Artes visuales
- Germaine Gómez Haro | [email protected] - Saturday, 26 Feb 2022 21:54



Todo comenzó con una travesía: el abuelo Zelig forzado a abandonar su tierra, huyendo de las persecuciones derivadas de la Revolución Rusa. México es el único país que le otorga una visa y el Árbol del Tule la única referencia que tiene de este territorio ignoto, atesorada en la memoria desde que un maestro en Bielorrusia le relató, a los once años de edad, que el milenario ahuehuete era una de las maravillas del mundo. A su llegada a Veracruz en 1927, el abuelo se dirige directamente a Oaxaca a rendir tributo a esa maravilla que lo había obsesionado desde la infancia, y que se convierte en el símbolo de una vida nueva en la tierra donde echará raíces. La historia de sus antepasados ha sido una inagotable fuente de inspiración en el trabajo de Mónica Dower (Southampton, Gran Bretaña, 1966, nacionalizada mexicana), artista multidisciplinaria que se desempeña en la pintura, dibujo, vídeo y performance. Su obra reciente es un canto poético a la saga familiar y un homenaje a la valentía de las mujeres de todos los tiempos que han desafiado las normas de género impuestas por la sociedad, tal como su abuela Jacqueline, que formó parte de la Resistencia francesa. En el Centro de Documentación e Investigación Judío de México (CDIJUM), sede de una antigua sinagoga fundada por la comunidad siria en 1931, se presenta la exposición La mirada de Mónica Dower, integrada por obras plenas de guiños a la hibridación cultural de los migrantes.
La exhibición da comienzo con pinturas y acuarelas de su serie “Chorzele/Oaxaca”, basada en el tema de los orígenes, la migración y la identidad. En estos trabajos se palpa la exquisita calidad en el empleo de la técnica pictórica y su investigación formal de la pintura costumbrista rusa del siglo XIX, en imágenes que revelan el tono nostálgico de la memoria del pasado. El segundo corpus de obra pertenece a la serie “Guerreras en el tiempo”, work in progress que inició durante la pandemia con una investigación, en los archivos de la web, sobre retratos de mujeres reconocidas y anónimas de diversas épocas y latitudes que destacaron por su rebeldía. Mónica las transporta al lienzo en exquisitos dibujos en blanco y negro que subrayan su carácter documental y las enmarca con exuberantes motivos florales de colorido candente, inspirados en los diseños de los textiles oaxaqueños del Istmo de Tehuantepec y en los ancestrales suzanis, un tipo de telas bordadas a mano que crearon las tribus nómadas de Asia Central, y que son a la fecha un auténtico prodigio artesanal. Con esta hibridación, la artista intenta “crear correspondencias ocultas, insospechadas y lógicas, y al mismo tiempo naturales”. El bordado es un oficio que entrevera a las mujeres de todos los tiempos y culturas, metáfora que la pintora plasma en estos lienzos con figuras femeninas provenientes de lugares tan diversos como Turquía, Rusia, Uzbekistán, China, Siberia, Siria, Oaxaca, incluyendo a nuestras soldaderas revolucionarias. Agrega la artista: “Me pareció que al pintar estas mujeres anónimas podía darles el estatuto de guerreras y hacer una suerte de hibridación con la cultura mexicana a través de los textiles.” Asimismo, los bordados que reinterpreta son un homenaje a las manos creadoras de las mujeres artesanas. Están realizados con una pincelada finísima a base de puntos y rayas de una extrema delicadeza que evoca las puntadas en las telas y crea una poderosa textura visual.
El arte de Mónica Dower mueve y sensibiliza a través de imágenes de una gran calidad estética que se insertan en uno de los temas más candentes de la actualidad, que es la igualdad de género. Las guerreras de ayer que marcaron un parteaguas en el devenir de la condición femenina cobran vida y potencia en estas pinturas poéticas y enigmáticas, nimbadas de un halo de libertad.
La exposición se puede visitar hasta el 8 de marzo, de lunes a viernes, de 11 a 17 hrs.