Stefano Mancuso y la majestuosidad del mundo vegetal
- Alejandro García Abreu - Saturday, 30 Apr 2022 19:19



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Una nervadura, un mapa
El mundo vegetal es la base de la vida en la Tierra. El escritor italiano y botánico experto en neurobiología vegetal Stefano Mancuso (Catanzaro, 1965) –profesor en la Universidad de Florencia, director del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal en dicha universidad y miembro fundador de la International Society for Plant Signaling & Behavior– afirma que, como ocurre en el bosque, donde cada árbol se vincula con los demás “en virtud de una red subterránea de raíces que los une hasta formar un superorganismo, así también las plantas conforman una nervadura, un mapa” sobre el cual se erige el conjunto de elementos que componen el orbe. A la vez exalta su belleza majestuosa y su fragilidad y delicadeza. Asevera que la revolución científica más trascendente de todos los tiempos en el ámbito de la biología fue el descubrimiento por parte de Charles Darwin de los mecanismos evolutivos de las especies.
En Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal –coescrito con Alessandra Viola– (traducción de David Paradela López, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2015), Mancuso sugiere que gracias a sus sentidos las plantas se guían en el mundo e interaccionan con otros organismos vegetales, con los insectos y con los animales, con los que se comunican a través de moléculas químicas y transmiten información. “Las plantas hablan entre ellas, reconocen a sus familiares y dan pruebas de tener caracteres distintos. […] ¿Cómo negar que sean inteligentes? En última instancia, se trata de una cuestión terminológica y depende de la definición de inteligencia que elijamos.” Para Mancuso, “las plantas no sólo son inteligentes, sino incluso brillantes a la hora de adoptar soluciones con las que hacer frente a las dificultades inherentes a su existencia.” El experto en neurobiología vegetal concluye que las plantas podrían vivir sin nosotros. En cambio, sin ellas, nos extinguiríamos en muy poco tiempo.
El papel
Relaciona al universo vegetal con su incontenible atracción por el papel. Esta “pasión mía pervive intacta desde la infancia y me acompaña desde mucho antes de que empezase a interesarme por las plantas y similares. Uno de mis primeros recuerdos de emancipación tiene que ver, justamente, con el papel”, escribió Stefano Mancuso en La planta del mundo (traducción de David Paradela López, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2021).
Imaginó la Nación de las Plantas y redactó su Constitución, apelando a los principios generales que regulan la convivencia en el mundo vegetal. La “Declaración de los derechos de las plantas” está incluida en La nación de las plantas (traducción de David Paradela López, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2020). El octavo y último artículo dice: “La Nación de las Plantas reconoce y promueve el mutuo apoyo entre las comunidades naturales de seres vivos como instrumento de convivencia y de progreso.”
La quintaesencia de la modernidad
El futuro es vegetal (traducción de David Paradela López, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2017) constituye una profunda exploración del funcionamiento de esos seres orgánicos:
Las plantas encarnan un modelo mucho más resistente y moderno que el animal; son la representación viviente de cómo la solidez y la flexibilidad pueden conjugarse. Su construcción modular es la quintaesencia de la modernidad: una arquitectura colaborativa, distribuida, sin centros de mando, capaz de resistir sin problemas a sucesos catastróficos sin perder la funcionalidad y con capacidad para adaptarse a gran velocidad a cambios ambientales drásticos.
Y en El increíble viaje de las plantas (traducción de David Paradela López, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2019) Mancuso escribió: “Los vegetales se desplazan y avanzan por el mundo a la conquista de nuevos espacios.” Ahí narra la “historia de esta expansión inexorable.”
Un eco perceptible
Mancuso esboza una bella analogía entre su filia por el reino vegetal y el enamoramiento:
Al principio creía que el hecho de tener una especial sensibilidad hacia el mundo vegetal era la consecuencia lógica de mi simpatía por estos seres silenciosos, y que por eso, como siempre ocurre cuando alguien desarrolla una fuerte afición a algo, empezaba a ver por todas partes el objeto de mi interés. Quienes se hayan enamorado alguna vez sabrán de lo que estoy hablando: es esa extraña sensación de que todo lo que contiene el universo, por lejano o insignificante que sea, se nos antoja relacionado con aquello que amamos. Cada suceso, cada canción, incluso el tiempo o las baldosas que pisamos por la calle, todo halla un eco perceptible en nuestra situación amorosa.
Es la perspectiva que congrega a todos los seres, plasmada por Stefano Mancuso en La planta del mundo.