70 años de 'La Revista de Historia Mexicana'

- José María Espinasa - Saturday, 26 Feb 2022 20:32 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
En este artículo se celebra y analiza la longevidad de 'La Revista de Historia Mexicana', lo cual no es cosa menor ante el embate económico que suele derrotar a las revistas, por un lado y, por el otro, su cada vez mayor paso al universo digital. La pregunta de cómo ha de medirse la edad de una revista es también objeto de este análisis.

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El comportamiento de los lectores tiene su lógica y sin embargo no deja de ser, a la vez, sorpresivo. Por ejemplo, siempre me ha parecido llamativo que en México exista un público interesado en la historia, fiel y constante. No bastan las explicaciones de que la evolución de nuestro país desde su independencia hasta hoy sea una apuesta muy compleja por una construcción histórica de la nación para justificar esa fidelidad. Todo esto viene a cuento por la reciente aparición de La historia en su taller (Pablo Yankelevich y Rafael Rojas, editores), un libro conmemorativo de los ochenta años del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México y de los setenta de la Revista de Historia Mexicana, su publicación. Esos volúmenes coyunturales si bien son necesarios no suelen ser muy notables y responden sólo a la circunstancia. Esta es una excepción: los textos que allí se reúnen han aparecido a lo largo de los años de existencia del Centro y la revista en similares coyunturas –diez, veinticinco, cincuenta años– pero al reunirse en este volumen resultan muy interesantes.

Lo primero es que dan una radiografía de la gestación del Centro, y de la revista más prestigiosa en la materia actualmente, de los hechos que a lo largo de esa existencia han consolidado su existencia, no sin serías amenazas, sobresaltos y caídas. Desde el punto de vista de la historia editorial es ejemplar. Por ejemplo, en cada aniversario se señala la importancia de que la revista no haya sucumbido y se mantenga vigente, y que Centro se consolide. La longevidad es, generalmente un elemento importante en las revistas académicas. Por otro lado, en las diferentes crónicas se puede percibir también la importancia de la gestión de Daniel Cosío Villegas y su interacción con su némesis complementaria, Alfonso Reyes. Por ejemplo: es ilustrativo del carácter de uno y otro que Reyes creara primero la revista –Nueva Revista de Filología Hispánica– y luego el Centro, mientras que Cosío lo hiciera a la inversa, primero el Centro y luego la revista, casi como una figura reflejada. Los relatos de cómo se consigue crear ambas cosas y sostenerlas económicamente a lo largo de los años puede parecer algo anecdótico, pero nos hablan de una inteligencia de sus creadores para mantener el proyecto y darle permanencia.

Las publicaciones periódicas longevas inciden en la realidad de manera muy distinta a las que son efímeras. Pienso en Cuadernos Americanos, Revista de la Universidad o Vuelta y Nexos para poner ejemplos de diferentes áreas en México. Los editores nos solemos preguntar cómo se mide la edad de una revista ¿Crece, se añeja o se pudre y a veces reverdece? La Revista de Historia Mexicana tiene prestigio y lectores y su evolución resulta ejemplar. En uno de los textos incluidos Solange Albero señala el desafío que fue el crecimiento de la edición digital que acabó siendo una exigencia. Pienso que el trabajo paralelo de la edición en papel y la digital en esta publicación es un ejemplo para otras revista (sobre todo pero no sólo académicas). A lo largo de esos setenta años se pueden ver los cambios que cada director le imprime, las circunstancias en las que ese cambio se da y resulta en su conjunto una especie de novela por entregas.

Los textos de análisis estadístico de autores, temas y épocas tratados en la revista dibujan un trayecto reconocible en el propio contexto del país. Pero su condición duradera hace también que la revista no sea ni monolítica ni monocorde y le aporta, además, una cierta pluralidad de enfoques. Y, lo cual me parece tal vez el mejor  elogio que se le pueda hacer, siendo una revista académica, no excluye al lector no especializado. Sabemos que en general –basten los ejemplos de Cosío Villegas y Luis González– los historiadores mexicanos tienen y procuran una tradición de buena pluma. Sabemos también que hay diferentes opciones y tendencias, como bien muestra el recuento que Javier Garciadiego hace de las revistas en esta materia, y es natural que un lector suela leer varias de ellas.

Por otro lado la palabra taller del título es polisémica. Cuando en los años treinta Paz hizo la revista Taller, el título designaba una posición política de vanguardia, mientras que en la actualidad designa más una actitud frente al oficio y la voluntad de conservarlo. No son posiciones radicalmente distintas pero sí muy diferentes y no pocas veces enfrentadas. Esta esquematización me permite plantear un asunto taxonómico: la literatura tiende a la vanguardia mientras que la historia a ser conservadora. Por eso ambas maneras de la escritura han acompañado, complementándose, a los gobiernos del México independiente. Leer La historia en su taller (80 años del ceh y 70 años de su revista) es asistir a la radiografía cultural de la segunda mitad del siglo xx y las dos primeras décadas del xxi desde un mirador privilegiado. No pocas de las instituciones culturales y educativas construidas a lo largo de esos años nos deben dar orgullo. Hoy, que el universo digital ya no es una profecía sino un presente, la impresión en papel es un posible futuro.

Un detalle no menor: las publicaciones que se desplazaron a la red sin abandonar el soporte tradicional aumentaron sus lectores en papel y consiguieron una enorme difusión, mientras que las que dejaron de hacer lo primero, perdieron capacidad de incidencia. Lo virtual está caracterizado por ser efímero, volátil, olvidadizo y olvidable. La edad de las revistas ¿cuál es? Vuelvo a esa pregunta porque la respuesta es importante. La historia es historia en la misma medida en que es presente: celebrar los setenta años de Historia Mexicana es natural y también desearle larga vida.

 

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