




La adolescente de Juan Domingo Perón
En junio de 2021 se publicó en Buenos Aires La niña de sus ojos, una intensa, desoladora novela breve del poeta y narrador Vicente Muleiro, que recrea el amorío de Juan Domingo Perón con Nélida Haydée Rivas (Nelly), una adolescente de catorce años, que duró de 1953 a los días del golpe de la autoproclamada Revolución Libertadora, en septiembre de 1955.
Un día a la semana de 1953 las adolescentes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) iban a la vasta Quinta de Olivos, la principal residencia presidencial, y se sugiere en la novela que un buen número de las estudiantes esperaba ser la elegida. Perón había enviudado de Evita el 26 de julio de 1952. Con habilidad, con tenacidad, la estudiante Nelly Rivas, una muchacha pobre crecida en el barrio de San Telmo, agraciada, carismática, va acercándose a Perón, que a su vez la va acercando, hasta que en un acto decidido Nelly llega por su propio pie al Palacio Unzué, que era la otra residencia presidencial situada donde hoy se yergue la Biblioteca Nacional. En ese bellísimo palacio había muerto Evita y la canalla reaccionaria solazándose había escrito en su agonía, con grandes letras en sus muros exteriores, VIVA EL CÁNCER. Nelly primero habita en un cuarto y luego en el de Perón. Ambos acabarían enamorándose, y Nelly, en los casi sesenta años que aún viviría, no negará nunca que lo quiso, pero añadiendo que él la quiso también. Salvo algunos comentarios aislados, el tema político Perón no lo tocaría con Nelly. La muchacha consigue que Perón regale a sus padres una vivienda decorosa en calle Sarandí, presumiblemente, creo, donde la calle atraviesa el barrio de San Telmo.
Pese a la multiplicación de los rumores, pese a los incisivos ataques mediáticos de sus enemigos, equivocadamente Perón no les atribuye mayor importancia, como si no midiera el tamaño del odio de buena parte de las fuerzas armadas, de la burguesía empresarial, del clero y de cierta clase media. Perón aun los provoca públicamente llevando a Nelly al Festival del Cine de Mar del Plata, a Luna Park a la pelea del famoso boxeador Rafael Merendino y haciéndole su fiesta de quince años.
Complementa la narración, escrita en cursivas, otra narración, o más precisamente, extractos tomados por Muleiro del libro Amor y violencia, que escribió Juan Ovidio Zavala, el abogado de Nelly, publicado a la muerte de ésta en 2012, de las cartas de Perón y de Nelly y de datos tomados de muchos textos que se escribieron sobre el asunto. Muleiro los integra de aquí y de allá para hacer más vívida la principal historia.
En la semana del 16 al 23 de septiembre de 1955 se da el levantamiento contra el régimen peronista, encabezado por Eduardo Lonardi y Jorge Eugenio Aramburu. Sin elegancia, Aramburu pide actuar con la “máxima brutalidad posible”. Perón renuncia para evitar la guerra civil. Se refugia en una cañonera paraguaya que acabará llevándolo a Panamá. Todavía desde la cañonera manda dos cartas a Nelly prometiéndole que mandará traerla al extranjero. Ese encuentro en el extranjero nunca se daría.
Lonardi sube al poder, pero menos de dos meses después Aramburu da un golpe palaciego.
Los capítulos finales de la novela dejan un nudo en la garganta. Fuera de toda ley, o si se quiere, torciendo todas las leyes, como es habitual en las dictaduras militares, encarcelan y torturan a Nelly y a sus padres. Soportando los nauseabundos interrogatorios, donde le decían de todo y más, la adolescente Nelly sólo responde que ella amaba al General y él la amaba. No podían enjuiciarla porque ella aceptaba la relación consensuada. En algún momento de aquel 1955 Nelly intenta suicidarse. Logran detenerla antes de que se arroje por la ventana. Hundida en cárceles infames se descuida hasta quedar casi en los huesos; los padres, en otras cárceles, no la pasan mejor.
En el decreto-ley, 4161, el régimen de facto del general Jorge Eugenio Aramburu estableció que a partir del 5 de marzo de 1956 se prohibía “utilizar las imágenes de Juan Perón, de Eva Perón, de toda insignia o símbolo partidario”, y asimismo se prohibía “entonar la marcha Los muchachos peronistas, Evita capitana y toda música, silbo o tarareo que evocara al dictador depuesto o a su mujer muerta y su cadáver desaparecido”. El extremo: no se permitía ni siquiera mencionar sus nombres en ningún tipo de escrito.
Dentro de la demencia de los militares, para que no hubiera nada que recordara a Perón se demolió en 1956 el bellísimo Palacio Unzué, donde Evita vivió y murió y donde Perón cohabitó con Nelly. Hay fotografías donde pueden verse imágenes de la demolición.
Al salir de la cárcel, la adolescente Nelly pensó que tenía dos caminos: suicidarse o llevar una vida gris y al margen. Se decidió por el camino menos desolador y aciago. En 1958 se casó con un empleado de banco. Tuvo dos hijos.
El 29 de mayo de 1970 la organización peronista Montoneros secuestró en su casa y ultimó dos días después al general Jorge Eugenio Aramburu.
Perón, con Isabelita como candidata a vicepresidenta, ganó las elecciones en septiembre y regresó al poder el 12 de octubre de 1973. Visitó el matrimonio a Perón y Nelly le contó toda su historia después de septiembre de 1955. Lloraron. El General dijo a Nelly que entendería que esa fuera la última vez que se encontraran.
Perón murió en julio de 1974 y en Argentina vendría el desastroso gobierno de su viuda Isabelita Perón (1974-1976), quien sería derrocada por la más despiadada dictadura militar que ha habido en la historia del país sudamericano, llamada Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983).
Triste, apagadamente, Nelly sobreviviría a Perón treinta y ocho años.