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Instantes suspendidos

'Antología de haijines viento que florece', I. Murillo, E. Maldonado y F. Martínez (coordinadores), Universidad Autónoma Metropolitana/Japan Foundation, México, 2020.
Edgar Aguilar

 

A cien años de que José Juan Tablada introdujera el haiku en América con ese extraordinario y sui géneris libro, Un día… Poemas sintéticos (1919), la Universidad Autónoma Metropolitana, tomando como pretexto –qué mejor pretexto– esta fecha conmemorativa, celebró en 2019 en sus instalaciones de Azcapotzalco un Instante suspendido. El haiku: poética y transculturación. Primer encuentro de haijines y estudiosos del haiku.

A la par de dicho evento, y como parte medular de éste, se proyectó reunir y hacer una selección, previa convocatoria, de los haikus enviados por distintos participantes de varias latitudes del país y del extranjero, los cuales habrían de conformar el número 53 (julio-diciembre, 2019) de Tema y Variaciones de Literatura, revista de crítica literaria de la UAM-Azcapotzalco, y el libro que ahora nos ocupa: Antología de haijines viento que florece.

No debe resultar extraño que ese instante suspendido de procedencia nipona se practique en la actualidad a lo largo y ancho del planeta, y que en nuestra lengua (México e Hispanoamérica) sea particularmente bien recibido, tanto por su misma escritura como por el conocimiento que se tiene de él. Así, la selección nos permite apreciar qué tan diversos modos de composición de haiku prevalecen en este momento (desde los haikus concatenados hasta los visuales haigas, por ejemplo) dentro y fuera de nuestro territorio, pero también determinar en lo posible cuándo un haiku, más allá de sus diferentes designaciones (se hace por apartados una distinción de cada uno de ellos: “haiku”, “muki”, “senryū”, “eros”, “haiga”), merece precisamente ese nombre: haiku.

La presente antología es muestra de lo anterior. Los autores no quedan a deber: por el contrario, ofrecen con creces más de lo esperado. Aunque su concepción del haiku es, por lo regular, más o menos tradicional en la hechura, sorprenden en cambio la vivacidad, la originalidad y frescura en la mayoría de los casos, y la franca desenvoltura en que se mueven: “En claro cielo/ tuna de xoconostle/ enrojeciendo” (Rosa Maqueda); “Conjura el bosque/ una canción insomne./ Lechuza en vela” (Víctor Bahena); “Entre la selva,/ las rojas guacamayas,/ pinceles vivos” (Cuca Serratos); “Sobre las piedras,/ ventila risas, sueños,/ la lagartija” (Alicia Cuevas); “Va la carroza/ por el camino largo./ ¡Adiós, amigo!” (Paula Busseniers); “Adolescencia,/ a las niñas les brotan/ flores y tallos” (Ángela Aldama); “Mujer de lava,/ incandescente; surco/ tu piel morena” (Ivonne Murillo); “Besan, devoran/ tus labios subterráneos/ mi sangre erguida” (Manolo Mugica), sólo por mencionar algunos.

La edición es modesta, limpia, sobria y bella a la vez. Espacios de contemplación y de refinado o de exaltado deleite, los haikus aparecidos en la presente antología pueden leerse como estampas efímeras a una mirada atenta pero perdurables en su incesante devenir, brindándonos esa gozosa sensación de que, a pesar de los pesares, los instantes suspendidos que se desprenden de cuanto nos rodea siguen siendo en su mayoría únicos e irrepetibles, y que quizá, hoy más que nunca, necesitamos buscar aprehenderlos antes de que se desvanezcan para siempre.

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