La otra escena

- Miguel Ángel Quemain - Sunday, 30 Oct 2022 07:23 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
'Liminal', lo escénico en el umbral de Ana Pruneda

 

Liminal… una obra que danza en el umbral es el título del trabajo que presentó Ana Pruneda, bailaora y coreógrafa de larga trayectoria, con una gran riqueza y generosidad que no sólo propone su cuerpo, su historia y su técnica transformándose en un trenzado lleno de imaginación y sentimiento, sino que también ofrece un arte que se hace en conjunto, no quiero utilizar en este primer acercamiento el giro “en equipo”, porque lo que está puesto ahí es algo distinto: “…cada quien hace lo que le corresponde en el momento preciso, hilvanándose en cada instante y eso le da al trabajo la belleza de lo vivo que podemos gozar en el flamenco más tradicional, más tribal, barrial y auténtico y, a un tiempo, la incertidumbre del instante en que nos abisma el mundo actual donde el intérprete es el propio creador y espectador de su subjetividad innegable”.

Y no hablo de improvisación; aquí no hay improvisación sino la construcción del instante mismo de la ejecución, que escapa a la repetición rutinaria de un espectáculo acabado y “memorizado”. Se pueden sentir las “dificultades” creativas que enfrenta un guitarrista de enorme experiencia como José Juan Trespalacios para seguir el cante poderoso, juguetón y riguroso de Eduardo Arreola y el paso de Ana Pruneda, que los tiene como referentes, y al mismo tiempo se sitúa como referencia para cada uno de ellos.

El trabajo de José Juan Trespalacios, riguroso en lo clásico y el flamenco, está instalado en el aquí y ahora de la ejecución de Pruneda y la sigue, pareciera que la guitarra está atenta a un desempeño sobre el que unos dedos intuitivos pulsan en “desatención” creativa, en flotación, sobre lo aprendido que se prueba sobre un pautado que este caso no es necesario.

Es muy interesante observar su ejecución, porque es el síntoma Pruneda y uno de los parámetros para seguirle el paso a esta bailaora poderosa, de una gran fuerza física que se mueve en contrapunto con la técnica sumisa a esa imaginación y enorme capacidad estructurante de una narrativa desde la que conmociona al flamenco tradicional para hacerlo propio y, a la vez, contemporáneo y mestizo.

Tuve la oportunidad de ver este trabajo con dos niñas de siete y ocho años. Me asombró que, palabras más o menos, las atravesara una pregunta sobre la dificultad de recibir los cambios, la certeza de que uno jamás estará preparado para enfrentar las pérdidas y que no queda otra que transformarlas, al mismo tiempo que uno está transformándose por ellas. Una sombrita de ese futuro dolor domesticable.

La obra está compuesta por tres estancias que muestran los cambios y los ritos de paso de su protagonista, expresados en un prólogo melancólico que se acompaña de “Algo sobre la muerte del mayor Sabines”, del poeta Jaime Sabines y un epílogo: Separación, Margen y Agregación.

Dice el programa de mano: “En la separación, el individuo abandona su pasado y lo que fue. El margen representa el corazón de la fase liminal, en la que está en pleno tránsito entre dos mundos. En la agregación, la persona cumple su destino y toma su lugar en la comunidad humana.”

Refiero esta reflexión de unas niñas porque con esa simplicidad y llaneza transcurre esa estructura de tanta complejidad artística que han trazado en lo musical Eduardo Arreola (espectacular en la voz, percusión y violín) y José Juan Trespalacios al crear con sus arreglos y música original las transiciones precisas para disolver las fronteras entre la música popular de nuestro continente y mostrar las raíces y las influencias mutuas entre el flamenco y la lírica popular.

Pruneda puso la vara muy alta con este estreno al que le siguen dos compañías más de gran prestigio: la de Lourdes Lecona con el trabajo Caña y candela pura, este domingo (18 horas) y la de Elisa Pérez el 4, 5 y 6 de noviembre, en Los Talleres, ese espacio entrañable para la danza, en Francisco Sosa 29, Coyoacán.

 

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