Artes visuales

- Germaine Gómez Haro | [email protected] - Sunday, 19 Jun 2022 06:47 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
El tiempo, el amor y la muerte en la escultura de Urs Fischer

 

Urs Fischer (Zurich, Suiza, 1973) es uno de los artistas más destacados en el arte contemporáneo mundial. La magna exposición retrospectiva de veinte años de quehacer artístico, que se presenta hasta el 18 de septiembre en el Museo Jumex, recorre los vericuetos y claroscuros del trabajo a un tiempo lúdico e irreverente, enigmático e inquietante, de un artista explorador de técnicas y materiales insólitos. Trastocar la realidad y crear juegos de ilusionismo sirviéndose de recursos como el trompe l’oeil, para explorar temas relacionados con la percepción y la representación, son características de su trabajo que va desde obras de diminutas dimensiones –Fire (fuego), una llamarada de 15x14 cm colocada en el piso o Maybe (quizás), dos caracolitos mecánicos de 6x14 cm que se desplazan a paso lento por la sala donde se exhibe la bellísima instalación Melody (melodía)– hasta Things (cosas), un rinoceronte de aluminio tamaño natural rodeado de objetos de uso cotidiano que parecen “flotar” en desafío a la gravedad. Su magistral manejo de la escala monumental queda patente en la soberbia escultura creada ex profeso para la plaza exterior del museo y da nombre a la exhibición: The Lovers #2 (los amantes #2). Este portentoso volumen de formas sensuales entreveradas en deslumbrante contraste plateado y dorado establece un diálogo armonioso con el elegantísimo edificio de David Chipperfield y su entorno.

El arte de Urs Fischer se despliega en un amplio horizonte donde hay cabida para un sinfín de propuestas que van de la simplicidad extrema –Nickname (apodo), una mariposa conservada posada sobre un croissant también conservado– a la mencionada instalación Melody, integrada por unas 6 mil gotas de colores suspendidas del plafón que crean un juego visual de sorprendente calidad poética. Lo que no hay que perder de vista al recorrer las cincuenta obras de la muestra es que uno de los principales ingredientes del arte de Fischer es el humor, unas veces lúdico y, en la mayoría de los casos, ácido e irreverente, aunado a su fascinación por el absurdo, la ironía y lo impredecible. Para el artista suizo la libertad creativa, en cuanto a su lenguaje formal neo-barroco y al empleo de materiales no convencionales –en algunas fichas se menciona hasta el uso de “mugre”–, es lo que define una producción que resulta inclasificable. Quizás lo más conocido y celebrado de su trabajo son sus exquisitas esculturas realizadas en cera que se encienden al inicio de las exhibiciones y se van consumiendo lentamente hasta desaparecer, en alusión a uno de los temas más relevantes de la historia del arte que es el vanitas, la representación metafórica de la fugacidad del tiempo. Para esta muestra creó la pieza Eugenio y Esthella (retrato del coleccionista Eugenio López Alonso, presidente de Fundación Jumex Arte Contemporáneo, tendido en el regazo de una mujer), hermosa composición que remite a otro tema crucial de la historia del arte, las Pietá (piedades) y que para estos momentos ya estará en vías de desaparición. Su obra maestra es la grandiosa instalación que construyó para la Rotonda de la Bourse de Commerce de París, sede de la Colección Pinault, en la que recreó con fidelidad la famosa obra El rapto de las Sabinas del escultor manierista Giambologna (siglo XVI) acompañada de alusiones a nuestro mundo actual, conjunto de obras efímeras que se consumió lentamente hasta devenir una masa amorfa de parafina para dar lugar a un memento mori.

Urs Fischer invita al espectador a meditar sobre el tiempo, el amor y la muerte. El tiempo que consume la vida, el amor que la redime y la muerte que se palpa con una mirada lúdica y desenfadada. Lo he escuchado repetir en diversas entrevistas la palabra joy (alegría) para referirse a su creación, y tengo para mí que ese es su principal objetivo: hacer un arte que suscite alegría en el espectador.

Versión PDF