'Artivismo': la renovación de las prácticas culturales

- José Rivera Guadarrama - Saturday, 12 Feb 2022 21:06 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Arte y activismo, sobre todo político y social, se amalgaman en el concepto 'artivismo', cuyos inicios, conformación y principales ejes de acción -ecología, feminismo, consumismo, migración, discriminación, explotación sexual y laboral-, son el asunto de este bien documentado artículo.

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Policías, militares, narcotraficantes, ocupando las calles y espacios públicos, abarcándolos con todos sus despliegues armamentísticos, restringiéndolos a la libre circulación, en algunos casos de maneras violentas. No es ningún tipo de performance, sino una invasión de territorios a la que pocos ciudadanos se oponen. Sin embargo, los artistas son desaprobados cuando se organizan para apropiarse de esos mismos lugares para expresarse, sin armas de fuego, sin tácticas de ocupación territorial intimidatoria, sin discursos bélicos, sin todo ese despliegue de artillería violenta. De esta forma, la práctica conocida como artivismo resulta incómoda por cuestionar diversas prácticas culturales.

Para los productores de artivismo, el orden social no está garantizado. La calle es el escenario en donde todo puede ocurrir; sobre todo, en esos espacios abiertos se hace externo lo encubierto. Mediante estas propuestas, los involucrados priorizan el proceso en sí mismo y no tanto el resultado concreto de su producción.

Definir y ubicar el término arte activista o artivismo, aún es controversial. Se puede rastrear a partir de la década de los años noventa del siglo pasado, cuando en diferentes partes del mundo comenzaron a surgir expresiones estéticas que no eran catalogadas del todo dentro del sentido canónico del arte. Aún eran producciones dispersas, esporádicas, poco vinculadas entre sí y alejadas de las grandes exposiciones. Sus principales actividades y temáticas, además, tienen similitudes con las vanguardias artísticas de principios del siglo XX, sobre todo con el dadaísmo, el futurismo y surrealismo, en donde ya se utilizaban propuestas performáticas, videoarte y arte conceptual, provocando la gradual desmaterialización del objeto artístico.

Más allá de la representación

Como apunta Lucy Lippard en su texto Caballos de Troya: arte activista y poder (1983), el artivismo tiende a ver el arte como un diálogo recíproco y estimulante, ya no como una lección especializada o una ideología impuesta por instancias particulares. Su dinamismo, su expresividad, la estructura rupturista de su lenguaje, lo convierte en un arte para los no artistas, en un instrumento de creación para los no creativos y, por ello, en la vía idónea de cambio y evolución social.

La acción artivista consiste en comprender que el acto de habitar significa, en primer lugar, investir un lugar, para después apropiárselo pero de forma colectiva. Es decir, ofrecer alternativas mediante las cuales la interacción simbólica deje de ser el eje rector de esos lugares.

Los espacios sociales, como dice Paul Virilio en su libro La inseguridad del territorio (1999), nos invitan a aprender a habitar, es decir, a descubrirnos usuarios de vastos procesos ecológicos. Por ello, esta misma situación comienza a refutar las representaciones, los roles y, sobre todo, el modo de producción del espacio social. De ahí que, en parte, el artivismo se exprese a través de los colectivos, asociaciones y artistas que suman su creatividad rebelde e inconformista aún de manera clandestina y efímera, pero dinámica. Sus propuestas están pensadas para invadir espacios y esferas de actividad hasta antes reservadas a la omisión expresiva. Paredes, monumentos, estatuas, adquieren otras connotaciones expresivas, convirtiendo el paisaje urbano en una mezcla de obras intencionales que responden a las necesidades de una sociedad inconforme, desigual e injusta.

Con el artivismo, los temas tratados ya no sólo se representan, ahora se presentan, se hacen explícitos. En años previos, el arte tradicional intentaba suplantar la ausencia del objeto a través de su fidelidad al mismo, mientras que el arte contemporáneo subraya su lenguaje como producto diferente que no se remite a nada, o en el que se agrega más de lo que se dice. Las estructuras de explotación laboral, social, psicológica, educativa, son también condiciones que perseveran en la amplitud de temas que se tratan desde las propuestas artísticas. En este caso, el arte provoca otra vez ese malestar al restallar la herida, haciéndolo con toda la intención.

Otros antecedentes de artivismo se pueden ubicar a partir de expresiones contraculturales de activismo, cargados de fuerte ideología de izquierda, surgidos en las décadas de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Entre ellos están la Internacional Situacionista en Francia; los hippies en Estados Unidos; los Indiani Metropolitani de Italia; los Provos de Holanda y la Spassguerilla de Alemania, por citar algunos. Estos ya incluían de manera constante el uso del happening, el body art, el land art, el video art y el arte conceptual, de manera que esta forma expresiva tiene una fuerte vinculación entre arte y el activismo social, político, ideológico. Es un desarrollo artístico en el que prevalecen intenciones reivindicatorias y de propuestas alternativas, con explícitos mensajes sociopolíticos.

