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- Anitzel Díaz - Sunday, 14 May 2023 11:51 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Lisa Elmaleh: los rostros de la frontera

 

A Lisa Elmaleh la conocí cerca del Santuario Piedra Herrada, en el Estado de México; estaba fotografiando mariposas. Con ilimitada paciencia, una enorme cámara y un tripié de su tamaño, ella desaparecía bajo un paño negro tras el aparato. Llegó temprano para situarse en “el bebedero”, una acequia donde las mariposas bajan de la montaña a tomar agua. La encontré a mediodía, cuando hace más calor, a la misma hora que llegan decenas de curiosos a mirar el increíble espectáculo.

Entre gente, mariposas, caballos y un bosque, me contó del ensayo fotográfico que hizo en mayo de 2022 en la frontera de Estados Unidos con México. Retratos de gran formato en blanco y negro que toma con una cámara 8x10 y que revela en su laboratorio portátil (en la parte trasera de su camioneta). Un documento visual de samaritanos a ambos lados de la frontera: Arizona, Estados Unidos, y Agua Prieta, México.

Sus imágenes parecen venir desde el pasado para enfrentarnos a un presente anclado. Cuando se cruza la frontera norte por el Desierto de Sonora y se llega a las tierras altas de Arizona se trata principalmente de no morir de sed. Para encontrar la primera gota de agua, bajo un calor insoportable, se puede caminar hasta cuatro días. Es por eso que un grupo de voluntarios se ha dado a la tarea de plantar galones de agua a lo largo del camino más transitado por los migrantes. Los galones se van rellenando durante el día y la noche.

Los rostros impresos en el ensayo de Elmaleh cuentan una historia de esperanza y ayuda; de humanidad. Al otro lado, en México, el registro visual habla de cómo varios voluntarios reciben, en lo más oscuro de la noche, a los migrantes que Estados Unidos ha regresado a Agua Prieta. La fotógrafa emplea su cámara para resaltar la dureza de la experiencia de los que no lograron pasar. No sólo caras: objetos sembrados por los caminantes, pies cansados, miradas ocultas, encuentros furtivos. Hay una fotografía donde se observa a una mujer del lado mexicano y un hombre del lado estadunidense, separados por una cerca, conversando. La foto fue tomada durante una posada que se celebró en diciembre de 2021. En la fiesta, los migrantes caminaron a lo largo del muro fronterizo cantando en protesta por el Título 42 y el Protocolo de Protección Migratoria.

El arte como registro de una huella que borra el desierto. La violencia y el dolor social velado por una imagen de lucha. Un reconocimiento a la voluntad de sobrevivir. Lisa Elmaleh es una fotógrafa y educadora estadunidense que utiliza el proceso de colodión de placa húmeda del siglo XIX. Sus imágenes son documentos que evocan un momento histórico. Manipulando la iluminación, la sombra, la composición y un revelado minucioso, crea una obra única. Cada uno de sus sujetos es una historia memorable.

Otro de esos encuentros iluminados sucedió con Ximena Natera, fotoperiodista mexicana que ha acompañado a varias caravanas de migrantes desde la frontera sur. Las fotografías de Ximena son más espontáneas, no son retratos sino registros, momentos, instantes, también historias. Hermanos jugando en un campamento de refugiados, madres consolando a sus hijos. Familias descansando en una banqueta, una pareja abrazada en medio de un mar de velas. Manos alzadas, pláticas al borde de un camino, migrantes subiendo a la Bestia al atardecer. Color, movimiento, vida. Así son las imágenes de Natera.

En 2018, un grupo de migrantes hondureños salió de su país en un éxodo masivo; el lema era: “no nos vamos porque queremos: nos expulsa la violencia y la pobreza”. A ese éxodo siguieron otros. La primera caravana cruzó la frontera sur de México el 19 de octubre; tres semanas después, el 10 de noviembre, llegaron a Tijuana. Más de la mitad con miras a cruzar al norte, los que no a quedarse en México. La caravana sirve de acompañamiento y protección. Es una estrategia de supervivencia.

Las mariposas monarcas migran para pasar el invierno en los bosques de México, recorren hasta 4 mil 800 km desde el noreste de Estados Unidos y el sureste de Canadá. El suyo es un viaje de vida; lo mismo pasa con los migrantes.

 

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