Bruno Taut en los Alpes: la arquitectura del sueño

- Alejandro García Abreu - Sunday, 15 Oct 2023 08:24 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Este año se conmemoran ochenta y cinco de la muerte del arquitecto y visionario alemán Bruno Taut (Königsberg, 1880-Ankara, 1938), a quien recordamos con este ensayo sobre su cuaderno de dibujo 'Arquitectura alpina', la obra “teórico-arquitectónica” más reveladora del artista.

 

Reconstruir los Alpes

El cuaderno de dibujo Arquitectura alpina –publicado originalmente por la editorial Folkwang en 1919– es la obra “teórico-arquitectónica” más significativa del arquitecto alemán Bruno Taut (Königsberg, 1880-Ankara, 1938). Taut reveló que “para explicar la discreción que caracteriza al proyecto de la reforma y reconstrucción de los Alpes, he trazado en otros dibujos la reconstrucción de la corteza terrestre y la construcción de las estrellas, cuyo resplandor ilumina […] esta sencilla ‘Idea de los Alpes’.”

Escribió sobre la primera guerra mundial, a la que se opuso radicalmente, en función de su cuaderno: “Esta obra, tan inmensa y alejada de todo lo que hasta ahora se denominaba arquitectura, no ha de tener ninguna finalidad práctica; su objetivo es despertar el gusto por la belleza, hacer que los pueblos manifiesten visiblemente su unidad y, gracias al ímpetu de la tarea, aunar la fuerza de voluntad de los hombres, de modo que no quepa la posibilidad de desviarse hacia la maldad. […] Pero mi pasión, las silenciosas horas de la noche, las consagro a la conclusión de ese gran trabajo, que va adquiriendo unos rasgos cada vez más nítidos ante mis ojos.” La idea plasmada en el cuaderno de dibujo fue “reconstruir” la montaña.

En la edición más reciente de Arquitectura alpina (Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2011), Eva-Maria Barkhofen –historiadora del arte, arqueóloga y etnóloga nacida en Essen– resaltó la importancia de la colaboración de Taut con el escritor y dibujante Paul Scheerbart, creador de la Arquitectura de cristal. Para Scheerbart sólo la arquitectura del cristal era capaz de elevar la esencia humana a un plano sideral. En Te quiero. Una novela ferroviaria con 66 intermezzos, libro publicado en 1887, planteó que el vidrio, el material de construcción más resplandeciente, debería constituir los hogares del mañana. Tras la muerte de Scheerbart en 1915, Taut extrapoló las perspectivas de su amigo sobre un mundo cristalino a su propia creación.

Taut fue uno de los representantes más notorios del expresionismo alemán. Buscó estados ascendentes de creación y de autonomía artística. Trabajó como arquitecto en Magdeburgo, creó edificios funcionales en Berlín, se trasladó a Moscú y, después, en Japón, quedó fascinado por el arte tradicional. Una de sus obras más célebres es la cúpula prismática del Pabellón de Cristal en Colonia para la Exposición de 1914. “La casa de cristal de las montañas tiene vida”, aseveró Taut sobre Arquitectura alpina en una carta de 1918 a su amigo Adolf Behne –enfermero en un hospital militar de Oranienburg–, según Barkhofen.

En su cuaderno Taut incluyó textos de aliento poético: “Casa de cristal en las montañas. Construida enteramente a base de cristal de colores, en la región de glaciares y nieves perpetuas. Devoción del silencio inefable. Templo del silencio.” Y lugo: “Entre un mar de nubes, destacan pilares y arcos de cristal verde esmeralda por encima de la cumbre nevada de una alta montaña. Arquitectura del armazón, del espacio abierto al universo.” Y concluye: “Estrellas/ Mundos/ Sueño/ Muerte/ LA GRAN NADA/ LO ANÓNIMO.”

 

La salvación a través de la arquitectura

Barkhofen recuerda que a inicios de 1918 se percibe en las cartas de Taut el temor progresivo a tener que ir al frente. Behne estaba gravemente intranquilo por el “al parecer, notorio” anuncio del suicidio de Taut, a quien Behne le escribió: “Querido hermano, querido y único hermano: Tu carta de hoy me ha llegado al corazón como un mazazo. No me hables de morituri. ¿Acaso te has olvidado por completo de mí? No huyas, quédate; es demasiado pronto para huir, Bruno. Me harías un daño terrible. […] Si tú no construyes, yo sería un teórico estrafalario.” Reflexiona sobre el suicidio en esos términos.

Cinco días después, Taut le contestó en un estado de ánimo disímil, casi optimista. Alude a la muerte voluntaria: “De repente tuve un destello: ventisca, glaciares, nieve, palacios de cristal, valles, montañas: todo arquitectura. Y sentí la arquitectura alpina en mis venas. Entonces percibí con claridad que [si me suicidaba] mataría algo que está brotando en mí y que pertenece a este mundo nuestro. A cambio he de aceptar todos los sufrimientos. […] Morir es más bello (¡cuánto amo todavía la felicidad de la nada!), pero soportemos la vida mientras podamos, o hasta que sienta con toda claridad que aquí ya no tengo nada que hacer.”

Para Eva-Maria Barkhofen la carta permite ver la insondable destrucción anímica de Bruno Taut. Pienso que la elaboración de la idea sobre una “arquitectura alpina” disipó la tendencia suicida que detectó Behne. Una visión arquitectónica evitó que un hombre se quitase la vida

 

 

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