Tomar la palabra
- Agustín Ramos - Sunday, 19 Jun 2022 06:52



San Luis Río Colorado hace frontera con Mexicali, con Phoenix, Arizona, con el desierto de Altar, con el Mar de Cortés y con un río que se fue de mojado apenitas después de bautizar al crío. En voz de Rubén Meneses, SLRC es “territorio enmarcado por los límites entre dos países, dos entidades federativas, un extenso río y un desierto”. En SLRC “surgió, casi de la nada”, en homenaje “a un escritor local, Valdemar Barrios…” un proyecto que tres décadas después sigue como Jornadas Binacionales de Literatura Abigael Bojórquez [facebook.com/jornadas-binacionales-de-literatura-abigael-bohorquez]. Ahí me hallé a Nacho Mondaca, a Fidelia Caballero, a Juan Manz, a Alicia Hinojosa, a Graciela Silva-Rodríguez, a Manuel de Jesús Hernández, a David Muñoz, a Saúl Cuevas, a Jonás, Édgar, Arisdelcy, Vladimir y a más gente tan querida, como el susodicho Rubén, Rubén Meneses. De él, de ellos, y de ahí, traigo encuentros, reencuentros, desencuentros y libros extraordinarios… Comienzo:
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Gimme one penny, de Rubén Meneses (Sahuaripa), narra la convivencia de dos niños, Meño y el Ecoloco, en la piel de una frontera entre fronteras. El tío Juan, tan arquetípico y fronterizo como Juan Preciado, nos introduce a la zona roja y a la zona aduanal de SLRC. Novela seductora, agregada con dignidad a la literatura clásica que como Proust recupera el tiempo, como Calvino expone la fantasía de lo real y como Twain reivindica la insobornable sabiduría infantil.
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¡Es el adiós, Johnny Weismuller!, de Francisco Morales (Tecate), contiene cuentos que se leen como capítulos de novela y como cantos de poema narrativo. Su ámbito es la Colonia Agrícola, un Yoknapatawpha, una Comala, unos Placeres de Gardea, una Santa María de Onetti y un Dublín de Joyce. Entre uno y otro segmento los personajes aparecen y desaparecen con vistosidad de carrusel, desde el que da título al libro hasta Ña Lucita, de la que reproduzco esto: “ocupada en algún quehacer de los que se inventan las ancianas para enfrentarse mejor a los recuerdos, a los remordimientos... Amarilla de piel, blanca de pelo, cargaba sus arrugas indiferentemente”.
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De rojo me gustas más, de Armando Alanís (Saltillo), contiene lo que en el prólogo se califica atinadamente como “ficciones súbitas” y que consiste en una rica exposición de recursos retóricos, semánticos y fonéticos. Aliteraciones con la homofonía del error y el horror o con el dilema potenciado en un virulento “Ser res o no ser res”. Disociaciones inocuas y angustiantes. Desafíos donde predomina el humor cruel para mi gusto el más logrado–, menos cuantificable cuanto más dimensiones alcanza. Cruces de planos que propician dobles sentidos, paradojas. Juegos con el símil y la metáfora, bisturís cerebrales y delaciones obscenas: “Cuando la tuvo en la cama añoró todas aquellas noches felices en que la había soñado.”
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La víspera, de Rubén Sandoval (La Paz), primera de seis piezas teatrales reunidas en un volumen con ese título, escenifica dos culpas, a cuál más de grave. Una, la de un miembro de las SS ejecutor de la solución final. Otra, la de un célebre artista judío que no hizo nada contra el exterminio. El nazi se escuda en la debida obediencia, el artista se justifica con su estatus privilegiado. Y sobre esas culpas se desarrolla el peor de los pecados, que el dramaturgo presenta como un proceso transformador, subversivo, redentor y trágicamente inútil… Seguiré.