Tambores en la noche Jorge Artel, un afrocolombiano en México

- Fabián Muñoz - Sunday, 11 Jun 2023 09:01 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Jorge Artel, seudónimo de Agapito Anastasio de Arco y Coneo (Colombia, 1909-1994), fue el primer poeta negro publicado en su país. Después de un largo periplo por Venezuela, Honduras, El Salvador, Guatemala, Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, estuvo en México y, en Guanajuato, hizo la que consideró la mejor edición de su libro ‘Tambores en la noche’, obra esencial en la poesía de la negritud que aquí se reseña y se da una pequeña muestra.

 

Durante su estancia en México, el poeta cartagenero Jorge Artel residió aproximadamente dos años en la ciudad de Guanajuato, donde publicó la que consideró la edición mejor lograda de su libro Tambores en la noche, una de las obras fundamentales de la poesía afrocolombiana del siglo XX.

El poeta indomulato nacido en Cartagena de Indias, Colombia, el 27 de abril de 1909, con el nombre de Agapito Anastasio de Arco y Coneo, publicó la primera versión de Tambores en la noche en su ciudad natal en 1940. Militante liberal de izquierda y seguidor de Jorge Eliécer Gaitán, al publicar esa primera edición tenía clara su postura anticolonialista, contra la discriminación y a favor de la justicia social.

Artel es heredero de la estirpe poética del costeño Candelario Obeso, nacido en Mompox y considerado el primer poeta negro publicado en Colombia, quien a través de sus textos reproduce el lenguaje y costumbres de los afrodescendientes de su región en el siglo XIX. La obra de Artel tiene la influencia de poetas como el estadunidense Langston Hughes, Aimé Césaire, de Martinica, y el cubano Nicolás Guillén, con quien tuvo una cercana amistad y es considerado uno de los diez creadores de la “Poesía Negra” en español.

Después del asesinato de Gaitán en 1948, Artel fue perseguido por las autoridades conservadoras y tuvo que exiliarse acompañando a su pareja, la cantante barranquillera Esther Forero, quien entonces iniciaba una gira artística.

 

Tambores en Guanajuato

En ese largo recorrido por países como Venezuela, Honduras, El Salvador, Guatemala, Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, llegó después a México y, al parecer, al menos desde mediados de 1954 inició una breve residencia en Guanajuato. Ahí se relacionó con escritores y académicos de la localidad, al parecer impartió clases y dictó conferencias en esa y en otras ciudades del país, como lo notifica el 14 de agosto de 1954 el periódico Guanajuato, donde se informa que el poeta expuso el tema “La incógnita de África y la Poesía Negra” en la Escuela Preparatoria de la capital de ese estado.

En los medios locales no hay información sobre Jorge Artel en fechas posteriores a dicha nota, hasta que el 23 de diciembre de 1955 la Universidad de Guanajuato terminó de imprimir el referido poemario Tambores en la noche, un canto identitario que inicia con el poema “Negro soy”, en el que fija una postura de dignidad y orgullo en su origen, y continúa con un recorrido por elementos de las tradiciones, costumbres, expresiones artísticas y culturales del Caribe colombiano y de otros países, siempre desde su perspectiva afrodescendiente y anticolonialista.

En esa segunda edición el autor excluyó veinticuatro poemas de la primera, añadió un texto de presentación, un vocabulario y la opinión de varios poetas sobre el libro, entre los que destaca Nicolás Guillén, quien señala que “hay en su obra drama humano, dolor, protesta, todo bajo un clima de ritmo cálido, como de melaza hirviente”, mientras el puertorriqueño Luis Palés Matos expresa que en sus poemas “hay dolor, angustia ancestral de razas oprimidas que desemboca en Artel por sus dos líneas de sangre: la índica y la africana”.

El libro de Jorge Artel llamó la atención en Guanajuato, como lo muestra una nota del periódico Estado de Guanajuato, en cuya portada incluye la reseña titulada “Poesía Negra”, fechada el 18 de febrero de 1956, en la que se elogia el contenido del poemario. En una nota periodística del mismo diario, del 3 de marzo de ese año, destaca en la portada el encabezado: “Una librería que se niega a vender la obra Tambores en la noche”, en una presunta discriminación contra el autor.

Al parecer Artel partió de México en 1957 con destino a Nueva York, luego vivió en Panamá, y es hasta 1972 cuando regresó a Colombia, donde falleció a los ochenta y cuatro años de edad, el 19 de agosto de 1994.

