Retrato de Lasse Soderberg como poeta mexicano
- José María Espinasa - Saturday, 20 May 2023 08:58



Durante bastante tiempo Lasse Soderberg ha sido una presencia constante entre nosotros. El poeta sueco viaja con frecuencia a nuestro país y al resto de América Latina, pues habla español y vive con la también escritora, la colombiana Ángela García. Debemos agradecerle además el traducir de uno a otro idioma y ocuparse de poetas de nuestra lengua con frecuencia. Esa presencia se veía reflejada en lecturas, charlas públicas, tertulias de café, festivales, colaboraciones en la prensa y, sobre todo, libros. Tengo delante de mí dos publicados por La Otra en su colección Temblor de cielo: El lugar más lejano y Lo inconstante, y en Ediciones El Tucán de Virginia Los poemas de Arturo Cova.
La figura alta y enjuta de Soderberg nos hace pensar en un personaje en la órbita de Maqroll el viajero, personajes que tienen su patria en el suelo que pisan y en el que caminan, y se mueven llevando esa patria con ellos. Eso me autoriza a pensar en Lasse como poeta mexicano. No sólo eso, pues el último libro mencionado, Los poemas de Arturo Cova, fueron escritos directamente en español, Cova es, pues, un alter ego o heterónimo de Lasse que va por nuestros países y nuestras letras como Pedro por su casa. Y Pedro, para nosotros los mexicanos, siempre será Pedro Páramo.
Lasse es un poeta notable. Los dos libros publicados por La Otra nos permiten apreciar una lírica contemporánea de la que sabemos poco. En El lugar más lejano, del que hay en España otra edición publicada con el título de Piedras de Jerusalén, el breve pero muy preciso prólogo de Jorge Bocannera, el poeta argentino, nos informa de lo que hay que saber: fue escrito en dos viajes a Israel y evita en la medida de lo posible la bruma ideológica en su testificar el atroz conflicto en que está sumida Palestina.
Otra razón para considerarlo poeta mexicano es lo bien que suenan en español sus poemas y cómo se aclimatan a un tono sintético poco frecuente en nuestro idioma. Viajero empedernido, es natural que el viaje tenga un lugar central en su lírica, por eso la expresión “el lugar más lejano” es casi un manifiesto: es a la vez el lugar hacia el que vamos y el lugar en el que estamos. Así, los textos del libro le dan un nuevo sentido a la expresión “poesía política”. Una poesía de la tragedia en que curiosamente se respira una intención alegre, celebratoria de la vida. Tal vez sea eso, su condición alegre, la que le permite nombrar de manera tan directa la violencia que percibe en esa región y que se hace extensiva al mundo. Es también eso lo que permite que cada pieza del libro –cada poema– se integre en un discurso continuo que desarrolla la idea de un solo poema narrativo y referencial. Por su parte, Lo inconstante es una antología de eso que es la labor más constante en Lasse: la poesía. En ella tenemos muestras de la diversidad de tonos que su lírica alberga, en especial la vena amorosa. Esta vez el prólogo lo escribe Juan Manuel Roca, poeta colombiano, y lleva un ensayo introductorio de Ángela García, que colabora en la traducción con Lasse. La edición es de 2021.
Bastarían estos libros para presentarnos a un poeta con toda la barba. La breve nota que antecede a Los poemas de Arturo Cova nos informa que además el lector en español, si puede conseguirlos, cuenta con otros libros, como Pájaro en mano, 1986, Madrid, Caracol de Europa, y El otro brillo, Córdoba, España. Pero cómo leer a Arturo Cova. Desde luego en él deposita Lasse no sólo su conocimiento del español sino sus lecturas de nuestra literatura –es ampliamente conocida y reconocida su antología de poesía chilena, por ejemplo.
Un caso con una miga distinta son Los poemas de Arturo Cova. La heteronimia es una práctica frecuente desde que la obra de Fernando Pessoa ocupa un lugar preponderante en nuestro imaginario lírico: no sólo a lo Rimbaud yo es otro, sino que además ejerce la pluralidad: es otros. Lasse juega con esa su pertenencia afectiva a la lengua española y en especial a los países hispanoamericanos. Heteronimia de lengua y de patria, heteronimia del ser siendo o en trance de ser de índole heideggeriano. Lasse es pues un Maqroll, un errante, un romero. La frase “darle coba” en el sentido de darle por su lado, nos hace pensar que el apellido del poeta –de coba a cova hay un cambio verbal muy sutil que sólo se expresa en los labios– reencontrado es una alusión. Cambiar de lengua y de patria es un cambiar de ser e identidad que, aunque sea por un instante, pasa por un terreno angustioso, el de no ser nadie; en el salto triple, el poeta para ser otro deja de ser en el aire y se recupera en su caída. Lasse Soderberg es un hombre múltiple y, en ese sentido, también claramente afectivo, los lectores mexicanos nos debemos apropiar de él. Se trata de una actitud acogedora, nos gusta hospedar en la casa de la poesía a los poetas que llegan a la puerta. En cierta manera los estamos esperando. Es la sensación que tengo ante Lasse Soderberg, y por eso el poeta sueco de noventa y un años es un joven poeta mexicano al que leemos con entusiasmo.