Artes visuales

- Germaine Gómez Haro | [email protected] - Sunday, 27 Aug 2023 08:46 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Joaquín Sorolla en su centenario luctuoso

 

Este año se conmemora el centenario del fallecimiento del pintor Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Madrid, 1923), uno de los más distinguidos artistas españoles de finales del siglo XIX y principios del XX, cuyo reconocimiento a nivel internacional lo colocó en el pedestal de la fortuna crítica y el éxito comercial, no nada más en su país natal sino también en Francia, Italia, Gran Bretaña y Estados Unidos. La magia de Sorolla se debió a su capacidad de plasmar como nadie la deslumbrante luz del Mediterráneo en escenas cotidianas y costumbristas en las playas del litoral español, paisajes, jardines y retratos, tanto de la alta sociedad como de las clases populares. Máximo representante de la corriente conocida como luminismo, que se enmarcó en el cambio de siglo y significó un avance hacia la modernidad en el ámbito peninsular, Sorolla conoció e investigó a fondo el impresionismo, pero su creación fluyó por un sendero propio, ajeno al de sus contemporáneos franceses y británicos. Sin proponérselo, Sorolla fue un artista moderno desde sus inicios, cuando rompió con las temáticas históricas y alegóricas que imponía la academia.

La faceta más conocida y celebrada del artista es su serie de pinturas en las playas del litoral valenciano, en las que vemos niños corriendo, chapoteando, jugando en una atmósfera plena de alegría y frescura, así como las mujeres elegantemente ataviadas que pasean a orillas del mar, y estampas costumbristas de los pescadores. La gran particularidad de estas composiciones es que logra plasmar el instante en movimiento como si se tratara de tomas fotográficas, quizás como consecuencia de su experiencia como aprendiz en un estudio fotográfico en su juventud. El color blanco con una infinidad de matices es el protagonista de muchas escenas en las que la luz se ve reflejada en las vestimentas, velas de las barcas y paños de telas. Así como cosechó el éxito internacional en sus viajes a París y, sobre todo, en Nueva York con la comisión que le hizo el magnate Archer Milton Huntington de pintar dieciséis lienzos monumentales para la Hispanic Society en 1911, en su momento también fue hostigado en su propia tierra donde se le señaló como un pintor superficial de escenas idealistas, teniendo en cuenta que en esos años todavía pesaba mucho la herencia de la pintura tenebrista y el espíritu melancólico de la llamada España Negra y la Generación del 98. Pero Sorolla pintó lo que quiso y como quiso, y el resultado es un corpus de más de 2 mil obras que dan cuenta de la originalidad y consistencia de una pintura que llevó la representación de la luz a sus últimas consecuencias; no obstante, también se interesó en explorar la contraparte oscura en su serie de pinturas negras, donde plasmó los conflictos sociales y la dureza de la vida de las clases populares, a la par de sus retratos de figuras de la burguesía y la aristocracia españolas donde el color negro hace alarde de solemnidad y elegancia a través de sus vestimentas y parafernalia. Tal es el caso de Retrato de Clotilde con su mantilla, donde percibimos una expresión sombría en el rostro de su mujer, que fue el gran amor de su vida, representada con un vestido negro profundo como la noche, quizás premonitorio del duelo que habría de vivir poco tiempo después de posar para esa impactante pintura cuando su marido sufrió el ictus que lo dejó hemipléjico y alejado de la pintura los últimos tres años de su vida.

España festeja a lo largo del presente año al máximo pintor de la luz con un impresionante programa cultural y más de una treintena de exposiciones en toda la península, Roma, Copenhague, Londres y Estados Unidos. Mientras que en nuestro país se comisionan obras a nuestros grandes artistas para enaltecer las portadas de los libros de texto gratuitos y luego se las echa al olvido… Los artistas y sus creaciones son nuestro mayor y mejor patrimonio, es inaceptable e indignante no tomarlo en cuenta.

 

Versión PDF