Giorgio Agamben y Juan Bordes: arquitectura, Historia y juego

- Alejandro García Abreu - Sunday, 18 Feb 2024 10:48 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
En este ensayo se abordan las reflexiones del pensador italiano Giorgio Agamben (Roma, 1942) y las del doctor, arquitecto y artista plástico español Juan Bordes (Las Palmas de Gran Canaria, 1948), quienes han analizado los vínculos entre las manifestaciones lúdicas, el estudio de la historia en función de la niñez y la arquitectura como disciplina partícipe de la infancia. Para Bordes, construir es un impulso originario: el surgimiento de las cajas de construcciones fue la realización con la que se encauzó la edificación como parte esencial de la infancia. Por su parte, Agamben plantea que de los símbolos de la iniciación resultan los juguetes, y sostiene que el juego es esa relación con los objetos y los comportamientos humanos.

 

A Luna

 

La niñez y la historia

William Wordsworth escribió que “el niño es el padre del hombre”. Evoco la historia de los juguetes y releo a Giorgio Agamben (Roma, 1942) –uno de los más importantes pensadores de los siglos XX y XXI–, quien en su juventud asistió a los seminarios de Martin Heidegger. Fue director de programa en el Collège International de Philosophie de París y profesor de Iconología en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia.

Agamben es autor de libros como El poder soberano y la vida desnuda (1995), Lo que resta de Auschwitz (1998), Infancia e historia (2001), Idea de la prosa (2002), Lo abierto (2002), Estado de excepción (2003), Profanaciones (2004), La potencia del pensamiento (2005), ¿Qué es un dispositivo? (2006), El Reino y la Gloria (2007), Signatura rerum (2008), El sacramento del lenguaje (2008), Desnudez (2009), El misterio del mal (2013), Pilato y Jesús (2013), El uso de los cuerpos (2014), Stasis (2015), La aventura (2015), ¿Qué es la filosofía? (2016), ¿Qué es real? (2016), Karman (2017), Autorretrato en el estudio (2017), Creación y anarquía (2017) y ¿En qué punto estamos? La epidemia como política (2020). Diversos libros suyos forman parte del proyecto Homo sacer. Adriana Hidalgo publica sus libros en español.

Para Agamben, la infancia está vinculada con el pasado mítico de la humanidad. En el apartado “Infancia y misterio” –perteneciente a Infancia e historia. Destrucción de la experiencia y origen de la historia (traducción de Silvio Mattoni, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2004)– expresa que entre los símbolos de la iniciación figuran los juguetes, y en el ensayo titulado “El país de los juguetes. Reflexiones sobre la historia
y el juego” –incluido también en Infancia e historia y que alude a la novela Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi– asegura que todo es susceptible de convertirse en un juguete. Expone que “aquello con que juegan los niños es la historia y […] el juego es esa relación con los objetos y los comportamientos humanos.” Plantea que “los niños custodian en los juegos y en las fábulas el mundo mítico”.

Agamben hace una traducción aventurada de Heráclito: “la historia es un niño que juega”. Infiere que el país de los juguetes diseña la topología utópica del país de la historia. La apropiación y metamorfosis en el juego se puede efectuar mediante la miniaturización con respecto a objetos que todavía pertenecen al ámbito del uso: un auto o una cocina eléctrica se transfiguran, gracias al proceso de la miniaturización, en juguetes.

“El juguete es una materialización de la historicidad contenida en los objetos”, escribe Agamben. Para el pensador italiano los juguetes y los objetos rituales requieren comportamientos análogos. “La infancia del hombre –con la que anteriormente hemos identificado el origen de la experiencia y de la historia– adquiere entonces su sentido.” Percibe “la verdad de la infancia como dimensión original del hombre”. Piensa en una niñez –“como eterna guardiana de lo que merece sobrevivir”– custodiada junto con el juego y la fábula.

El escritor romano concluye: “La experiencia es el mysterion que todo hombre instituye por el hecho de tener una infancia.” Babel es “el ingreso en el balbuceo de la infancia (cuando el niño, según dicen los lingüistas, forma los fonemas de todas las lenguas del mundo), es el origen trascendental de la historia. En este sentido, experimentar significa necesariamente volver a acceder a la infancia como patria trascendental de la historia.”

 

Infancia y construcción

El anhelo de levantar construcciones es parte de lo que nos constituye. Acumular material, apilarlo, jugar, construir, edificar, son ideas que comienzan a temprana edad. Para Juan Bordes (Las Palmas de Gran Canaria, 1948) –doctor arquitecto, escultor y coleccionista–, al escribir sobre los juguetes y su historia, siempre está al acecho el recuerdo idealizado del mundo de nuestra infancia. Cuando se traslada al pasado, amalgama la congoja generada por su distancia con el gozo de reavivarlo.