Las diferentes ediciones

Luego de la edición de Guanajuato, el libro tuvo una nueva publicación en 1986 en Colombia, con algunos cambios. Sin embargo, su hijo Nazim Artel comentó que el poeta consideró la realizada en 1955 por la Universidad de Guanajuato como la edición mejor lograda y definitiva.

Luego de su muerte, en 2004, se hizo una nueva edición en Barranquilla; en 2009 la Universidad de Cartagena imprimió la obra con base en la edición de 1955, gracias a que sus hijos contaban con un ejemplar de ese tiraje, y un año después el Ministerio de Cultura de Colombia hizo lo mismo basados en la edición guanajuatense.

Lo que sigue es una brevísima muestra de los poemas que integran Tambores en la noche.

 

Negro soy

 

Negro soy desde hace muchos siglos.

Poeta de mi raza, heredé su dolor.

Y la emoción que digo ha de ser pura

en el bronco son del grito

y el monorrítmico tambor.

 

El hondo, estremecido acento

en que trisca la voz de los ancestros,

es mi voz.

 

La angustia humana que exalto

no es decorativa joya

para turistas.

 

¡Yo no canto un dolor de exportación!

 

 

Velorio del boga adolescente

 

Desde esta noche a las siete

están prendidas las espermas:

cuatro estrellas temblorosas

que alumbran su sonrisa muerta.

 

Ya le lavaron la cara,

le pusieron la franela

y el pañuelo de cuatro pintas

que llevaba los días de fiesta.

 

Hace recordar un domingo

lleno de tambores y décimas.

O una tarde de gallos,

o una noche de plazuela.

 

¡Hace pensar en los sábados

trémulos de ron y de juerga,

en que tiraba su grito

como una atarraya abierta!

 

Pero está rígido y frío

y una corona de besos

ponen en su frente negra.

 

(Las mujeres lo lloran en el patio,

aromando el café con su tristeza.

¡Hasta parece que la brisa tiene

un leve llanto de palmeras!)

 

Murió el boga adolescente

de ágil brazo y mano férrea:

¡nadie clavará los arpones

como él, con tanta destreza!

 

Nadie alegrará con sus voces

las turbias horas de la pesca…

 

¡Quién cantará el bullerengue!

¡Quién animará el fandango!

¡Quién tocará la gaita

en las cumbias de Marbella!

 

Lloran en llanto de cera

las estrellas temblorosas

que alumbran su sonrisa muerta.

 

¡Mañana, van a dejarlo

bajo cuatro golpes de tierra!

 

 

Bullerengue

 

Si yo fuera tambó,

mi negra,

sonara na má pa ti.

Pa ti, mi negra, pa ti.

 

Si maraca fuera yo,

sonara sólo pa ti.

Pa ti maraca y tambó,

pa ti, mi negra, pa ti.

 

Quisiera vorverme gaita

y soná na má que pa ti.

Pa ti solita, pa ti,

pa ti, mi negra, pa ti.

 

Y si fuera tamborito

currucutearía bajito,

bajito, pero bien bajito,

pa que bailaras pa mí.

 

Pa mí, mi negra, pa mí,

pa mí, na má que pa mí.

El líder negro

 

¡El pueblo te quiere a ti,

Diego Luí,

el pueblo te quiere a ti!

 

Con too y que ere bien negro

ya lo blanco te respetan

porque dices la verdá,

y se quitan el sombrero

cuando te miran pasá.

 

¡El pueblo te quiere a ti,

Diego Luí,

el pueblo te quiere a ti!

 

Primero de concejero

en el cabildo liberá,

más tarde de diputao

y en el congreso hoy está.

 

¡El pueblo te quiere a ti,

Diego Luí,

el pueblo te quiere a ti!

 

Sabemos en esta tierra

cómo vales de verdá.

Tú eres ya nuestra bandera,

despué de ti, naide má.

 

Tú ere el grito y la sangre

de lo que estamo abajo,

de lo que tenemo hambre

y no tenemo trabajo,

de lo que en la huelga sufren

la bayoneta calá,

de lo que en la eleccione

son lo que luchan má,

¡pa que despué lo jobviden,

y ni trabajo ni na!

 

¡El pueblo te quiere a ti,

Diego Luí,

el pueblo te quiere a ti!

 

 

Palenque

 

¿Y quién ha de dudar que aquel abuelo

no pudo ser un príncipe,

bajo la luna, perfumada

por las nubes errantes de su aldea?

 

Apoyado en el crepúsculo

contempla a las mujeres

cultivar el maíz y la canción…

 

Último patriarca de Palenque:

¡Bien sabes

que desde tus fogones crepitantes

África envía sus mensajes!

 

 

 

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