuando Scootie mira hacia abajo.

Los vértigos son una multiplicación de planos en los que a uno no le gustaría creer, pero no se puede. Cuando Gavin Elster le explica a Scootie que la vida de Madeleine está invadida y gobernada por la vida de una mujer muerta, Scootie se niega a aceptarlo. Y, a partir del momento en que, por curiosidad, lo acepta, ya se encuentra nuevamente atrapado en los vértigos, que por primera vez se anuncian en el foulard de seda verde de Madeleine en la cena con Elster.

Madeleine es un figmentum, una imagen mental, compuesta una primera vez por Elster y una segunda ocasión por Scootie. Su existencia impone que otra mujer muera: la esposa de Elster, primero; Judy después.

La señal que manifiesta el contacto con Madeleine es el color verde: en el foulard, largo hasta el piso, de la mujer sentada en el restaurante con Elster, en el vestido de día con cuello de Judy que camina con sus compañeras de trabajo de los grandes almacenes. Entre uno y otro, también hay muchos otros verdes, empezando por el automóvil Jaguar verde claro de Madeleine, hasta llegar al pabellón del Hotel Empire, donde vive Judy, y a las cortinas de su habitación, iluminadas por el letrero de neón del hotel.

Madeleine es una materia peligrosa de tocar. No solamente es un cuerpo, es sustancia mental. Scootie siempre mide sus distancias con ella. Pero besará a Madeleine frente a la misión justo antes de que Madeleine se caiga (Scootie así lo cree) de la torre del campanario. Aquel beso es un sello. Y besa a Judy, ahora idéntica a Madeleine, en la habitación de su hotel, mientras en su mente fluyen en círculo las cortinas verdes iluminadas por el letrero de neón del Hotel Empire y luego, sin ensambles, como en un diorama, las imágenes de los arcos y de las viejas carrozas conservadas en la misión. Esas carrozas formaban parte de recuerdos de Madeleine cuando se identificaba con Carlota Valdes, la muerta errante de la que solamente queda el testimonio de un retrato en un museo poco visitado. En ese momento el presente se hunde en el pasado, exactamente lo que Scootie consideraba imposible, y el figmentum se revela soberano en el tiempo. Y es la noche en la que otra Madeleine se precipitará desde el campanario de la misión.

 

*Tomado de Allucinazioni americane, Adelphi, 2021, Piccola Biblioteca. Traducción de María Teresa Meneses.

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