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Los demonios de Vlady

‘Vlady. Demonios revolucionarios’, prólogo de Claudio Albertani y Silvia Vázquez Solsona, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, 2021.
Claudio Albertani

 

Saludo con muchísimo gusto la publicación de este nuevo libro sobre Vlady, Demonios revolucionarios, y agradezco a Fredy Nazario y al área de publicaciones de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México el cuidado y la pulcritud de la edición. Aunque es el catálogo de la exposición del mismo título que hicimos en 2015 en el Centro Vlady de la UACM, me parece que estamos en el mejor momento para presentarlo. Y es que, en el ámbito artístico, este 2022 se recordará no solamente por las celebraciones del centenario del muralismo, sino también por ser el año de Vlady, el pintor de origen ruso que llegó a México en 1941, junto a su padre, el escritor disidente Victor Serge.

Y digo el año de Vlady (Petrogrado 1920-Cuernavaca 2005) porque, además de este libro, en el Colegio de San Ildefonso tenemos actualmente la magna exposición Vlady. Revolución y disidencia, de la cual somos curadores Oscar Molina, de la UNAM, Araceli Ramírez Santos y yo mismo, de la UACM. La exposición se inauguró el pasado 8 de septiembre y quedará hasta el 30 de abril de 2023, de manera que invitamos a los que todavía no lo han hecho a que la visiten y la gocen. Son unas 380 obras, algunas de gran formato, de las cuales cerca de 280 proceden del propio Centro Vlady y las otras del INBAL, la UNAM y coleccionistas particulares.

El libro no ha perdido su vigencia porque refleja una etapa de los estudios vladianos que impulsamos desde la UACM, esta universidad a menudo injustamente criticada, en la cual me honro de trabajar. En este sentido, Demonios revolucionarios es uno de los primeros intentos de interpretar la compleja iconografía vladyana, a partir del análisis de las fuentes visuales del pintor que realizamos la curadora Silvia Vázquez Solsona y yo mismo, a la sazón responsable del Centro Vlady. Nuestro recurso principal fueron los 318 cuadernos de apuntes que resguarda la UACM, un verdadero tesoro que abre las puertas del mundo artístico de Vlady y que se puede consultar en línea y en edición crítica, a través de la página oficial de la universidad.

Como explicamos en la introducción, no es fácil entender a Vlady. Perteneció a diferentes mundos, a distintas culturas y a varias épocas: al siglo XX, en primer lugar, pero también al XIX, por la pesada herencia familiar y al XXI por ser –me atrevo a decir– “la vanguardia de mañana”, en la medida en que pone en el centro esa necesidad de revolución que tanto hace falta en nuestros días, pero también una contundente reivindicación de libertad y disidencia.

Aclaro que no utilizamos el término “demonio” en el sentido cristiano, sino en la acepción original griega que no necesariamente contiene una connotación negativa. Para los griegos, los demonios que habitan en cada hombre hablan de un genio bueno y de un genio maligno. El primero nos empuja y aconseja acerca del bien y hacia el bien; el segundo nos corrompe y nos inclina al mal. La dialéctica de Vlady juega entre el bien (la revolución) y el mal (la contrarrevolución), mientras que la salvación es la negativa a someterse al mundo tal y como es.

Habría que añadir que, si bien nuestro pintor siempre manifestó abiertamente su pasión revolucionaria, la iconografía con que la soporta no es explícita. Entonces lo que nos proponemos en Demonios revolucionarios es justo esto: intentar comprender la gestación del conjunto de imágenes simbólicas que Vlady fue creando a lo largo de más de siete décadas de trabajo. El libro se puede tomar, entre otras cosas, como una excelente introducción al mundo del pintor ruso-mexicano y a la exposición del Colegio de San Ildefonso ya que, entre otras cosas, aborda las claves para entender obras tan importantes como el Tríptico trotskiano y el Xerxes –ambas expuestas en San Ildefonso– y el conjunto muralístico Las revoluciones y los elementos de la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada.

 

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