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Mujeres de antología

'Mulieribus', Juan Manuel Roca, Sílaba, Colombia, 2022.
Marco Antonio Campos

 

Tres rasgos cualitativos caracterizan la lírica de Juan Manuel Roca: imaginación, poder y concisión verbales.

Mulieribus, publicado por la editorial Sílaba de Medellín, Colombia, hace unos meses, es una antología temática donde el centro irradiador son las mujeres. Un homenaje a ellas, una celebración por ellas: reales, artísticas, literarias, políticas, cantantes… “Todas tienen tratos con mis sueños”. En los poemas de Roca las imágenes de mujeres varían como en cristales o espejos: están y no están… Son abejas que vuelan y hacen figuras exactas en el aire y regresan a la colmena. Figuras que el poeta vuelve efigies en monedas. Una mujer que lava el agua, todo lo que contenga agua, es el motivo central del libro.

Entre las mujeres reales encontramos a la uruguaya Marosa di Giorgio, quien en su vida y en su poesía volaba en un espléndido desvarío, “con su gesto de niña y de bruja,/ de maga azul y madrastra de los dioses”, y a la inolvidable poeta colombiana María Mercedes Carranza, a quien escribe Roca a la hora de su suicidio un poema que parece un llanto, y en el que hay palabras adoptadas y adaptadas de “El desdichado” de Nerval. Apenas resisto reproducir un fragmento: “Al asomarse a la ventana/ encuentra que se robaron el paisaje./ Mira el techo de la alcoba/ y en vez de la lámpara de lágrimas/ el cielo filtra la luz que agoniza./Se asoma al espejo y ve caer/ la estrella rota de la melancolía./ Divisa una casa en ruinas,/ un país de cielos abolidos/ y gentes que guardan en cajas de cartón/ un pedazo azul de lejanía./ La soledad,/ que es estar en los ojos de ninguno,/ termina por fraguar su negro muro.” Hallamos también a Bettina Brentano, pero quien la visita en el poema no es Goethe (el amante), sino Karl Marx, y a la anarquista Louise Michel, que pudo encontrarse con Rimbaud en el breve relámpago de la Comuna de París entre marzo y mayo de 1871.

Entre las mujeres que son personajes literarios están la mágica y sorprendente Alicia rodeada de un mundo de múltiples y pequeñas maravillas; Penélope, pidiéndole contrariamente a Ulises que se quede con Calipso y no vuelva a Ítaca; Lady Macbeth, cuya culpa la lleva sangrientamente a la locura; Scherezade, quien más que un personaje tal vez sea un cuento en los cuentos de las Las mil y una noches; aún se oyen las palabras de la ahogada Ofelia.

Aficionado a la pintura, de la que ha escrito tantos poemas y artículos, Roca recrea la posible vida de “La joven del arete”, de Vermeer, tal vez el retrato femenino más hermoso de la historia; el instante cuando una asombrada espectadora contempla en el Louvre a la Gioconda; la gracia melancólica de las mujeres de Chagall, y la bella muchacha que mira el cuadro de una hermosa muchacha de Mantegna y el que mira a las dos puede preguntarse cuál es más bella. Si hay un pintor con el que se puedan relacionar sus poemas de imaginación calculada, creemos, es Magritte. No en balde uno de los principios poéticos de Juan Manuel Roca es crear belleza en la belleza.

Y andan por el imaginativo libro de Juan Manuel mujeres bíblicas, abadesas, anarquistas, gitanas, hechiceras, trapecistas, la taquillera del cine de infancia y la magia del tacto de Helen Keller, que sustituye a la sombra de sus ojos, y claro, las amigas escritoras que escriben lacónicamente para él acerca de este libro y en este libro: María Clemencia Sánchez, María Luisa Martínez M. y María Matilde Rodríguez. Benedicta tu in mulieribus, bendita entre las mujeres, se reza en el Ave María. ¿Cálculo o casualidad que las tres articulistas finales en el libro se llamen como la Virgen?

Mulieribus es una pequeña obra que nos proporciona un deleite y una tranquilidad continuos.

 

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