Cinexcusas

- Luis Tovar @luistovars - Monday, 19 Jun 2023 09:17 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Otra de maestros

 

Nada más natural, cuando se mira una película, que traer a la memoria una o más cuyo tema o estilo se asemejan de manera notable. No se habla aquí de remakes declarados o refritos inconfesos sino de cintas que, sin consistir en ninguno de dichos casos, dan la fuerte impresión de ser referencia para el cineasta. Muy probablemente sea el caso del director, guionista y productor argentino Diego Lerman, pues por lo que se
ve en
El suplente (Argentina, 2022), sería en extremo raro que no conozca Detachment (Estados Unidos, 2011), retitulada en español como Indiferencia; incluso el protagonista de aquélla, Juan Minujín, tiene alguna semejanza física con Adrien Brody, actor principal de ésta.

Las semejanzas no paran ahí: en los dos filmes el personaje centro y eje de la trama es un profesor de asignatura que llega a una escuela preparatoria como sustituto del docente titular; tanto en uno como en otro, el protagonista supone que su paso por esa escuela será relativamente fugaz y, más importante para la historia, en ambos casos su trayecto emocional va desde un considerable grado de apatía para con los alumnos, hasta un involucramiento que trasciende con mucho el ámbito escolar.

 

Tomar la estafeta

Hay otro aspecto de fondo, compartido por Indiferencia y El suplente: Henry Barthes (Brody) en la primera y Lucio (Minujín) en la segunda, son algo así como el hilo de Ariadna que conduce al espectador por las sinuosidades de
un doble laberinto; uno, el espacial del lugar donde se ubica la escuela, en ambos casos un barrio bravo, marginal, empobrecido, abundante en motivos para abandonar la educación y cancelarse a sí mismo todo posible futuro venturoso, y dos, el de la soledad, el desamparo, la incomunicación, el desinterés y el riesgo permanente en el que suelen vivir los adolescentes de dichos barrios.

Es en este punto donde El suplente cobra singularidad absoluta: a diferencia de Barthes –de cuya vida y deseos previos poco o nada se sabe–, que llega a un barrio desconocido para él, Lucio –un escritor/profesor algo frustrado, autor de una única novela y emproblemado por su reciente divorcio y la educación de una hija preadolescente– se incorpora a la preparatoria donde pasó su infancia y adolescencia, en los márgenes llenos de carencias de una ciudad de Buenos Aires por cierto casi inédita cinematográficamente, donde sigue viviendo su padre –“el Chileno”, interpretado por el estupendo Alfredo Castro–, quien, aun avejentado y enfermo, con ayuda de su comunidad está levantando un comedor popular mientras resiste y lidia con los embates criminales y el asedio político del narcotraficante y el poderoso locales, respectivamente. La divisa de este veterano mentor y defensor sin reflectores de la adolescencia más desfavorecida, “nadie se salva solo”, es también la máxima que permea la trama entera, puesto que las circunstancias harán que Lucio tome la estafeta de su padre y se haga cargo, entre otros asuntos y personas, de Dilan (Lucas Arrúa, muy bien), quien a sus dieciséis años ya ha visto morir a su padre, un asaltante; es protegido por una cantinera metida en toda suerte de negocios turbios, y mientras hace malabares entre ir a la escuela, apoyar en la instauración del comedor y sobrevivir por cuenta propia, no tiene más remedio que enfrentarse con otros de su edad, ya reclutados por el narcotraficante local, cuando es utilizado para introducir droga en la escuela.

Con un reparto integrado mezclando actores de oficio con otros no profesionales, con guión del propio Lerman en compañía de María Meira y Luciana de Mello, y coproducida entre otros países por España, México y Francia, El suplente tuvo un paso discreto en su ruta festivalera –Toronto y San Sebastián, por ejemplo– y fue copiosamente nominada a los premios Cóndor de Plata, el máximo trofeo fílmico argentino. En eso, la discreción mediática y premiolítica, vuelve a tocarse con Indiferencia; tal vez sea la suerte inevitable para este tipo de filmes tan sensibles como duros y alejados de la complacencia.

 

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