“Pepe el Toro es inocente…” / 75 años de 'Nosotros los pobres'

- Rafael Aviña - Sunday, 18 Sep 2022 08:48 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
‘Nosotros los pobres’ (1947), ‘Ustedes los ricos’ (1949) y ‘Pepe el Toro’ (1952), dirigidas por Ismael Rodríguez, forman una trilogía fundamental en la historia del melodrama en la cinematografía nacional. Este artículo recupera y documenta la filmación de la tercera y reflexiona sobre sus personajes y su trascendencia en el entorno social de entonces.

 

El 20 de octubre de 1947, Ismael Rodríguez emprendía la que sería sin lugar a dudas su película más exitosa y la más trascendente de toda su carrera, para bien e inclusio para mal, debido a la enorme cantidad de imitaciones, parodias y polémicas que Nosotros los pobres y sus dos secuelas generarían y, a diferencia de Los tres García (1946), La oveja negra (1949) y A toda máquina (1951), y sus respectivas secuelas, Ismael no filmaría las continuaciones de manera simultánea, al tiempo que concebía un muy atractivo tráiler o avance cinematográfico para promocionar su película en los cines.

La cinta se inspira –sin crédito– en el relato radiofónico de Pedro de Urdimalas, Una tumba para llorar, que transmitía la XEW al inicio de los cuarenta, centrada en una niña huérfana de madre, apodada Viruta, hija de un carpintero luchón, enamoradizo y de buena ley que encarnarían en la pantalla Evita Muñoz Chachita y Pedro Infante, cuya frase final corre a cargo de la propia Chachita, que responde a la pregunta expresa de una mujer con la que se topa en varias ocasiones en un cementerio: “No, señora, ahora ya tengo una tumba donde llorar”

Nosotros los pobres se titulaba originalmente Topillos y Planillas; personajes interpretados por Ricardo Camacho Villaseñor y su hermano Jesús –quien firmaba como Pedro de Urdimalas–, antes de que el personaje central fuera Pepe el Toro. Al parecer, Urdimalas escuchó una diatriba sobre la pobreza en México acreditada a Abel Cureño, el vendedor de naranjas del programa de radio La Banda de Huipanguillo y, a su vez, El Pinocho, voceador de periódicos en Nosotros los pobres, que decía: “Nosotros los pobres somos despreciados por la gente; nosotros los pobres no tenemos nada…” De ahí que Urdimalas, junto con Carlos González Dueñas e Ismael Rodríguez, realizaran ajustes para escribir la trama pensada en apariencia para que fuera protagonizada por David Silva, la estrella de Campeón sin corona (1945).

El impacto que tuvo en taquilla Nosotros los pobres catapultó la carrera de Infante y propició que se planearan dos secuelas, aprovechando además mucho del material desechado por Ismael en la cinta original. Ustedes los ricos se rodaría en 1949 y la tercera parte, que se titularía Ni pobres ni ricos, no pudo realizarse debido al fatal accidente aéreo que le costó la vida a La Chorreada Blanca Estela Pavón, en septiembre de ese mismo 1949. Por ello, el cierre de la trilogía tuvo que esperar hasta 1952 con la cinta Pepe el Toro.

El muestrario del dolor

“Advertencia. En esta historia, ustedes encontrarán frases crudas, expresiones descarnadas, situaciones audaces. Pero me acojo al amplio criterio de ustedes, pues mi intención ha sido presentar una fiel estampa de estos personajes de nuestros barrios pobres –existentes en todas las grandes urbes–, en donde, al lado de los siete pecados capitales, florecen todas las virtudes y noblezas y el más grande de los heroísmos: ¡el de la pobreza! Habitantes del arrabal en constante lucha contra su destino, que hacen del retruécano, el apodo y la frase oportuna, la sal que muchas veces falta a su mesa.” (Ismael Rodríguez en el prólogo de Nosotros los pobres.)

El filme abre con un par de niños de la calle, mugrosos y harapientos, que en un bote de basura descubren un álbum de familia: la gran familia proletaria mexicana inventada por Ismael y sus guionistas. Es decir; Ismael creó la antiversión almibarada de los infantes sin hogar y sin horizontes de Los olvidados (1950), de Luis Buñuel. Y es que la película de Ismael, la más repleta de secreciones de todo el cine nacional en su historia (lágrimas, sudor, sangre, pus, incluso flujos sexuales sugeridos) y una de las más vistas en México, se trastocó en el mayor muestrario del dolor y la pasión de barrio.

Una mujer de la vida airada tan coqueta como agresiva (Katy Jurado en estado de gracia sensual), una usurera asesinada a cuchilladas (Conchita Gentil Arcos), una hermana prostituta y tísica que encarnó de manera excepcional Carmen Montejo, una niña que busca afanosamente la tumba de su madre (Chachita), una anciana paralítica (María Gentil Arcos), muerta a golpes por un marihuano brutal: el genial Miguel Inclán en el papel de Don Pilar, incapaz de borrar de su mente la mirada de la anciana, única testigo del robo que el hipócrita vejete ha cometido en casa del Torito. Como sórdido clímax, una brutal pelea a muerte en una bartolina de Lecumberri, en la que Infante deja tuerto a Ledo, el notable y poco aprovechado actor secundario Jorge Arriaga, que clama con el rostro ensangrentado y un ojo arrancado: “¡Yo maté a la usurera! Pepe el Toro es inocente!” El propio Infante tenía aquí la oportunidad de mostrar a plenitud su cuerpo bien acondicionado físicamente y esa imagen sexual que Ismael creó a su alrededor.

