Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
12-1.jpg

Las ramas de un mismo árbol

'Interiores', Gabriel Bernal Granados, Ediciones Dradek, México, 2022.
Guillermo Arreola

 

Hace unas semanas apareció un mensajero en mi casa y me entregó en formato de libro once piezas escritas con noticias desde la memoria (y los espejos que ésta como velas de barcos despliega): cuentan, entre otros asuntos o eventos, del carácter pudoroso con el que Edgar Degas pintó, en 1869, una escena de violencia innombrable, y en contraste, la audacia o descaro con que Picasso, en 1933, realiza un grabado con carga de violencia semejante a la sugerida en la imagen de Degas. A una y otra expresión pictóricas, cuentan estos textos, la antecede o coincide con palabra la presunta creación de un soneto de Mallarmé, con contenido que toca, también, lo “innombrable”, y que el poeta glosa en carta a un amigo suyo. Aparece también, en otro texto, la revelación de un Egon Schiele en postura de espejo de la intimidad sexual del género humano (¿qué mayor exposición de intimidad podría haber que un autorretrato en pleno acto masturbatorio?).

Pero además pasan por este libro evocaciones sobre tiempos de la infancia y la adolescencia (las del autor), en puntos donde el devenir queda demarcado a raíz de lo que a voluntad y asunción de fracaso conciernen: la renuncia a una actividad (el ciclismo), la renuencia desde ya a un posible hábito futuro (el tabaco). Y desde el gran espejo del olvido del anonimato, el fragmento biográfico de un Alfonso Torres Lemus, maestro de etimologías y de una erudición que encuentra en el dibujo (de la palabra) su vía más efectiva para la transmisión del conocimiento. A estas piezas las coronan una última titulada “Mérida o la oveja negra de la familia Stein”, en la que por su estructura y su entretejido quedan abolidos los límites de los géneros, en favor de la libre irradiación de lo literario.

En Interiores, Gabriel Bernal Granados integra once textos, de índole al parecer muy distinta; aunque distinta sólo si nos atenemos al exiguo y ya lugar común de lo que llaman hilo conductor temático como aspecto necesario en toda reunión de textos para conformar un libro de ensayos (¿lo son estrictamente?). Aquí la ausencia de un hilo conductor sólo compete a los ojos y oídos que no alcanzan a oír ni ver los claroscuros, las veladuras, los puntos de fuga verbales, el virtuosismo sintáctico, con los que estos textos han sido escritos para crear composiciones, que pese a su aparente ausencia de unidad temática, se rezuman unas y otras (se anuncian, se mandan señales, como si quisieran decirse: nos deseamos, y apelaran a la complementariedad entre palabra y vida) desde el interior de una memoria (y un ojo de la memoria en el caso de los textos en los que aborda la pintura), y mediante el despliegue de una erudición del autor (ya mostrada fehacientemente en otros libros de su autoría) que, exenta de petulancias, se fusiona con lo vivencial y transmuta los materiales en ramas de un mismo árbol.

“En recuerdos del país de Oz”, el primer texto de este libro, al aludir a un momento en la historia de El mago de Oz, escribe su autor: “ante todo podríamos hablar de una parábola sobre la amistad y la forma en que los viajes –o los penosos traslados de un lugar a otro– alteran nuestra percepción de nosotros mismos y el entorno”. Visto en lectura retrospectiva, esta afirmación sirve de premisa, o vaso comunicante, o Espejo, con el último texto del libro, “Mérida o la oveja negra de la familia Stein”, en donde el traslado o el viaje son los impulsores para colocar en una misma línea temporal pasado y presente, realidad y sensación, invención y dato.

Recordar lo vivido o lo imaginado, incluso recordar el porvenir son formas del deseo de la memoria: escribir es activar espejos (turn on the lights, please!), extraerlos del interior precisamente de la Nada-Olvido, y mandarlos enseguida al garete, o bien: someterlos a un intento de caótico equilibrio, a veces, sea a duelo o en disposición de celebrar bodas, los espejos, cara a cara, revelarlos sobre las superficies.

En Interiores, los textos que lo conforman rezuman entre sí, fusionando imaginación, virtuosismo y vivencia.

 

Versión PDF