Tomar la palabra

- Agustín Ramos - Sunday, 13 Mar 2022 07:44 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
No a la guerra

 

1. Quienes aplican leyes e imparten justicia tienen todo el derecho de decir a coro: “Todos somos TortuGertz Florero”, (el bróder precioso).

2. Por quién apostar, ¿por la directiva del Querétaro o por la del Atlas?, ¿por el Viejón o por el Pelón, ambos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)? A quién irle en el campeonato de desaparición de cadáveres, ¿al CJNG o a los huachicoleros del Bajío; a Enrique Alfaro o a Mauricio Kuri? Y hablando de generadores de la guerra, quién se ve menos ridículo con disfraz de soldado, ¿el histriónico Zelensky o el alcohólico Calderón? Cuál es más falaz, inescrupuloso, corrupto e inhumano, ¿Putin o Salinas?, sociópatas usurpadores que malbarataron y desfiguraron naciones con el pretexto de meterlas en el edén neoliberal.

3. La guerra de siempre se ve en TV hoy y es entre dos potencias. Una económica, otra militar; ambas capitalistas, nazis, indefendibles... La complicidad del gobierno de Ucrania con la OTAN equivale a los vínculos del de Rusia con la ultraderecha [https://www.youtube.com/watch?v=D1EFryf-zi0]. Pero si de complicidad para un Golpe cada vez menos blando se trata, aquí –no allá afuera, aquí dentro– tenemos a Televisa, TV Azteca, Radio Fórmula, la Coparmex, Reforma, Nexos, Letras Libres y sus tentáculos dizque de la sociedad civil, dizque académicos, dizque científicos y dizque autónomos (como el consejo general del Instituto Nacional Electoral (INE), feudo salinista al mando de Lone Ranger Córdova, quien usa la poca difusión de la consulta de revocación para decir, con cara dura, que tal consulta se realizará “gracias al INE” (ese INE al que, según él y Tonto Murayama, su recogebolas, debemos el resultado electoral de 2018).

4. Svetlana Alexiévich absorbió el dolor de las madres cuyos hijos volvían de la guerra en ataúdes de zinc. Así también, terminando de pulverizar el concepto hegemónico de los géneros literarios, recurrió a la voz colectiva para demostrar que la guerra no tiene rostro de mujer. Ni de mujer ni de naturaleza ni de pueblo indígena ni de Pueblo en vilo.

5. Antes de Luis González y González, San José de Gracia, Michoacán (cuna tan ameritada en la historiografía como Tepeapulco y Tlatelolco), sólo había aparecido en la macrohistoria por la actuación de algunos hijos suyos durante la Guerra cristera de 1926 (si bien, ojo, un apartado que el autor titula “Religión, juego e inseguridad”, registra otro alzamiento religioso ocurrido entre 1876 y 1881, “durante la administración del presidente Lerdo de Tejada”). Hoy ese poblado recupera el interés nacional y tal reaparición protagónica puede ayudarnos a dejar de considerar la guerra como algo lejano (Ucrania), ajeno (entre potencias) y externo (en aldeas europeas). Hoy la guerra está aquí y mide la talla de nuestra indefensión.

6. La guerra, aquí, asesina mujeres, ambientalistas, indígenas, dirigentes comunitarios y ciudadanía rasa, en cada trámite, en la mala fe del ladrón común y del empresario inconsciente, en la violencia climatizada del vecino directivo y de la institución prostituida, en la humillación infligida por personas morales. La guerra enferma y mata al vulnerable, aprovecha su aturdimiento para estafarlo y para mentirle con apego a la legalidad leonina y para sembrarle mentiras (calumnias, difamación, insultos, droga), sin que eso le impida exigir más libertad de expresión.

7. La guerra, visible/invisible, de muerte lenta e injusticia pronta, cercana o lejana según el poder adquisitivo, empieza cebándose en lo más débil pero no para ahí. Y la vida, enemiga irreconciliable de la guerra, podrá ser más o menos violenta, más o menos leve, pero sin duda será feminista. O no será.

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