Con un costo aproximado de 400 mil pesos, Nosotros los pobres se estrenó el 25 de marzo de 1948 en el cine Colonial. El 29 de julio de ese mismo año, Ismael iniciaba el rodaje de su continuación: Ustedes los ricos, en la que el personaje de Infante se enfrenta al horror de la venganza que representa El Tuerto, apoyado por su hermano Chepo (espléndido a su vez, José Muñoz). La truculencia feroz y desmedida fue la premisa de un melodrama que trazó caminos más delirantes que su antecesora: como ese primogénito Torito (Emilio Girón), quemado en una explosión, o ese vendedor de lotería jorobado, El Camellito (Jesús García), al que un tranvía le corta las piernas, cuando es perseguido por El Tuerto y sus secuaces. Con ellos, un electrocutado y dos hombres estrellados en el pavimento (Arriaga y Muñoz), al caer desde lo alto del edificio de la Comisión Federal de Electricidad en Avenida Juárez. Al final, en la humilde fiesta celebrada en la vecindad, aparece la verdadera y arrogante abuela de Chachita, Doña Charito (Mimí Derba), que exclama desde el quicio de la entrada: “Por favor, déjenme entrar. Estoy muy sola con todos mis millones y vengo a pedirles, por caridad, un rinconcito en su corazón…”

 

“¡Torito!”

Finalmente, en Pepe el Toro, realizada tardíamente en 1952, Infante abandona el barrio y su ascenso social es inminente. De carpintero se convierte en boxeador y ello no impide que siga cosechando desgracia tras desgracia y que le guarde luto eterno a su mujer, La Chorreada, quien ha sido atropellada junto con sus gemelitos, para tristeza de Lucha (Irma Dorantes), la vecina enamorada de Pedro. En esta tercera parte, Pepe el Toro se enfrenta al petulante retador pugilista Bobby Galeana, que interpreta magistralmente el villano Wolf Ruvinskis, luego de quitarle la vida al mejor amigo de Pepe: Lalo Gallardo (Joaquín Cordero), quien muere a golpes en el ring dejando a su mujer viuda (Amanda del Llano) y dos niños pequeños, uno de ellos, el pequeño José Luis Aguirre, en un filme que incluía la presencia de varios boxeadores de aquel entonces, como Pedro Ortega el Jaibo, Vaquero Caborca, Lucio Moreno, Luis Villa, Tony León o el Caballero Huaracha.

En Ustedes los ricos, película de enorme mensaje machista, Infante pasea con Nelly Montiel por el bosque de Chapultepec, se emborracha y llega tarde al cumpleaños de su mujer; Chachita recibe las burlas de sus compañeras y es defendida por El Atarantado (Freddy Fernández El Pichi). A su vez, Manuel de la Colina y Bárcena (Miguel Manzano), su verdadero padre que embarazó y abandonó a la Tísica, hermana del Torito, se acerca a ella. En una escena notable, la niña llama por teléfono a su papá millonario para que le mande automóvil y chofer sólo para cruzar la calle. No obstante, la mejor escena de Chachita en este filme es aquella donde la ya adolescente Evita Muñoz se corta el cabello para venderlo y comprar un extensible para el reloj del Ata, quien, a su vez, ha vendido su reloj para regalarle a Chachita unas peinetas para su larga cabellera, y después es rescatada de las llamas por su verdadero padre cuando El Tuerto y sus secuaces incendian la carpintería de Pepe el Toro, donde muere carbonizado el pequeño Torito.

Por su parte, Pepe el Toro, filme de mayor producción y precisión narrativa que sus predecesoras, pero menos espontáneo y emocionante, se inicia con Chachita obsequiando regalos a los pobres de la vecindad, ya que su abuela (Derba) ha muerto, heredándole una fortuna. Sin embargo, al no poder probar su parentesco, vuelve a la pobreza. Por supuesto, su mejor escena, copiada de Sucedió una noche (1934) –con Claudette Colbert y Clark Gable, dirigida por Frank Capra–, es aquella donde El Atarantado y Chachita tienen que pasar la noche juntos, separados sólo por una cortina; se besan y terminan casados. Al final, el personaje de Evita Muñoz se embaraza y tiene su hijo precisamente durante el enfrentamiento boxístico entre Pepe el Toro y el malvado boxeador Bobby Galeana.

 

El melodrama radiográfico-social

Las enormes actuaciones que proporcionaron Pedro Infante y Blanca Estela Pavón y el esfuerzo brutal de Ismael Rodríguez por trazar el estado de ánimo emocional de las clases más desprotegidas en Nosotros los pobres y Ustedes
los ricos,
crearon múltiples expectativas en el público, la crítica y la industria. A sus setenta y cinco años, la principal y absurda expectativa tiene que ver con la corrección política, que condena una joya inigualable y uno de los más intensos momentos de nuestra cinematografía. “Recuerdo un día, cuando filmábamos Ustedes los ricos, que Pedro peleaba en la azotea del edificio de la Comisión Federal de Electricidad y para molestarme se colgaba de la bardita: –No, Pedro!–… –Ahorita me suelto–…–¡No, hombre, qué bárbaro eres…” (Ismael Rodríguez, entrevistado por Eugenia Meyer en 1976.)

 

 

Versión PDF