Cartas desde Alemania

- Ricardo Bada - Sunday, 02 Apr 2023 08:57 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
El 1 de abril en Alemania

 

El 1 de abril de todos los años es en Alemania el especular de nuestro 28 de diciembre, el de las inocentadas que se hacen pasar por hechos realmente sucedidos. Y durante los cinco años que comandé como anchorman los dos informativos diarios para América Latina de la Deutsche Welle programé una inocentada todos los 28 de diciembre y todos los 1 de abril.
De la que me siento más orgulloso es de la del 1/IV/1999, que pude llevar a cabo contando con la complicidad de mi jefe, Ovidio García Prada, y de nuestra corresponsal en Bruselas, la mexicana Claudia Camarena, a quien pasamos por fax el texto mío de la crónica que tenía que leer como si fuese suya.
Ya dentro del informativo, introduje así el cuarto tema: “Mikro 1: Hasta aquí la crónica de Snežana [Blancanieves] Stanojević, desde Belgrado, y ahora conectamos con nuestro estudio en Bruselas, desde donde Claudia Camarena nos informará de la noticia más sensacional del día. Adelante, Claudia” (y aquí entró en vivo la conexión telefónica con ella, que transcribo): Claudia: “En una sesión extraordinaria de la Comisión Europea celebrada ayer en Bruselas, Argentina ha sido admitida como miembro de pleno derecho de la Unión Europea. La votación, según ha trascendido, arrojó un resultado casi unánime a favor, con sólo dos abstenciones: las de Austria y el Reino Unido. La noticia del día ha despertado un clamor universal de sorpresa que en Bruselas se registra con el máximo estupor. Las fuentes oficiosas de la capital belga recuerdan que cualquier persona bien informada sabe que Argentina se ha considerado a sí misma desde siempre como un país europeo, al que los azares de la Geografía desterraron al Cono Sur. Por otra parte, la decisión de la Comisión de admitir a Argentina en el seno comunitario, incluso antes del ingreso de Islandia y Noruega –así como de los principados de Andorra y Liechtenstein–, no hace sino refrendar la urgente necesidad de corregir errores geopolíticos derivados de minucias tales como la dispersión continental. Off the record, uno de los voceros de la Comisión Europea nos explicaba que sería injusto no apoyar la entrada de Argentina en la Unión Europea: ‘Consideren ustedes la presencia de Italia, Grecia y Turquía, países indubitablemente mediterráneos, en la Organización del Tratado del A-tlán-ti-co Norte [y remarcó la palabra “Atlántico”] y verán que no hay nada que hable en contra de que Buenos Aires pueda ser vista como una capital europea, igual que Madrid, Berlín o Mónaco, sin ir más lejos.’ Se espera que el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, aprobará sin ningún tropiezo la decisión de Bruselas. En este sentido, varios observadores atribuyen una providencial importancia al hecho de que Estrasburgo durante el Imperio Romano se llamaba Argentina. Además, según se ha podido detectar en contactos informales con algunos altos funcionarios de la sede comunitaria, sólo hay dos inconvenientes realmente serios –pero no obstáculos insalvables– en cuanto a la admisión del país austral en la Unión Europea. En primer lugar el problema de la homologación de los títulos académicos de Siquiatría entre Argentina y los países miembros de la Unión. Sobre todo debido a las reticencias de Austria, cuna del Dr. Freud, y que por esa innegable precedencia histórica no quisiera verse relegada a un segundo lugar en esta rúbrica. Y en segundo lugar, el Reino Unido ha condicionado su voto definitivo a una renuncia expresa del gobierno de Buenos Aires a la soberanía sobre las Malvinas, permitiendo a cambio la presencia simbólica de una cañonera argentina en el límite de sus aguas jurisdicionales.”
Recibimos muchos emails durante y al término del informativo, enviados por oyentes que querían cerciorarse de la veracidad de la noticia... y es porque en Latinoamérica deben ser pocas las personas que conozcan esa tradición alemana de dar bromas en los medios todos los días 1 de abril. Ese año 1999, la broma funcionó.
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