Bemol sostenido
- Alonso Arreola | Redes: @Escribajista - Saturday, 02 Dec 2023 21:55



Nos invitaron a la premier pero no pudimos ir. Una lástima. Teníamos ganas e interés. El documental Canción que quema trata de la grabación de un disco de rock. De la grabación de un disco de rock de un grupo de amigos. De la grabación de un disco de rock de un grupo de amigos que tienen una banda relevante en el panorama de la música mexicana. Una banda llamada San Pascualito Rey, formada en Satélite hace veintitrés años. Una banda que ha cambiado su composición en varias ocasiones, pero que siempre ha entregado grandes frutos aéreos.
Vale decir, para quien no la conozca, que desde su debut discográfico, Sufro, sufro, sufro, San Pascualito ha perfilado un carácter original en donde la psicodelia, la música de raíz y la inteligencia lírica se montan en una crudeza que sabe vestirse de sofisticación. Así como lo lee, lectora, lector.
Y bueno, decíamos que nos invitaron a su premier, pero no pudimos asistir. Empero, pronto y amablemente recibimos una liga para ver el documental en línea. Estas palabras intentan reflejar nuestra impresión sin caer en molestas anticipaciones que lo hagan enojar. Ojalá pueda verlo pronto. A nosotros nos parece relevante, primero, porque su edición y narrativa visual resultan impecables. Llama la atención que, sin tener suficiente pietaje, el grupo y sus productores conquistaran una cumbre tan ambiciosa. La de su crisis interna (no la primera) que los lleva a una transformación forzada por la casi destrucción.
En ese mismo campo de batalla, íntimo y detallado, encontramos lo otro que nos gusta: su naturaleza universal. Así es. Las vicisitudes que revela podrían ser las de cualquier otra banda que persiste bajo un liderazgo errático. Porque de eso va el asunto; de una revelación que tiende a repetirse en toda latitud del globo y en toda fecha del calendario. El curioso balance que entre lo positivo y lo negativo ofrece su líder mientras pelea con los propios demonios e inseguridades.
Ello ocurre en el período en que San Pascualito grababa un álbum en estudio, decíamos. El sexto de su carrera: Todo nos trajo hasta hoy (2017). Un trabajo para el que vincularon su inspiración con la experiencia del talentoso y reconocido productor Camilo Froideval, mientras su baterista y contraparte estético-emocional, Luca Ortega, abandonaba el proyecto.
Por alguna razón ajena a la presentación extemporánea que ahora hace, el grupo decidió filmarse en momentos de ensayo, grabación y conversación de tensa especie. Tal vez deseaba que las cámaras fungieran como una cura para las heridas que venían sangrando por accidentes (de automóvil y amistosos). Sin embargo, las consecuencias de tal registro fueron muy distintas. Lo que no importa, pues en la pantalla vuela una demostración fundamental: no hay proceso creativo, que sea verdadero y honesto, del cual se salga ileso. (En lo personal siempre hemos creído que las buenas bandas están destinada a la autodestrucción. Las que duran son proyectos solistas o duetos disfrazados.)
Echando luz sobre otros aspectos, no entendemos la ausencia de ciertos nombres y personas importantes para la vida del conjunto; de testimonios que no se circunscribieran a la toxicidad interna. En los momentos en que el filme escapa de la grabación del disco en cuestión, las aproximaciones y reflexiones biográficas lo ameritarían. Verbigracia: no vemos a los miembros que actualmente conforman el grupo. Músicos con peso específico en su huella futura. Nos parece que precisamente hacia el cierre del documental, reforzando los incontables aciertos hilativos, su aparición hubiera sido no sólo justa sino también efectiva para comprender “desatinos” o exhibir una evolución evocadora. En fin. Aquí paramos. Lo que cada grupo vive es territorio vedado para la conciencia ajena, aunque parezca compartirlo. Su incendio arroba, pero no nos quema. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.