La divina comedia humana De Balzac

- Vilma Fuentes - Sunday, 19 Jun 2022 07:01 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
La vasta obra del escritor francés Honoré de Balzac (1799-1850), reunida en 'La comedia humana', más de noventa novelas que escribió, entre otras muchas, en sólo cincuenta y un años de vida, es y será referente de la literatura universal.

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“Leer a Balzac era leer la lengua de familia”, escribe Marcel Proust, quien fue iniciado por su madre en la lectura de La comedia humana durante su infancia. Mientras Gustave Flaubert se molestaba cuando lo comparaban con Honoré de Balzac, el autor de En busca del tiempo perdido se enorgullecía del elogio que significa verse comparado con el creador de las magníficas noventa novelas publicadas entre 1829 y 1855, reunidas bajo el título de La comedia humana, sin contar los Cent contes drolatiques, las novelas de juventud editadas bajo pseudónimos, y alrededor de veinticinco obras interrumpidas por su muerte, en 1850, a sus cincuenta y un años.

En El tiempo recobrado, última parte de su extensa obra, Proust demuestra que el proyecto de La comedia no se forjó en la imaginación de Balzac antes de la escritura de buena parte de sus novelas, donde fue dejando aparecer los cientos de personajes en una y otra, convirtiendo al protagonista de un relato en personaje secundario de otro, y un tercero en héroe o heroína de una enésima novela. En una palabra, el luciferino proyecto balzaciano está realizado en buena parte cuando Balzac puede visualizarlo en los cientos de páginas ya escritas.

Al principio, su ambición, ya inmensa, era hacer el retrato de la sociedad de su época, de personajes típicos de provincia y de París, de los distintos estratos sociales, cortesanas, aristócratas, políticos, presidiarios, jueces, empleados, ministros, veteranos de las guerras napoleónicas… En fin, una zoología humana.

El tejido de La comedia, su trama y sus personajes, avanza entre encuentros y extravíos, secretos y descubrimientos. La comedia termina en tragedia y la tragedia se transforma en comedia. El tejedor comprende de súbito que la maquinaria de su escritura tiene movimiento propio y que los personajes cobran vida y se mueven a su guisa. Aparecen cuando son necesarios, así sea sólo para lanzar un guiño de ojo al lector.

Uno de los pilares de su obra, personaje indispensable, columna vertebral y eje fundamental de su mecanismo es, sin duda, Vautrin, cuyo verdadero nombre es Jacques Collin. Para su creación, Balzac se inspiró principalmente en un personaje histórico, Eugène-François Vidocq, forzado evadido como Vautrin, quien aparece por vez primera en Papá Goriot. Vautrin, jefe de una banda de truhanes llamada “Los Diez Mil”, es apodado por éstos Trompe-la-Mort (Engaña-la-muerte), pues nunca es condenado a la pena capital. Collin se esconde bajo diversos pseudónimos, aparte de Vautrin y Trompe-la-Mort: Monsieur de Saint-Estève, el cura Carlos Herrera, William Barker. Los pseudónimos no ocultan sólo su verdadero nombre, también disfrazan los sucesivos personajes que va representando en la alta o baja sociedad y en sus rincones más subterráneos y secretos.

Jacques Collin se impone a los otros por su autoridad natural. Los presidiarios le confían mujer y fortuna mientras pagan su pena. Gracias a su extensa red, posee un poder considerable. Su inclinación por los hombres jóvenes lo lleva a ayudar a muchachos ambiciosos, de quienes busca hacer la fortuna. Tentador maquiavélico, en Papá Goriot trata de pervertir a Eugène Rastignac, otro actor importante de La comedia, pero el joven estudiante le resiste, pues le es imposible aceptar una fortuna que cuesta un crimen aunque éste no sea cometido por él sino por Vautrin.

Sus dones diabólicos para la intriga van a alcanzar su apogeo en Esplendores y miserias de cortesanas, donde encarna al cura español Carlos Herrera. Después de la muerte de su amada y de haber hecho correr el riesgo de cárcel al marido de su hermana, Lucien Chardon de Rubempré, joven poeta, decide suicidarse. Pero las dudas y el miedo lo asaltan. El encuentro casual con un cura español lo salva del suicidio… por unos años. Collin o Vautrin se esconde ahora bajo el nombre del sacerdote, a quien asesinó para robar su personalidad. Rubempré, ambicioso pero débil, se somete a la voluntad demoníaca del falso cura. Lucien es un joven apuesto, bello como un ángel, que seduce a todas las aristócratas de París. Convertido en marioneta de Herrera, Rubempré solicita de sus enamoradas cartas de amor ardiente y lúbrico. Herrera las guarda como una tabla de salvación en caso de peligro. El poeta se enamora de una cortesana con antecedentes de prostitución pública: Esther Gobseck. Vautrin utiliza la joven para ganar el dinero necesario para la adquisición de las tierras que le otorguen un título de nobleza. El banquero Nuncingen, otro personaje clave, pagará por la bella cortesana. Cuando Lucien le comunica que deben separarse porque, al fin, va a contraer matrimonio con una aristócrata, ella se suicida. La policía cree en un asesinato y un robo. Lucien y Herrera van a dar a la cárcel. Vautrin intenta salvar al muchacho. Demasiado tarde. Rubempré se ahorca en su celda. Herrera adquiere una nueva personalidad, que no será la última.

En La comedia humana, los personajes cobran vida, se hacen amar y odiar, saludan y, a veces, se van sin despedirse, con la seguridad de que el lector irá a buscarlos de nuevo entre sus inmortales e inolvidables páginas.

 

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