Varas de encino para la fertilidad: sobre brujas y aquelarres
- Guadalupe Calzada Gutiérrez - Tuesday, 14 Dec 2021 19:31



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El aquelarre o Sabbat es un tema que siempre ha llamado la atención. En la literatura, sobre todo a partir del romanticismo, advertimos una peculiar inquietud por las brujas y lo demoníaco. En su Fausto, Goethe refiere la famosa noche de Walpurgis. Temas semejantes hallamos también en poetas como Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud. No obstante, tratar el tema de la brujería, con pleno sentido de nuestras limitaciones, exige ser razonables para no exponerse al peligro de omisión o, en todo caso, de ignorancia. No debe olvidarse que la brujería es tan antigua como el hombre y los relatos sobre el aquelarre varían de un autor a otro. Sin embargo, hay acontecimientos invariables; por ejemplo, la derivación de la palabra aquelarre o Sabbat no parece estar exactamente establecida. Sabazius era una deidad frigia, algunas veces identificada con Zeus, otras con Dionisio, pero generalmente considerada patrona de lo licencioso y alabada con frenéticas locuras. No se sabe de dónde proviene la palabra aquelarre o Sabbat, pero la investigadora Margaret Murray piensa que “Aquelarre es posiblemente un derivado de s’esbattre, divertirse”. Añade, asimismo, que es “una descripción muy adecuada de la alegría gozosa de las reuniones”. En el aquelarre o Sabbat la desnudez imperaba.
Las estaciones de las principales asambleas del año difieren en varios países. La principal era la Noche de Walpurgis. El segundo festival era la noche de San Juan Bautista. Después venían el día de Santo Tomás, La Candelaria, Hallowin, Lammas y la Noche de San Bartolomé. Entre las brujas se hizo común celebrar el aquelarre como burla de las solemnidades santas. Se efectuaban en diversos lugares, aunque eran comunes los cementerios, lagos, barrancas, bosques, montañas o la casa de alguno de los participantes. Podían caer en cualquier día de la semana, a excepción del domingo. La hora en que iniciaba era generalmente después de la medianoche y duraba hasta el canto del gallo. Las brujas acudían al Sabbat de diversas formas; si la asamblea era cerca, iban a pie, acompañándose de faroles para iluminar el camino. Cuando el sitio de la reunión era lejano iban montadas sobre un animal. Todas llevaban en la mano una vara de encino. La vara de encino, por cierto, tiene una estrecha relación con la famosa varita de las hadas que, además, también saca chispas. Las chispas o el fuego que en los aquelarres se relaciona con el infierno y, dentro de los ritos paganos, con la fertilidad.
En las tradiciones escandinavas remiten a espíritus elementales. De igual modo el fuego, en misterios eleusinos y dionisíacos, representa el cambio perenne y la trasmutación de las formas, los objetos y las almas. Las brujas y brujos, en su camino, se encuentran con otros brujos que llegan de distintos lugares. Se untaban un ungüento, preparado con diversos ingredientes en los que nunca falta la grasa de niño que no ha sido bautizado. Cuando llegaban al lugar, danzaban y saltaban entonando una canción. Bailaban espalda con espalda durante la mayor parte de la ceremonia y a veces portaban máscaras. El aquelarre era presidido por un grupo de personas que estaban al lado de sacerdotes o sacerdotisas; se les llamaba coven y eran doce para igualar a los doce apóstoles. Se dice que encendían velas negras y emulaban la misa donde bendecían con agua sucia o con orín, y también que sacrificaban animales.
La comida del aquelarre o Sabbat variaba: podía ser abundante o, por el contrario, sencilla. Evitaban el uso de cuchillos de mesa, no comían sal pues era considerada como marca y símbolo del Padre; sin embargo, usaban sal negra para acompañar la carne cruda. Es muy sabido que en Gran Bretaña se tenía la costumbre de poner sal y trozos de hierro alrededor del recién nacido, para alejar a las hadas y a los gnomos. También se solía poner sobre los cadáveres, para evitar que los robaran. En los aquelarres, brujos y brujas fornicaban, sodomizaban, copulaban con íncubos y súcubos, entregándose a toda clase de excesos. A partir de 1350, empezaron a quemarse en la hoguera pues, según los jueces medievales, las brujas formaban una “Secta Demonólatra”. No olvidar que tanto el aquelarre como el Sabbat comienzan en el siglo XIII, o quizá antes si consideramos que en la Catedral de Notre Dame se encuentran relieves relativos a la llamada “Fiesta de los Locos”, clasificación realizada por tribunales eclesiásticos sobre las llamadas “Mesnadas de la Muerte”, otra expresión de cultos paganos a la fertilidad. Estas Mesnadas o Ejército de Muertos fueron también representados por pintores como El Bosco. Los relatos acerca del aquelarre o Sabbat varían mucho entre un autor y otro; no obstante, casi todos concuerdan en que se iniciaron como ritos de la fertilidad.