Disturbios del sistema binario (seis poemas inéditos en español)

- Valerio Magrelli - Sunday, 25 Feb 2024 09:05 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
En 2006, el poeta italiano Valerio Magrelli (Roma, 1957) presentó 'Disturbios del sistema binario', título centrado en un marcado contraste temático. De hecho, en el libro destaca una clara oposición entre la primera parte, abierta a las más variadas solicitaciones de la crónica, y la segunda, que se resuelve íntegramente en el ámbito doméstico. Más tarde, a modo de conclusión, se encuentra un apéndice que intenta formular una reflexión global: en un mundo atormentado por los abusos públicos y privados, el genocidio y el fratricidio, estos poemas pretenden rastrear los macro y los microconflictos hasta una raíz común, hasta una patología cognitiva que los explicaría en términos de “disturbios del sistema binario”. Tras haber extendido el radio de las consideraciones a la esfera política y social (En la tribu), tras haber descrito el margen de extraterritorialidad residual en el que aún parece posible ejercer sentimientos humanos no destructivos (La buena voluntad), el autor trata de comprender la banalidad del Mal mediante un reconocido test perceptivo basado en la ambigüedad de la imagen (El individuo pato-liebre). Y, mientras la escritura adopta la forma de un tratado, el lector puede asistir a una instructiva como desoladora confrontación entre las ilusiones del sujeto y la vulnerabilidad de su mundo. Agradecemos la generosidad de Jordi Doce, quien nos permitió la publicación de esta pequeña muestra.

 

La guace

 

I.

 

Agua salobre, ni dulce ni salada,
pero salada y dulce.
Esto es lo que ocurre cuando los ríos
de la guerra y la paz
desembocan en un mismo pantano,
en un estancamiento de vida
infestado de muerte,
en una efervescencia de muerte
contaminada de vida.

 

II.

 

La puerta del Templo de Jano
se convirtió en la de Duchamp,
abierta y cerrada al mismo tiempo:
ya no sirve para mantener a los monstruos fuera,
pero tampoco para recibirlos.

 

Nota. Llámese “guace” a la confusa combinación de guerra y paz característica de nuestra época.

 

 

 

La sombra

 

 

Domingo por la mañana,
me despierta la voz
de mi hija, que grita
desde la cocina, preguntándole
a su hermano
si, efectivamente, la Bomba,
cuando estalle,
dejará la sombra
de un hombre sobre la pared.
(No de “un hombre”:
“del hombre”, dijo). Él
asiente,
yo me giro dentro de la cama.

 

 

 

Higiene y teodicea

 

Transcurre bajo el silencio la polémica

acerca de la necesidad de verificar

que las hostias consagradas están en regla

conforme a las normas vigentes en materia

de los productos alimenticios:

“Dios no está muerto.

Es sólo que caducó.”

 

 

 

Imagen de la poesía

 

Un padre es un ser sagrado, un rey

S. Bellow

 

Un padre […] es un mal necesario

J. Joyce

 

 

Es una imagen de la poesía la figura
paterna que se alimenta de mí,
¿la solitaria que devora mi vida desde dentro?
Imagen de la poesía es la figura
de mi hijo, que bebe inclinado
hacia el grifo, levantándose
sobre un pie, mientras la otra pierna,
prodigio de la estática,

se balancea estirada en el aire, un contrapeso
mágico para equilibrar su sed.
¡Ojalá yo tuviera su gracia
para equilibrar el hambre
de los que dentro de mí
sobresalen y me desgarran!

 

La infancia del oficio

 

Observa a esa niña
que está aprendiendo a leer:
extiende los labios, se concentra,
tira de una palabra, luego de otra,
pesca, y la voz hace de caña,
tensa, se curva, arranca
lanzando estas letras
ahora suspendidas en el aire
brillando
en el sol de la pronunciación.

 

 

 

Para una niña de seis años que no puede dormir

 

Te imagino como una Laika en órbita en el cielo deshabitado,

pero cachorro de la oscuridad, satélite, cuerpo astronómico
palpitando solitario en el universo devastado
del sueño.

Tienes los ojos abiertos en la noche,
iluminados por pensamientos que no son tuyos
y te mantienen despierta
arremolinándose.

Solitaria en la elíptica,
peluche astral,
preguntas
cómo se hace para desaparecer.

Pero te quedas y atraviesas la noche cuidándome,
perpleja, inconsciente, rendida a una fuerza que es más grande
que tú, al faro que te ilumina desde el interior y que me ciega
para guiarme en el sueño.

 

 

Versiones, nota y selección de Roberto Bernal.

 

 

Versión PDF