Cartas desde Alemania
- Ricardo Bada - Sunday, 29 May 2022 07:12



Por lo que se refiere al peso de su obra, Asta Nielsen es al cine mudo alemán lo que Charlie Chaplin al de Hollywood, y universal, aunque sus filmografías difieran en temáticas y soluciones técnicas. Provenía de una familia humilde de Copenhague y quedó huérfana de padre y madre antes de sus quince años. Fue atraída muy pronto por la escena y escaló grados en los escalafones daneses hasta convertirse en primera dama, como se decía entonces en el argot de la farándula.
Tras filmar por primera vez un cortometraje, Abismos, en Dinamarca, 1910, su primer marido (tuvo más), el director Urban Gad, la convenció de que debían emigrar a Alemania, donde se estaba fraguando la gran aventura de los estudios de Babelsberg, y desde 1911 con Sangre caliente, un drama erótico acerca de un affaire de una dama con su chofer, hasta 1932, con Amor imposible, su único filme sonoro, Asta Nielsen rodó ochenta y un títulos en Alemania y se convirtió en la indiscutible estrella del cine en este país. Disfrutó de una popularidad sólo comparable con la que hoy disfrutan los monstruos sagrados del séptimo arte, y en una época anterior al merchandising su nombre sirvió para vender productos de belleza y qué sé yo cuántas cosas más.
Repasando su filmografía asombra la versatilidad de sus creaciones, encarnando personajes tales como la Elena de La ronda, de Schnitzler; Mata Hari; la Natacha Barachkova de El idiota, de Dostoievski; la señorita Julia de Strindberg; la Lulú de Wedekind; María Magdalena; la Teresa de La casa junto al mar, de Stefan Zweig; la Hedda Gabbler de Ibsen; la Maria Lechner de Bajo la máscara del placer, compartiendo cabecera de cartel con Greta Garbo; y por encima de todo, su revolucionario Hamlet, para cuya filmación tuvo que crear su propia productora, pues nadie quería correr un riesgo tan grande como el que significaba ese rodaje.
Hamlet (1921), en la censura desde noviembre del año anterior, recién fue autorizada tres meses más tarde, y como no apta para menores. El problema no era que al príncipe de Dinamarca lo interpretase una mujer: la gran Sarah Bernhardt ya lo había hecho antes en el teatro, en París. El problema es que, en la versión de la Nielsen, Hamlet es una princesa, es mujer, educada entre varones y como varón, y está enamorada de Horacio, quien a su vez lo está de Ofelia, y ésta de Hamlet. Para la historia del cine quedará inmortal la escena en que la Nielsen se precipita hacia el ataúd donde yace el cadáver de su padre y abraza aquella madera inerte como si fuese carne viva. No en vano, los críticos de su tiempo la apostrofaban como “la Eleonora Duse del cine”, y la Duse sigue siendo considerada una de las cumbres del arte actoral de todos los tiempos.
En 1936, tras rechazar los cantos de sirena de Goebbels, que quiso engancharla en el carro de Tespis nazi, Asta regresó a Dinamarca y no volvió a actuar ante las cámaras, sólo en el teatro. Y a instancias de su gran amigo Johannes Vilhem Jensen (Premio Nobel 1944) escribió sus memorias. Aquí debo confesar que no tenía la más remota idea de su persona hasta que un día, en Ámsterdam, leyendo un diario neerlandés, encontré la reseña de Senderos, las memorias de Liv Ullman, donde el crítico aprovechó para enlistar una amplia bibliografía firmada por grandes actrices. Destacaba como grandioso el libro de Simone Signoret, pero también le dedicó espacio a los de Marlene Dietrich, Lilli Palmer y Shirley MacLaine, para concluir diciendo que el mejor de todos los escritos por actrices es La musa muda, de la danesa Asta Nielsen, la gran actriz del cine alemán en los años diez y veinte. Y creo que es cierto. Lo leí en 1977, apenas apareció en Alemania occidental –con licencia de la edición publicada en la RDA– y lo devoré como un Apfelstrudel recién salido del horno.
Ahora lo saqué del estante y acabo de releer la escena de su encuentro con Hitler en una recepción, y cómo le dijo que no había conocido en toda su vida a un solo político que tuviese la más mínima idea del arte. ¡Pobrecito Adolf, que quiso ser pintor!.