Ésos son los imprescindibles
- Fernando Reyes Trinid* - Sunday, 19 Nov 2023 10:20
A Martha,Tania y Aura
Este hombre cambió mi vida. Lo leí, en fotocopias, en la Prepa 9, gracias a otro maestro que me marcó a mis pueriles catorce años. Esa influencia me llevó a estudiar Filosofía, donde compré con mucho esfuerzo y pasión uno de mis primeros libros que comenzó a nutrir una incipiente biblioteca existencial: Filosofía de la liberación. Sus clases se abarrotaban de jóvenes estudiantes idealistas, utópicos, aguerridos y uno que otro curioso. Viernes a las nueve de la noche, escuchábamos al exiliado (que escribió su primer libro custodiado en plena dictadura argentina) hablar sobre Fernández de Oviedo, quien cuestionaba si los indios tenían alma. Un perro ladraba en el momento de la cátedra y el filósofo nos preguntaba: “¿Ustedes creen que detrás de ese triste aullido hay un alma?” Luego vino una huelga, de ésas con intereses más políticos que sociales y, mucho menos, académicos. De ahí salió el tristemente célebre Fernando Belaunzarán, cuya trayectoria de traidor algunos conocemos. Yo mismo me enajené con el tipejo. Después que terminó la huelga –desanimado y con crisis existenciales, no recomendables para estudiar fenomenología, ontología o lógica–, gracias a la que años después fue la madre de mis hijas, regresé a la Facultad pero ahora a estudiar literatura.
Admiré su coherencia, su humildad, su amor a la sabiduría y a la libertad. Él hace sesenta años ya estudiaba la inclusión, los pueblos originarios, el antisemitismo, la migración, las luchas de la mujer, las periferias versus el eurocentrismo. No he conocido en vida a un hombre que haya estudiado con tanta seriedad. Conocía muchas lenguas, incluyendo el hebreo. Podía leer de Nezahualcóyotl a Goethe, de Dostoievsky a Rumi, los Salmos o a Kant y Hegel en su lengua. Él mismo corregía las traducciones que le hacían al alemán, pues el hombre quizá fue más valorado en los círculos académicos de Europa que en la Facultad de Filosofía y Letras. Los exquisitos lo veían con curiosidad, por no decir desdén. O por sus huaraches, por su desaliño, por su sapiencia marxista, por su rectoría en la UACM, respeto en la UAM, o por su filiación clara con la 4T. Amaba verlo con su metro noventa, paso firme, pecho erguido, portafolios y bolsas llenas de libros, atravesando esos pasillos donde, con la palabra y un cigarrillo, algunos cambiaban el mundo con citas deslumbrantes. Él y sus pocos seguidores saben que Levinas tomó, sin crédito, los postulados epistemológicos de la otredad, originados por nuestro filósofo, quien estuvo a la altura de sus contemporáneos Boaventura de Sousa, Bolívar Echeverría, Xavier Zubiri, Luis Villoro, entre otros paradigmas de Iberoamérica libre.
Yo que no tuve padre, me duele cuando parten los hombres que me enseñaron a pensar, luego entonces a sentir y, por consecuencia, a actuar. Enrique Dussel murió casi con noventa años. Hay hombres que se entregan al estudio, a la docencia, a la otredad y a la liberación toda la vida, ésos son los imprescindibles.
Fernando Reyes Trinid* Profesor, psicoterapeuta, antologador. Ha publicado novela, La filósofa, la jinetera y el Comandante; cuento, Cómo deshacerse de príncipes azules; poesía, El pez goloso de tu lengua, y ensayo, Escribir desde dentro, entre otros.