La ciudad como texto y escenario
- Rafael Toriz - Sunday, 02 Jan 2022 07:55



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Nacida como una de las primeras vanguardias latinoamericanas, el estridentismo fue un movimiento que convocó a escritores, músicos y una variada pléyade de artistas visuales. Hacia 1925 los estridentistas partieron a la ciudad de Xalapa, a la que bautizaron como Estridentópolis, donde desarrollaron una labor artística, editorial y educativa fuera de serie, cuyo legado ha sido estudiado como nadie por la escritora e investigadora Esther Hernández Palacios, autora de Estridentismo: memoria y valoración, El crisol de las sorpresas, Los espacios pródigos y Diario de una madre mutilada, entre otros libros.
–A cien años de la irrupción del estridentismo, ¿cuál consideras su principal legado?
–Llevar a México al concierto de las vanguardias artísticas que en ese momento estaban surgiendo en Europa, en una época en que las comunicaciones no eran las actuales. Sus propuestas estéticas eran tan innovadoras que escandalizaban a sus colegas y al público en general. El locus amenus deja de ser la campiña para convertirse en la ciudad, y los temas tienen que ver con las nuevas formas de vida: velocidad, aviones, automóviles, telégrafo y la relación del hombre con la tecnología. Rompieron con la separación de los distintos lenguajes artísticos y dieron a la fotografía el rango de Arte. En el estridentismo estaba presente el espíritu que más tarde caracterizaría a los surrealistas, y como a los vanguardistas europeos y a otros grupos de arte vanguardista que surgían casi al mismo tiempo en algunos países de latinoamérica, les estorbaban las reglas del arte tradicional, la retórica y ciertos modelos artísticos, que les parecían ligados al pasado e inhábiles para expresar un mundo que se movía a otro ritmo en busca de la modernidad. En su segundo manifiesto explicaron el valor de la técnica en una obra de arte, sosteniendo que estaba destinada a llenar una función espiritual, y por eso mismo afirmaron que cuando los medios de expresión son incapaces de traducir las emociones personales, que para ellos representaban la única finalidad estética, era necesario “cortar la corriente y desnucar los switchs”.
–Durante muchísimo tiempo menospreciar al estridentismo fue un deporte conspicuo de la crítica nacional. No sólo por su lugar frente a la hegemonía cultural ejercida por Contemporáneos –que pasó en línea directa a Octavio Paz y sus herederos– sino también en críticos como Antonio Alatorre, Carlos Monsiváis, José Joaquín Blanco y Vicente Quirarte, como señaló con pertinencia Evodio Escalante en su libro señero ¿A qué lo atribuyes?
–De alguna manera es la forma en que se dan los grandes cambios en los modelos de los lenguajes artísticos, sólo que éste fue uno muy fuerte. Las vanguardias artísticas en general quisieron dar un “borrón y cuenta nueva” a los lenguajes artísticos, para lo cual les era necesario trabajar de una forma innovadora las materias primas del arte, utilizar otros instrumentos y hasta modificar la materia misma: en la plástica se acercan al cubismo y a la abstracción, en la poesía intentarán la transformación de la imagen. Si el futurismo italiano planeaba sobre todo la renovación, e incluso la destrucción de la sintaxis y la morfología, e incluso la introducción de signos de otros sistemas de comunicación (como los de la música y los de la matemática), los estridentistas centraron sus esfuerzos en la semántica poética; la imagen se convertirá en su quilla renovadora. Aunque es indiscutible que otros aspectos de la semántica poética, como el léxico y su relación con la sintaxis, también son importantes para ellos, es en los procedimientos de significación poética, en las imágenes, donde radica la esencia del cambio que los poetas estridentistas propusieron.
–¿Crees que el estridentismo plantó las bases para construir un territorio alternativo en la provincia mexicana como una posibilidad frente al centralismo del campo cultural mexicano?
–Creo que esa fue una, pero no la única de sus intenciones.
–Si la provincia es un estado de la mente, los estridentistas demostraron que la capacidad de construir capitales radica en las posibilidades del lenguaje. En tanto especialista en el movimiento, ¿cuáles crees que son los mejores libros, en prosa y narrativa del movimiento? ¿Y qué artistas plásticos te resultan más significativos?
–Como especialista en poesía, creo que es en este género en el que se dan los mejores logros del movimiento y Urbe, de Maples Arce, desde mi lectura es el mejor libro de poemas del estridentismo. Respecto a la narrativa, considero superior El café de Nadie, de Arqueles Vela. Para la plástica, tengo predilección por las obras de Ramón Alva de la Canal y Fermín Revueltas.
–¿Cuál ha sido la principal enseñanza que te ha dejado tu trato con el estridentismo?
–Que no hay que quedarse con los juicios de los autores y críticos, contemporáneos o no, de los escritores y los movimientos, sino que hay que ir a leer sus obras y ponerlos en su contexto, para poder valorarlos a cabalidad.