Tomar la palabra
- Agustín Ramos - Sunday, 02 Jul 2023 12:18



Por primera vez la mayoría no fue víctima ni tuvo miedo. No habían pasado ni quince días de que esa mayoría asumiera la Presidencia dos veces antes escamoteada y ellos ya se escandalizaban por la cantidad de muertos diarios que anticipaba una catástrofe. Los amos y señores de saludes y saberes deploraron la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México –el barril sin fondo que los aseguraría durante los sexenios que anduvieran fuera del presupuesto– y denunciaron eso que nació con ellos y que ellos alientan: la inseguridad… Por primera vez la mayoría no tuvo obligación de comulgar con ruedas de molino ni debió callar ante la eterna voz cantante, aunque fuera la más alta y la más atendida; tampoco reconoció a una élite presta a redimir, modernizar e iluminar: al contrario, le vio los pies de barro y le dijo con todos sus votos que eran ladrones y asesinos, que decían mentiras. Ellos fingieron asco cuando lo que en verdad sentían era miedo: miedo a una democracia que se les iba de las manos haciendo peligrar sus privilegios… Por primera vez la mayoría los vio insistir en una inseguridad que es real y sufren todos, que una sola autoridad no podrá resolver satisfactoriamente en un sexenio y, sobre todo, que es arma arrojadiza: la inseguridad la recargan por lo bajo como sociedad civil apartidista, la celebran y la exprimen por lo alto como organismos autónomos y la propagan por todos sus medios para condenar al régimen naciente… La hidra farmacéutica intentó la extorsión, los responsables de males asociados al consumo de comestibles chatarra calumniaron al gobierno y los científicos polkos hablaron de una gestión criminal del Covid-19. Pese a la pandemia, la economía no se desbarató, la estabilidad financiera nunca estuvo en peligro ni se requirió más deuda externa como exigían los mandones de siempre y lo deseaba la banca. Contra los dichos de los tecnócratas, ni los apoyos a la tercera edad y al estudiantado, ni el aumento a los salarios mínimos provocaron inflación. El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles se inauguró a pesar del bombardeo de amparos concertado… Por primera vez la mayoría –que para ellos es sucia y maloliente, que no es cool– les cayó en la mentira y creció en tamaño. Afloró el resentimiento y los colonizadores volvieron al manoseo de las cifras de la inseguridad como muestra de lo que para ellos significa gobernar mal, ser dictadura, tomar una deriva autoritaria, replicar la catástrofe venezolana, devaluar, propiciar la fuga de capitales, ahuyentar la inversión. Y así, con mentiras cotidianas, siguen llenando cerebros vacíos y poniéndole nombre y cara a un malestar nacido del odio a lo nuevo, a lo distinto… Por primera vez la mayoría les volteó el espejo a los sacos de pus, a los opinócratas podridos, a los mentecatos de la avaricia: arrasó con sus modos de colar usurpadores por la puerta trasera de las instituciones autónomas y de sus poderes fácticos… Por primera vez la mayoría igualada y transgresora rechazó sus ídolos de incienso y baba y entendió la necesidad de otras primeras veces: sin culto a la personalidad, sin concesiones depredadoras, sin proyectos ajenos a las voluntades comunitarias, sin impunidad ni bayonetas que esculquen entresijos y solapen matanzas irresueltas… Por primera vez la mayoría que dijo basta le abrirá paso a otra mayoría aún más acallada, aún más doliente; se percibe el empuje de quienes no se salvan por un pelito como en las novelas negras, de quienes no sobreviven por milagros divinos ni por casualidades oscuras sino porque son la sangre viva, la que carga más muertos y más muertas, la que busca desaparecidos y desaparecidas sin resignarse al olvido y a la extinción.