Artes visuales
- Germaine Gómez Haro | [email protected] - Sunday, 10 Apr 2022 07:06
En días pasados se presentó en la Casa Lamm la revista de pensamiento y cultura Bustrofedón, espléndida publicación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) bajo la dirección editorial de Miguel Maldonado. Publicar hoy en día una revista cultural es una verdadera hazaña heroica, y más aún si se habla de una edición de tan excelsa calidad como ésta, cuyo diseño a cargo de Alexia Stuebing es en sí una pieza de arte. El número 39 estuvo dedicado a la pintora Carmen Parra, nuestra artista del neobarroco mexicano por excelencia, que fue la inspiración para un diseño editorial también de carácter barroco que le rinde merecido homenaje.
Hablar de Carmen Parra es hablar de un capítulo fundamental de la historia del arte de nuestro país. “Carmen Parra: una pintora con alas”, titulé la primera entrevista que le hice para La Jornada hace ya más de veinticinco años, y a partir de entonces he seguido muy de cerca su trayectoria. Una pintora con alas, porque ha surcado los aires de la libertad creativa como ángel, como arcángel, como querubín, como mariposa; esas alas inquietas la han llevado a sobrevolar los territorios del arte por más de medio siglo sin reparar en modas y estilos en boga, siempre fiel a su pasión por el barroco como estilo artístico y como forma de vida. Carmen pinta y vive el barroco en toda su dimensión delirante, sensual, suntuosa, soberbia, exuberante. Es la pintora de la fastuosidad que hilvana con sus hilos de oro el pasado y el presente, lo sagrado y lo profano, la tradición y la modernidad. Su relación con el inventario artístico y arquitectónico, tanto mexicano como europeo de los siglos xvii y xviii, ha sido piedra clave en su devenir artístico. Recordemos sus series inspiradas en el Altar de los Reyes de la Catedral Metropolitana y el universo plástico que construyó en torno a la Torre Eiffel. De niña su padre la introdujo a la cultura virreinal y como joven profesional, con estudios en antropología, se apasionó con el arte popular y religioso; hoy en día sus intereses siguen girando en torno a temas variopintos de la cultura visual de nuestro país y del barroco europeo.
A pesar de tener ante nosotros una pintura en apariencia realista, Carmen pinta más allá de lo evidente. Capta el candor místico de santos y vírgenes, y plasma la inefabilidad del espíritu de Santa Teresa en éxtasis. Si bien su obra ha tenido múltiples enfoques, que incluyen sus estudios de la fauna autóctona mexicana en relación con la mariposa monarca y su fascinación por el águila real, que la han llevado a tener una participación activa en defensa de estas especies en peligro de extinción, su especialidad ha sido pintar el imaginario religioso con sus guiños sugerentes y evocativos de mundos terrenales y universos celestiales. Con un estilo plenamente personal e inconfundible, y una fuerte carga expresiva en sus trazos desenfadados, su obra revela a un tiempo la frescura de la cultura popular y la más alta tradición plástica de la estética barroca. Su pintura es moderna y su sensibilidad contemporánea es una mirada hacia el pasado que configura un imaginario social actual. Parecería una paradoja, pero, más bien es una labor centrada en la innovación de la tradición dentro de un marco referencial y formal contemporáneo. Incluso los cuadros y esculturas que están basados en obras históricas como los retablos virreinales tienen una dimensión modernista.
Los ángeles de Carmen Parra, junto con su carga simbólica religiosa transhistórica y transcultural, son también imágenes que en nuestra cultura secular rebasan el plano de la devoción y el ritual para adentrarse en lo subjetivo. Más allá de la representación de las portentosas figuras del panteón sagrado que funcionan como mensajeros divinos y defensores de la fe, su imaginario en marcos seculares posee una calidad poética que evoca las más diversas experiencias de lirismo y espiritualidad. La memoria cultural –tan importante de ser rescatada en nuestros tiempos– es el motor de la fascinante aventura plástica de Carmen Parra.