




Cancelación: ¿héroe o villano?
Recupero dos polémicas literarias que ocurrieron el año pasado. En noviembre la editorial Almadía rescindió el contrato que previamente había firmado con la escritora colombiana Carolina Sanín. ¿La razón? Sanín había llamado la atención en sus redes sociales con comentarios que discriminaban a la comunidad transgénero. Cancelación, dijeron algunos; decisión soberana de una editorial privada, dijeron otros. En julio, durante la entrega del Premio Xavier Villaurrutia a la escritora Cristina Rivera Garza por su libro El increíble verano de Liliana –que reconstruye el feminicidio de su hermana en 1990–, uno de los miembros de la mesa, Felipe Garrido, aventuró una crítica literaria sobre el antagonista de la obra, el asesino: para el escritor el “personaje” merecía más protagonismo en el texto. De inmediato vinieron los reclamos para Garrido: algunos dijeron que había tenido poca empatía ante la obra que renuncia a la ficción tradicional para entregar un retrato de la violencia que sufren las mujeres en el país; otros fueron mucho más lejos y escribieron que si el académico no era capaz de entender la propuesta de Rivera Garza, quizá compartía ciertos rasgos con el asesino de su hermana. Este tipo de reacciones desproporcionadas hicieron que se hablara, en aquella ocasión, de que las respuestas en las redes sociales se acercaban a un linchamiento o a una “cancelación” de Garrido.
El novelista español Gonzalo Torné abarca en su ensayo La cancelación y sus enemigos dos perspectivas que pueden ayudarnos a analizar los casos que propongo. Usando como interlocutora a uno de sus personajes, Clara Montsalvatges, aborda los claroscuros de lo que ahora se conoce como “cultura de la cancelación”. Torné, por un lado, aporta argumentos para poner, en su justa dimensión, la cancelación y la supuesta censura que coarta la libertad de expresión de intelectuales, escritores, artistas, cómicos, periodistas y demás, quienes se quejan de los nuevos auditorios hipersensibles y enceguecidos por la dictadura de lo políticamente correcto. Las razones del autor, para responder este discurso, parten de una realidad visible para todos: muy pocas víctimas de la cancelación pagan caro la osadía de incomodar a la audiencia. La mayoría, de hecho, conserva sus posiciones de poder e, incluso, se radicalizan. A la postre, la censura sólo se puede aplicar, en sentido estricto, cuando una obra es prohibida por el gobierno. Al contrario, vivimos una época en la que el libre mercado es el que toma las decisiones editoriales. Por lo tanto, un autor que sea rechazado por una editorial –como en el caso de Sanín que cito al inicio de este texto– por convenir a sus intereses con sus lectores, podrá recurrir a otra empresa para la publicación de su obra. El punto central del fenómeno, según Torné, es que las figuras que antes tenían el monopolio de la voz, ahora se enfrentan a lo que él llama “audiencia emancipada” que critica, comenta o rebate los prejuicios y narrativas con los que no está de acuerdo. Incapaces de asumir cualquier debate, los receptores de la crítica fabrican el fantasma de la cancelación y la censura.
Clara Montsalvatges aparece a la mitad del libro de Torné para problematizar o ampliar la discusión. Uno de los elementos más interesantes de su intervención es el matiz que tiene que existir en este nuevo fenómeno. En primer lugar, destaca la complejidad que implica leer una obra literaria. Por supuesto, hay cualidades estéticas que deben contar para que una novela, un poemario, una obra de teatro o un libro de cuentos superen la prueba del tiempo. Sin embargo, también hay una visión del mundo que, consciente o inconscientemente, incorpora el autor en su libro. El riesgo consiste en tomar las “buenas intenciones” como las entendemos hoy o el compromiso social de un texto como únicos puntos para evaluar. Aquí no nos enfrentaríamos a un caso de cancelación o censura, como bien afirma Torné a través de su personaje, sino a un empobrecimiento de la lectura, ya que ésta se vuelve unidimensional. La cancelación es un término ambiguo propio de una sociedad que se enfrenta a nuevas coordenadas. El ensayo que publica Anagrama es una buena guía para entender a las audiencias emancipadas y las reacciones complejas que provocan.