Cinexcusas

- Luis Tovar | @luistovars - Sunday, 19 Jun 2022 06:59 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Fuera de la ley (unos y otros)

 

No es por casualidad, sino por estricta lógica, que al cine mexicano le haya brotado un subgénero nuevo en los años recientes: el que bien puede ser denominado “cine del narco”. Lógica lamentable, sin duda, pues obedece al hecho de que la realidad nacional lleva como mínimo tres lustros permeada hasta los huesos por la presencia nefasta del llamado crimen organizado en las actividades lo mismo sociales, colectivas e institucionales, que del ámbito personal y privado.

Ha sucedido antes con otras temáticas lo mismo que ahora sucede con ésta: abundan productores, guionistas y realizadores que sólo la ven como un filón del cual aprovecharse para lograr el éxito mediático; en ese grupo caben algunos filmes y, sobre todo, series televisivas cuyos rasgos principales son la superficialidad conceptual, el tremendismo visual y, como resultado, algo que se parece demasiado a la apología de la ilegalidad y el deterioro ético lo mismo social que individual.

Por otro lado están, escasas todavía pero memorables, películas que abordan el tema del narcotráfico, sus derivaciones e implicaciones, con una visión claramente orientada a la comprensión, reflexión, condena y denuncia de un fenómeno socialmente lacerante. Ejemplos de este cine son, por mencionar sólo tres, Heli (Amat Escalante, 2013), Sin señas particulares (Fernanda Valadez, 2020) y La civil (Teodora Mihai, 2021).

Tampoco es por casualidad que estos tres últimos filmes compartan un mismo punto de vista narrativo: a diferencia de las producciones apologéticas, en Heli, Sin señas particulares y La civil no se miran los hechos desde la perspectiva preponderante de quienes perpetran los numerosos ilícitos en los que consiste casi la totalidad de las tramas, sino desde el otro lado, es decir el de las víctimas de dichos crímenes. Sencilla en términos formales, la diferencia de enfoque lo cambia todo: en lugar de una equívoca y más o menos ambigua fascinación por la conducta y la psicología delincuencial, se obtiene un retrato más o menos fiel, en función de las cualidades de cada película, de la realidad, tal como la vive una población por lo regular indefensa frente a los niveles de violencia nacionales, e invariablemente víctima de dicha violencia.

El punto intermedio

A diferencia de Heli y Sin señas particulares, lo que La civil plantea –y que podría o no estar basado en hechos reales, como se ha dicho– es una suerte de punto intermedio entre la indefensión absoluta y la obtención de justicia por propia mano: encarnada de manera impecable por Arcelia Ramírez, la protagonista de la historia, llamada Cielo, emprende la búsqueda de su hija adolescente luego de que ésta fue levantada por un par de sicarios adolescentes que exigen un rescate, lo reciben y, no obstante, jamás devuelven a la joven secuestrada.

A partir de ese momento, Cielo lleva a cabo el viacrucis que todo familiar de un desaparecido en México ha sufrido: el de la insistencia inútil y el tiempo que corre frente a la impericia y la indolencia de las autoridades locales y regionales que deberían ayudarla, y en muchos casos la connivencia de tales autoridades, pero también de miembros de la población, con los perpetradores del crimen. Simultáneamente, Cielo experimenta la frustración y la impotencia inherentes, al mismo tiempo que su vida entera se trastoca y, como en un embudo, se concentra de manera exclusiva en la búsqueda de su hija desaparecida. La insistencia de Cielo encuentra eco en un destacamento del Ejército que, contra las reglas, la incorpora en pesquisas y operativos contra el brazo local del cártel de narcotraficantes que secuestraron a su hija, y es en virtud de dicha incorporación que ella consigue, aun de manera parcial, un poco de justicia.

La trama, que se antoja improbable aunque no imposible, propone por lo tanto una salida in media res de la situación actual, que bien puede funcionar a nivel alegórico: aun sin reparación del daño ni justicia plena es viable conseguir alguna reivindicación, así sea mediante recursos fuera de la vía institucional y legal.

 

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