Bemol sostenido

- Alonso Arreola | Redes: @Escribajista - Sunday, 14 Jan 2024 10:44 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Instrucciones para “llorar”

 

Dice Julio Cortázar en su “Manual de instrucciones” (Historias de cronopios y de famas): “Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.” Es apenas un fragmento de lo que el genial escritor argentino escribiera en el año 1962, mucho antes de que una inteligencia artificial pudiera… ¿imitarlo?

A ver. Esto hizo Chat GPT, la más famosa de las inteligencias artificiales, cuando le pedimos que escribiera a la manera de Cortázar, específicamente, otras instrucciones para llorar: “En la penumbra de tus días grises, abre las ventanas de tus ojos al viento de la tristeza. Sumérgete en el laberinto de recuerdos, deja que las palabras no dichas se conviertan en lágrimas.” También es un segmento (el mejorcito, aunque no lo crea, lectora, lector).

Parece claro que el verdadero Cortázar, en pocas palabras, alcanza una originalidad provocadora y evocadora mientras que lo hecho por GPT es, básicamente, una mierda. Y sí. Ya sabemos que se trata de inteligencia generativa, lo que implica un autoaprendizaje prometedor con vistas al futuro. Nosotros mismos hemos usado esta herramienta en un proceso creativo interesante y satisfactorio. Pero hay que decirlo: mientras se “perfecciona” y aprendemos a “dialogar” con ella, sus primeros pasos son los de un bebé monstruoso.

¿Por qué volvemos a este asunto el día de hoy, embarrando al pobre de Julio Cortázar? Porque finalmente sucedió: Microsoft ha lanzado Suno.AI, una inteligencia artificial que “compone” canciones con música “al gusto” y letras a propósito del tema que desee el usuario. El costo de su versión Beta es “cero” (o sea: nuestra información al servicio del marketing digital). Sólo hay que registrarse para poder “crear” dos o tres “canciones” al día.

¿Se fija que poco a poco debemos llenarnos de comillas y entredichos? ¿Qué pasa cuando esta posibilidad llega a las manos de quienes llevan dos décadas bailando reguetón? ¿De quién aprende entonces la tecnología? ¿Bajo qué parámetros encumbra sus certezas un software para luego entregarlas como verdad incuestionable? ¿Le parecemos paranoicos? Nos fascinan los avances en tímbricas, instrumentos, efectos y lenguajes. Es parte de la naturaleza musical. No nos asustan las premoniciones sobre el dominio de “las máquinas”. Sólo reflexionamos sobre algo simple, peligroso en otro sentido.

Así como GPT entrega una porquería al pedirle que escriba como Cortázar, Suno.AI compone una basura cuando se le dan instrucciones erráticas a partir de la ignorancia. Ejemplos: en numerosas ocasiones se confunde entre rock, pop o trap (ya no digamos entre étnico y folclórico o entre jazz y blues); no varía las formas estructurales; fuerza las rimas y longitudes líricas; tropieza con los ritmos armónicos; elonga melodías innecesariamente; comete todas esas faltas y, claro, escribe letras insulsas.

Dicho lo anterior, sí, es asombroso lo que consigue siendo un programa. No se puede negar. El reto colectivo es que estos parámetros dejen de ser paupérrimos. ¿Cómo contribuir a ello? Para empezar cuidando nuestra forma de dar, precisamente, instrucciones. Tendremos que revalorar la imaginación y destreza de Cortázar o Bach. Recibiremos el valor de lo que entreguemos. Pura alquimia. Asimismo, habrá que presionar a quienes programan algoritmos y babean con el monetizado entretenimiento de una inteligencia artificiosa, lejos del arte.

Leído lo anterior, meta un pie en esta piscina: Futuretools.io, allí encontrará treinta y cuatro categorías de herramientas artificiales. Dentro de la etiquetada como “música” verá setenta y cinco inteligencias relacionadas con la producción musical. Elija Suno.AI. Escriba su petición sonorosa. Escuche llorar a su retoño. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.

 

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