Arte, disrupción y resignificación

La herramienta de trabajo del artivismo es la acción, que converge en la idea común de disrupción, de la ocupación y resignificación a lo establecido. Es por ello que, en la práctica, estas premisas se traducen en una tendencia a la interdisciplinariedad, incluyendo las recientes herramientas tecnológicas multimedia y desplazando, además, la autoría a cambio de la fuerza cooperativa y autogestionada de buena parte de sus producciones.

En estas propuestas prevalecen altos niveles de visibilización, rupturas entre la concepción del artista, a cambio de ser reconocidos de manera primordial como activistas, como generadores de acontecimientos.

Fue a partir de los primeros años del siglo xxi cuando los artivistas comenzaron a incorporarse de manera formal en grandes convenciones. El más notorio fue el de la Bienal de Berlín 2012, la convocatoria fue abierta y recibieron materiales de todo el mundo, junto a declaraciones o claras posturas políticas. Debido a la gran cantidad de material recibido se creó el portal Artwiki, diseñado y organizado por el activista Pit Schultz.

En fechas posteriores, las bienales incorporarían más temas de contenido social y político, incluidos temas ecológicos, feministas, referentes a la responsabilidad de consumo, migración, discriminación, explotación sexual y laboral, entre otros. Sin embargo, no es en esas grandes exposiciones en donde el artivismo tiene sus mayores exponentes. Su complejidad abarca otros derroteros. Explora, sobre todo, las prácticas de agitación social, la responsabilidad ambiental y los temas económicos, además de cuestiones estéticas que tienen que ver con el arte tradicional respecto al autónomo, más enfocado a cuestiones políticas y sociales, entendido como el ejercicio del poder organizado de las sociedades.

Apertura e intercambio

En su libro Estética relacional (2008), Nicolas Bourriaud sostiene que las actividades artísticas constituyen un juego donde las formas, las modalidades y las funciones evolucionan según las épocas y los contextos sociales, y apela a la notoria mutabilidad de los acontecimientos culturales. Para él, las obras ya no tienen como meta formar realidades imaginarias o utópicas, sino constituir modos de existencia o modelos de acción dentro de lo real ya existente, cualquiera que sea la escala elegida por el artista.

A partir de ese concepto, las obras exponen los modos de intercambio social, lo interactivo a través de la experiencia estética propuesta a la mirada y el proceso de comunicación, en su dimensión concreta de herramienta que permite unir individuos y grupos humanos. Por lo tanto, afirma Bourriaud, lo que se derrumba delante de nosotros es esa concepción falsa y aristocrática de la disposición de las obras de arte, ligada al sentimiento de querer conquistar un territorio. Ya “no se puede considerar a la obra contemporánea como un espacio por recorrer (donde el visitante es un coleccionista). La obra se presenta ahora como una duración por experimentar, como una apertura posible hacia un intercambio ilimitado”.

Estos formatos y discursos de disidencia mediante propuestas artísticas son cada vez más frecuentes y abundantes, realizados por artistas individuales o colectivos. Entre ellos, es indispensable consultar las producciones de Guerrilla Girls, Suzanne Lacy, Wochenklausur, Reclaim the Streets, entre otros. El caso del colectivo Guerrilla Girls es interesante; no se limita a intervenciones artísticas en los espacios públicos, también tiene estudios estéticos enfocados al análisis del comportamiento artístico masculino relativos a la fetichización del cuerpo femenino. En su página de internet se pueden leer y consultar diversos materiales multimedia respecto a este controversial asunto, donde resalta la sección llamada Flesh through the ages (Carne a través de las edades), en donde se hace un recuento crítico respecto a los temas en los cuales han estado inmersas las mujeres en la historia del arte. Es un recorrido temático, dividido en secciones, donde se pueden apreciar las etapas tituladas Naked and tortured (Desnuda y torturada), Naked and murdered (Desnuda y asesinada), Naked in war (Desnuda en la guerra), entre otros temas. Son obras de denuncia, comparten la vehemencia e intencionalidad de la agitación y la propaganda. De manera clara, apelan a la protesta y movilización de movimientos sociales feministas, de ciberactivismo, de derechos civiles, de minorías étnicas o sexuales, de trabajadores precarios o desempleados, ecologistas, etcétera.

El artivismo hace explícita la concepción de la acción política como generadora de procesos y estructuras, derivando en una antología de estallidos creativos en espacios públicos, incorporando, además, tecnologías digitales, mediante todo lo cual estos movimientos se han ido articulando y explicitando temas que parecían ajenos a lo que se consideraba arte.

 

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