¿Tienes que estar desnuda para entrar a un museo?

- Anitzel Díaz - Sunday, 27 Nov 2022 11:43 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar al Metropolitan Museum? En 1989, las artistas visuales, escritoras y directoras de cine conocidas como Guerrilla Girls salieron a la calle a demostrar su descontento con el mundo del arte que, de acuerdo con ellas, sigue “apestando”.  

 

Durante la década de los años setenta del siglo pasado, en el punto más álgido del movimiento feminista, surgió el Feminist Art Movement que transformó el mundo del arte ayudando a las artistas a crear y exhibir, pero sobre todo a controlar el flujo de su obra por medio de espacios cooperativos. Como menciona Holland Cotter en su artículo “Two Nods to Feminism” en The New York Times: “el movimiento feminista no sólo dotó de nuevos contenidos a la pintura, la escultura y la fotografía, sino que introdujo el performance, el video y la instalación”.

En 2015, la curadora e historiadora del arte estadunidense Katy Hessel “entró en una feria de arte y se dio cuenta de que, de las miles de obras de arte que tenía ante mí, ninguna era de una mujer” y decidió escribir un libro: The Story of Art Without Men (La historia del arte sin hombres); una obra recopiladora, un viaje por quinientos años de historia y más de cuatrocientos artistas que no sólo recuerda a figuras icónicas, sino también arroja luz a las voces emergentes femeninas dentro del arte.

Georgia O’Keeffe, Elizabeth Catlett, Tina Njideka Akunyili Crosby, María Berrío, Lisa Brice, Guerrilla Girls, Somaya Critchlow, Tracey Emin, Jadé Fadojutimi, Chantal Joffe, Julie Mehretu, Zanele Muholi, Wangechi Mutu, Celia Paul, Deborah Roberts, Khadija Saye, Sarah Sze and Flora Yukhnovich; mexicanas: Tina Modotti, Alice Rahon, Leonora Carrington, Remedios Varo, Frida Kahlo, Aliza Nisenbaum, entre muchas otras. Cada una recibe el tratamiento crítico que se merece como artista. La obra se analiza por su peso en la historia, por su valor documental, por su contexto, formato y creación. Se denuncia la desigualdad, no sólo en el reconocimiento, sino en el mercado del arte. Después de todo, lo que no se conoce no existe.

“A los hombres les gusta etiquetarme como la mejor pintora. Yo creo que soy una de los mejores pintores”, dijo al respecto Georgia O’Keeffe, que fue de las primeras mujeres en ser exhibida en el Metropolitan Museum of Art, esto es, haber cruzado el umbral del museo sin estar retratada en un cuadro. En 1989 menos de cinco por ciento de artistas en la sección de arte moderno en un recinto museístico eran mujeres; para 2005 esta cifra había descendido al tres por ciento. El último conteo apunta al cuatro por ciento en relación con el setenta y seis por ciento de los desnudos que son femeninos.

O’Keeffe, musa, pintora, artista, nunca reniega de su condición de mujer; la resalta, la retrata, la dibuja, la pinta. No se debe negar el profundo significado femenino de su obra. De manera quizá inconsciente se convierte en un icono de la lucha feminista, no por la lucha en sí, sino por haber logrado habitar el mundo del hombre.

“Aliza Nisenbaum, nacida en México (nacida en 1977), usa el género para el cambio social al honrar a profesionales y personas de comunidades subrepresentadas en sus pinturas profundamente expresivas y psicológicamente intensas”, escribe Katy Hessel.

Las pinturas de Nisenbaum son retratos realistas de las periferias, los invisibles. Su paleta remite a los textiles mexicanos que rodearon su infancia. “Sigo sintiendo que el coleccionismo de mujeres artistas no es proporcionado, y las voces de las mujeres no siempre se escuchan” dijo la artista en una entrevista.

La Real Academia de Artes de Londres fue fundada en 1824 y realizó su primera gran exposición individual de una artista, Artemisia Gentileschi, en 2020. Artemisia murió en 1656. Una investigación de la BBC publicada en agosto indicó que las bellas artes son uno de los entornos laborales más desiguales, mientras que Jeff Koons es el artista con el récord más alto en una sala de subastas con 91 millones de dólares, mientras el mayor precio alcanzado por una mujer, Jenny Saville, es de 12.5 millones de dólares.

The Story of Art Without Men, de Katy Hessel, fue publicado por Penguin el pasado mes de septiembre y está siendo traducido a más de una docena de idiomas, español incluido.

 

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