El amor: del mito a la realidad

- Vilma Fuentes - Sunday, 14 May 2023 11:59 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Entre las historias de amor y la historia del amor es inevitable encontrarse con el mito confrontado con la realidad y, acaso por eso, reflejándola. En este artículo se hace referencia a algunas historias de amor famosas en la literatura y en la mitología que, precisamente, nos devuelven rasgos ineludibles de la realidad del amor.

 

En los tiempos remotos del nacimiento de la luz y las estrellas, cuando los seres humanos aún no distinguían entre la vigilia y los sueños, las leyendas de amores entre dioses y hombres eran escuchadas como palabras de oráculos para tratar de escudriñar los misterios de la vida y el destino. Los cantos de los aedas se transmitían de generación en generación entre los seres humanos hechizados con los relatos de amor y muerte que iban formando nuestra memoria ancestral.

La historia de Eurídice y Orfeo es, acaso, las más célebre de estas leyendas. Hijo de la musa Calíope y del dios Apolo, Orfeo se enamora de Eurídice al regreso de una expedición con los argonautas. Los malos augurios llueven durante su boda. Tiempo después, Eurídice corre para huir de un pastor y camina sobre una serpiente que la envenena y muere. Orfeo va a buscarla a los infiernos, donde encanta con su música a los guardianes: Carón, Cerbero, los tres jueces de los muertos y las Erinias. Hades, dios del inframundo, cede a los deseos de Orfeo a condición de que no vuelva la cabeza para mirar hacia atrás antes de volver a la luz y la vida. Para su desdicha, se vuelve y Eurídice muere. Orfeo se retira al monte Ródope, donde canta sin cesar su amor por ella. El dios Dionisos lo entrega a las Ménades, que lo trituran y arrojan sus pedazos al mar, pero su cabeza continúa cantando a la gloria de su esposa. Las musas, afligidas, trasladan y entierran sus despojos bajo el monte Olimpo, donde su cabeza sigue cantando a Eurídice por la eternidad.

Mito del triunfo del amor sobre la muerte, esta leyenda ha hechizado el espíritu de los hombres durante siglos. En El nacimiento de la tragedia, Nietzsche ve este mito como la rivalidad entre Dionisos y Apolo, oposición que da origen a dos formas distintas de arte: la irracional dionisíaca y la racional apolínea.

En el siglo II, Apuleyo narra la fábula de dos personajes mitológicos enamorados involuntariamente: la mortal Pisque y el divino Cupido. Celosa de la hermosura de Psique, Venus ordena a su hijo Cupido, también llamado Eros, lanzar sus flechas sobre Psique para hacerla caer enamorada del peor de los hombres. Entre tanto, el padre de la joven consulta al oráculo que, al parecer, le ordena una condena de muerte: conducir a Psique a lo alto de una montaña vestida para un matrimonio fúnebre. Cupido se hiere con la flecha destinada a la joven y se enamora de ella. SE casa con ella antes de conducirla a su palacio donde guarda secreta su propia identidad, no dejándose ver por su amada, escondido entre las tinieblas cuando entra al lecho conyugal. La desaparición de Psique apena a sus hermanas. Psique pide a Eros el permiso de verlas. El lujo del palacio despierta la curiosidad de las visitantes, quienes siembran la desconfianza en su hermana. Pisque viola las condiciones exigidas y, a la luz de una vela, mira el rostro de Cupido, herida también por una flecha. Eros la abandona. Enamorada, Psique enfrenta Venus y, a punto de morir, Cupido la salva. Júpiter interviene entonces y proporciona a Psique un brebaje que le da la inmortalidad, sellada por su matrimonio perpetuo con Eros.

Las historias de amor se suceden en la memoria de los pueblos y forman parte de sus mitologías. Tal vez la condición para que el relato se erija en mito es la dimensión trágica que da un destino fatídico: nada ni nadie puede evitar que los augurios se cumplan. Tratar de escapar sólo conduce más pronto a su consumación. Marionetas del destino, los amantes son inocentes: el amor entre ellos no puede ser culpable porque es involuntario. Ineluctable aunque prohibido.

Con el ciclo legendario del rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda, aparecen los trovadores que cantan el amor cortés. La mujer, a solas en su morada pues el amo y señor va en busca del Grial, escucha los cantos que siglos después inspirarán a Denis de Rougemont El amor en Occidente, la más bella de las invenciones. Hacia 1170 surge el mito medieval de Tristán e Isolda, novelado en 1173 por los trovadores Béroul y Thomas. Durante un viaje por mar, Tristán conduce a Isolda a su boda con el rey Marc. Por error, beben un filtro de amor destinado a sellar la unión de Marc e Isolda. Se amarán y morirán uno y otra, Tristán agonizante estrechándola con fuerza hasta detener los latidos del corazón de la amada para evitarle el suicidio. Amor involuntario y absoluto, inocente y adúltero, su relato comienza con una invitación: “Señores, ¿os place escuchar un bello cuento de amor y muerte? Es de Tristán e Isolda la reina. Escuchad cómo, con gran dicha y gran dolor, se amaron y, luego, murieron un mismo día, él por ella, ella por él.”

Seguirán las otras también más bellas historias de amor y muerte, la de Francesca de Rimini en el Infierno de Dante o la de Romeo y Julieta en el teatro de Shakespeare, representada millares de veces en escena y encarnada por muchos y muchas. Tal vez sea usted, encantado lector, quien me cuente la suya, la más bella historia de amor… y resurrección.

 

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