Arquitectura social: de los pueblos yaquis a Burkina Faso

- Anitzel Díaz - Sunday, 10 Jul 2022 07:54 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Crónica de un esfuerzo común entre los habitantes de Cócorit, pueblo de los yaquis, en el municipio de Cajeme, Sonora, y la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, para la construcción de varios espacios arquitectónicos con sentido social, como en el caso de la escuela primaria construida por Francis Kéré, en Gando, Burkina Faso, África.

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Pueblos de mezquite, palma y adobe, donde termina el desierto. Zanates que cantan desde los árboles. Colores y murales de aves y flora decoran los muros. Una estructura, más grande que las demás, rompe el infinito visual. El techo es de carrizo, lo que crea un juego de luz y sombra en el piso. Es un deportivo, una cancha, un centro comunitario. Es de las últimas obras entregadas al pueblo de Cócorit, Sonora, como parte del Programa de #MejoramientoUrbano de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).

“La instrucción para los compañeros que ya se encuentran en el territorio es entender la cosmovisión, la tipología y la inclusión de materiales locales de la región respetando los usos y costumbres. No llegamos con un prototipo de proyecto y simplemente lo adecuamos o ubicamos, sino que primero hacemos una investigación social, para determinar cuáles deben ser las intervenciones”, expresó Román Meyer, Secretario de Sedatu, acerca del proyecto.

Cócorit, el más antiguo de los ocho pueblos yaquis, es conocido como la hermana mayor. Su nombre viene de Ko’okoi, que significa chile; en específico, chiltepín. Hoy viven ahí poco menos de 21 mil personas. Para construir sus casas cortan el carrizo –en tiempos de luna– y utilizan el mezquite, enjarrado con barro, tanto en muros como en techos, dejando una de las paredes sin enjarrar con el fin de lograr ventilación cruzada cerca de los espacios destinados a la cocina.

En la intervención de las obras que realizó Sedatu, participaron los arquitectos Bernardo Bieri, de TABB; Daniel Filloy, de IGNITIA; Juan José Astorga, de Astorga Arquitectos e Ignacio Graf y su equipo. La comunidad, representada por sus Autoridades Tradicionales, participó desde la definición de las obras a realizar en sus pueblos hasta la creación de mobiliario y juegos infantiles de madera y materiales del lugar.

Para el edificio de la Guardia Tradicional –el órgano que rige el orden y la justicia– se tomó en cuenta el recorrido conocido como Conti –procesión característica de la celebración de Pascua en los pueblos yaquis que dura cuarenta días– que obligó a adaptar los diseños de conjunto.

En Loma de Guamuchil, Cócorit, la Sedatu ha intervenido más de 4 mil 100 metros e invertido 123 millones de pesos en el desarrollo de cinco obras de infraestructura: un Centro de Atención y Desarrollo Infantil y la Casa de Salud Comunitaria, espacio público con cancha de usos múltiples, guardia tradicional, un polideportivo y una casa de cultura; además de 295 acciones de vivienda por un monto de 42 mdp.

La arquitectura es vista como medio para dotar de identidad a una comunidad; para crear comunidad. Un lugar donde reunirse, aprender y crecer. En los pueblos mexicanos, históricamente, ha habido una iglesia y un cuadro. En la iglesia se venera, en el cuadro se socializa. Ambos han sido el centro de la comunidad.

Francis Kéré fue la primera persona en su comunidad que aprendió a leer. Este año, el 15 de marzo, se convirtió en el primer arquitecto africano en ganar el Premio Pritzker, el galardón más importante en el mundo de la arquitectura. Su primer edificio, la escuela primaria, fue construido por y para la gente de Gando. La comunidad contribuyó con materiales locales y mano de obra, la forma, la tridimensionalidad de la obra, la construcción y utilidad la aportó Kéré.

Nacida del entorno y el contexto natural, la arquitectura de Francis Kéré es parte de la tierra que la sostiene. Ocres acentuados con colores vivos. Metal, madera, formas orgánicas sin obviar la geometría.

“La buena arquitectura en Burkina Faso es un salón de clases donde puedes sentarte, tener luz filtrada, entrar de la manera que quieras usarla, a través de un pizarrón o en un escritorio. ¿Cómo podemos quitar el calor que proviene del sol, pero usar la luz para nuestro beneficio? La creación de condiciones climáticas para brindar comodidad básica permite una verdadera enseñanza, aprendizaje y emoción”, comentó Kéré para el Premio Pritzker.

Hoy las escuelas, los centros culturales, reclaman su espacio y se vuelven parte no sólo de la sociedad sino del entorno urbano visual de un pueblo; incluso de su atractivo turístico. Hoy la arquitectura social tiene cada vez más visibilidad a nivel mundial.

 

 

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