Hollywood en Tlayacapan, El rodaje de Butch Cassidy y Sundance Kid

- Rafael Aviña - Saturday, 20 May 2023 08:32 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Historia de una película que se convirtió en un clásico allá por los años sesenta del siglo pasado, bajo la dirección de William Goldman (1931-2018), con Paul Newman (1925-2008), Robert Redford (1936) y Katharine Ross (1940) en los papeles protagónicos y la canción “Raindrops Keep Falling on My Head”, en la banda sonora, en un momento de inflexión en la cinematografía estadunidense.

 

Para Marce (+), Roberto y Román

 

Las espectaculares Olimpiadas recién llevadas a cabo en México siguen siendo tema de plática a un mes de clausuradas; el movimiento estudiantil fue cortado de tajo con los sanguinarios sucesos del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco y los líderes principales y centenares más de activistas del Consejo Nacional de Huelga siguen en prisión, en medio de un vacío legal que parece no tener una salida. Es noviembre de 1968 y el clima en Tlayacapan, Morelos, es húmedo y caluroso y, pese a ello, ahí se filma la producción de la 20th Century Fox titulada Butch Cassidy y Sundance Kid. Se han planificado al detalle las últimas y tal vez las secuencias medulares del filme; se revisan una y otra vez las posiciones de las distintas cámaras y los movimientos que seguirán los protagonistas Paul Newman y Robert Redford, en medio de decenas de extras que participan en esas últimas escenas, incluyendo al arrojado stuntman principal: James Arnett.

Se trata del tiroteo climático en la locación del Mercado, recreada en la plazoleta de la antigua cerería en la Calle de Corregidora, en el centro mismo de Tlayacapan. Las escenas finales del guión escrito por William Goldman se han acortado para obtener más acción y dramatismo. El director George Roy Hill pide silencio y emite las señales que todos esperan: luces… cámara… acción…

Newman y Redford se hunden en los pensamientos de Butch y Sundance, en apariencia sacrificados sesenta años atrásLos forajidos yanquis cabalgan por el pueblo de San Vicente en Bolivia cargando con una mula que transporta el dinero de una mina robada. Se detienen en un mesón donde un anciano (Francisco Reiguera) los atiende y ordena a su hijo que guarde los caballos. El muchacho reconoce la marca de la mula y corre a denunciarlos al jefe de policía del pueblo. Casi de inmediato, Butch y Sundance son rodeados por varios oficiales y consiguen reponerse a ese primer ataque de la ley. Las municiones se han agotado. Sundance cubre a Butch para que éste alcance las carrilleras de balas que descansan en el lomo de uno de los caballos, mientras elimina de manera certera a varios militares. No obstante, la pareja de proscritos recibe una buena descarga de municiones en el cuerpo y se parapetan gravemente heridos en una habitación del mesón, al tiempo que un nutrido destacamento se suma al asedio.

El capitán ordena un despliegue por las azoteas del exconvento de San Juan Bautista y las construcciones aledañas. Más de sesenta soldados apuntan con sus rifles hacia el lugar donde se cubren los asaltantes. Ambos se recriminan con un dejo de humor los últimos minutos: “¡A eso le llamas correr!” “¡A eso le llamas cubrir!”… La pareja de expatriados a duras penas consigue levantarse y tomar sus revólveres para romper el cerco, en medio del polvo y la luz tenue y opalescente que los cobija. La idea es huir disparando y correr hacia los caballos. Emergen al exterior descargando sus armas y enfrentando su destino, mientras rompen el silencio las salvas mortales de los soldados y la voz del capitán, que grita en tres ocasiones: “¡Fuego… Fuego… Fuego!”, al tiempo que la imagen de los forajidos se congela y el color se diluye hacia el sepia, hasta convertirse en una fotografía fija de un instante único e irrepetible: el momento en que los héroes fílmicos se trastocan en leyenda bajo los acordes melancólicos de la banda sonora del talentoso Burt Bacharach, recién desaparecido en este 2023.

 

Ruptura y renovación de los esquemas

El jueves 7 de noviembre de 1968, las estrellas de Hollywood Paul Newman, Robert Redford y Katharine Ross, retomaban en Tlayacapan y otros pueblos del estado de Morelos, el rodaje de un original neo western crepuscular dirigido por George Roy Hill. Un breve artículo periodístico relacionado con la agencia de detectives Pinkerton y algunos de sus casos fue el detonante para que, nueve años atrás, William Goldman empezara a investigar sobre la vida criminal de Butch Cassidy y Sundance Kid, ocurrida entre finales del siglo XIX e inicios del XX: sus espectaculares robos a instituciones bancarias y ferrocarrileras, el asedio que sufrieron por parte de la agencia Pinkerton y su posterior huida a Bolivia.

Goldman era consciente de que las películas de vaqueros tradicionales estaban a la zaga. Entendió que aquellos relatos a medio camino entre la leyenda y la realidad podrían contarse desde una perspectiva contemporánea sin perder su aura mítica e histórica. Las acciones de Robert Leroy Parker y Harry Alonzo Longabaugh; es decir, de Butch y Sundance y sus seguidores: la afamada Pandilla salvaje o la Banda del agujero en la pared, eran vistas como propias de asesinos brutales. En cambio, Goldman les otorgó una personalidad carismática y encantadora: de villanos los trastocó en antihéroes simpáticos obligados a delinquir y a enfrentar a una justicia despiadada, mezclando el western con la buddy movie o película de amigos y/o compañeros.