Bordes ha publicado volúmenes como La figura en la luz (1984), Introducción al Tratado de anatomía exterior de Domingo Antonio de Velasco (1987), La figura. Teatro y paisaje (1991), Libro de fisonomía o Breve historia de las ciencias del rostro ilustrada con modelos realizados por el autor (1993), Los manuales del manual. Bifurcaciones del dibujo (2001), Historia de la figura humana. El dibujo, la anatomía, la proporción, la fisiognomía (2003), La infancia de las Vanguardias (2007), Historia de los juguetes de construcción. Escuela de la arquitectura moderna (2012) y Juguetes de construcción. Escuela de la arquitectura moderna (2016).

En Juguetes de construcción. Escuela de la arquitectura moderna (Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2016), Bordes narra un pasaje histórico sobre la unión de juego y arquitectura. Sin ser el pionero, el fabricante Charles Martin Crandall (1833-1905) fue quien representó cabalmente el inicio de una línea de juguetes constructivos diferentes de los que se basan en el apilado de las piezas. Producía equipos para criquet. Las cajas que usaba para el embalaje fueron fabricadas sin clavos. Se utilizaron tablas de madera que encajaban en las esquinas con bordes dentados. Durante la convalecencia de sus hijas, enfermas de escarlatina, les obsequió un conjunto de estas tablillas para sus juegos. Las ensamblaban para realizar edificaciones. Patentó las construcciones con el nombre de Crandall Blocks. La compañía estuvo presente en la Centennial Exhibition Philadelphia de 1876 con una colosal construcción realizada con las piezas de los Crandall Blocks.

Sobre la formación arquitectónica, Bordes asevera que se repiten diversos testimonios de profesionales que implican su educación infantil en su vocación durante la adultez. Recurre a Pensar la arquitectura (2010) del arquitecto suizo Peter Zumthor (1943). Explica muchas de sus ideas a través de sus recuerdos de infancia. Dice que “las raíces de nuestro entendimiento de la arquitectura están en nuestra infancia, en nuestra juventud: residen en nuestra biografía.”

En los casos de Hermann Finsterlin (1887-1973), Bruno Taut (1880-1938), Wilhelm Kreis (1873-1955), Josef Hoffmann (1870-1956), Kazimir Malévich (1878-1935) y Ladislav Sutnar (1897-1976), los juegos de sus infancias se relacionaron con el quehacer artístico. Desde las primeras décadas del siglo XX, distintos arquitectos y artistas plásticos unidos a las vanguardias diseñaron juguetes de esa naturaleza como un gesto de agradecimiento a sus predecesores.

Walter Gropius (1883-1969), creador de obras inaugurales de la arquitectura moderna, ponderó las cajas de construcciones de los Anker Steinbaukasten, que tuvieron éxito en el mercado mundial de estos juguetes desde las postrimerías del siglo XIX. Fueron, afirmó, los juguetes más apreciados de su infancia. Bordes evoca al historiador del arte alemán y pedagogo Paul Hildebrandt (1870-1948), que en 1904 propuso que “los juegos de construcciones deben servir para formar el gusto, hacer de introducción al arte arquitectónico y mostrar sus diferentes estilos; lo cual es útil para los niños y, desde ese punto de vista, necesario para los jóvenes que estudien la arquitectura”.

Para Juan Bordes construir es un impulso originario. El surgimiento de las cajas de construcciones fue la ejecución con la que se encauzó un impulso inherente a la infancia: “desde siempre, niñas y niños han jugado a construir, distribuyendo objetos y materiales a su alcance”. Cita a Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827): “La mayoría de los niños intentan construir algo a imitación de un edificio con los materiales que logran tener a mano. Este deseo que es natural en ellos, no debe ser olvidado.” El constructivista checo Ladislav Sutnar desarrolló diferentes actividades como artista plástico y diseñó juguetes con los que pretendía lograr una educación visual de la niñez.

“Estoy seguro de que en la compleja estructura de la educación, estos juguetes seguirán encontrando su lugar, pues el objetivo de desarrollar una mente creativa y estructurada arquitectónicamente es deseable y útil para todas las profesiones”, manifiesta Bordes. La gran colección de cajas de construcción del escultor satisface su muy profunda vocación didáctica, dice el arquitecto y artista plástico Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939), y prosigue: “El niño intuye que su casa, la ciudad y su caja de piezas de construcción forman continuidad y cuando mira alrededor, comprende que el mundo que acompaña su vida cotidiana es, en el fondo, un agregado de cosas semejante a lo atesorado en su caja. El niño interviene con sus piezas en ese mundo.”

Suscribo los escrito por el arquitecto Juan Miguel Hernández León (Málaga, 1945): “Cerramos el círculo: el que reúne la construcción como estrategia experimental de las vanguardias, con la condición del juego, un juego que representa, y en ese representar, le concede la condición ontológica de lo estético.” Pienso que sin las manifestaciones lúdicas la infancia desaparecería. Enaltezco el juego como parte primordial de la creación y del desarrollo intelectual. Todas las manifestaciones aludidas son juegos sumamente serios en el mundo del arte.

 

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