A mitad de la década de los sesenta eran todavía pocas las películas que rompían esquemas tradicionales; por eso, una propuesta fílmica como la de Goldman sobre unos ladrones renegados no era del todo bien recibida. No obstante, en breve, el nuevo Hollywood sorprendería con obras icónicas que arrojarían una visión muy moderna sobre las fórmulas genéricas, como serían A sangre fría (Richard Brooks, 1967), El graduado (Mike Nichols, 1967), Bonnie y Clyde (Arthur Penn, 1968), El bebé de Rosemary (Roman Polanski, 1968), Perdidos en la noche/Vaquero de medianoche (John Schlesinger, 1969), Easy Rider (Dennis Hopper, 1969) y la propia Butch Cassidy…

El 27 de octubre de 1967, la Fox compra el guión titulado The Sundance Kid and Butch Cassidy, y no fue sino hasta que Paul Newman se quedara con el papel de Butch que se cambió el título. Lo curioso es que Goldman escribió el guión teniendo en mente a Jack Lemmon como Butch y a Paul Newman como Sundance. Sin embargo, la Fox quería a dos superestrellas y ofreció el papel de Butch a Steve McQueen y el de Sundance a Newman, y sugirió como realizador a George Roy Hill.

Más tarde, cuando Steve McQueen rechazó el papel, se pensó en Marlon Brando y en Warren Beatty. No obstante, Roy Hill y Newman abogaron por un joven actor que prometía: Robert Redford. Así, finalmente, el rodaje de un filme que se trastocaría en un clásico contemporáneo iniciaba el 16 de septiembre de 1968 en Durango, Colorado, sobre las aventuras de un par de forajidos que dejaban atrás los majestuosos escenarios de Utah para encontrarse brevemente con la urbe de hierro neoyorquina y terminar sus días –en apariencia– en tierras andinas de Bolivia, perseguidos por la ley y el ejército, acompañados casi hasta el final por una bella mujer, pareja del segundo: Etta Place.

 

Breve epílogo

Resulta imposible separar el tema musical “Gotas de lluvia sobre mi cabeza”, interpretado por B.J. Thomas y, en sí, toda la banda sonora compuesta por Burt Bacharach, que se complementa con la trama a la perfección. Esa suerte de anacronismo sonoro para retratar una época legendaria aporta un toque moderno a este neo western desmitificador. Nacido en 1928 en Kansas City, Missouri, Bacharach, pianista y compositor, reconocido por sus impresionantes éxitos de canciones pop alcanzados entre 1962 y 1970 con letras de Hal David, ligados a Dionne Warwick, impacta en el cine con el soundtrack de ¿Qué hay de nuevo, Pussycat? (Clive Donner, 1965), con Peter Sellers, Peter O’Toole, Ursula Andress y Woody Allen. Su canción “Alfie”, interpretada por la británica Cilla Black para la película Alfie, el seductor irresistible (Lewis Gilbert, 1966) fue nominada al Oscar. En aquel 1966, Bacharach compone la bella banda sonora de La persecución del zorro (1966), del italiano Vittorio de Sica, con Peter Sellers, Britt Ekland y Victor Mature, y un año después la sensacional música del apócrifo relato de James Bond, Casino Royale, de nuevo con Sellers, Andress, Allen, David Niven y Orson Welles, cuyo tema corrió a cargo de Herb Alpert y su Tijuana Brass e incluyó también la canción “La mirada del amor” en voz de Dusty Springfield, de nuevo nominada al Oscar.

En 1969, con el tema “Raindrops Keep Falling on My Head” y la banda sonora de la película Butch Cassidy y Sundance Kid se lleva los dos respectivos premios Oscar, el Bafta y el Grammy. Sobre ella, Bacharach declaró: “La primera vez que me entrevisté con George Roy Hill […] No sabía si se opondría a usar una canción […] En la escena de la bicicleta le expuse que podría escucharse hasta un determinado instante y después volverse instrumental. Una variación partiendo de la melodía. Él aceptó, no al cien por ciento, pero aceptó y al verla la apreció. Fue algo muy arriesgado por parte de él y mía. Era muy desconcertante si no funcionaba, pero funcionó bien…”

A fines de junio de 2022 pude reunirme de nuevo, después de varios años, con mi querido carnal Roberto Correa, cinefotógrafo en Los Ángeles con quien me une una increíble y única amistad desde que teníamos diez años. Y una manera de celebrar, con nuestros respectivos hijos Román y Oli (Rai aún se encontraba en Quebec), fuimos visitar las locaciones de Butch Cassidy: la plaza de la añeja cerería, el convento de San Juan, sus montañas y más, donde aún resuenan en la inmensa belleza de Tepoztlán y Tlayacapan las bellísimas notas de uno de nuestros soundtracks del alma…

 

Versión PDF