Tomar la palabra

- Agustín Ramos - Sunday, 25 Feb 2024 09:29 Compartir en Facebook Compartir en Google Compartir en Whatsapp
Por una democracia sin bicicletas

 

Era una apología a López Portillo por su tercer informe. “Parteaguas sexenal”, creo que era el título. Yo no podía creer que Aguilar Camín escribiera algo tan arrastrado. Quise hablar al unomásuno para alertar sobre el error que ningún favor le haría a uno de sus articulistas estrella, pero alguien que lo conocía bien profetizó que cuando en México hubiera un golpe de Estado, Aguilar iba a ser el secretario de Educación Pública. A casi cinco décadas, esa profecía sigue vigente y relativamente cumplida. Porque en 1988, cuando Salinas de Gortari perpetró lo que Cuauhtémoc Cárdenas llamaría un golpe de Estado técnico, dos bandas se carrancearon el botín del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, un nuevo ministerio que sacrificó, entre otros, a los institutos de bellas artes y de antropología e historia, en aras de la modernización. Una de esas pandillas era la de Octavio Paz y por tanto la otra, a cuya cumbre ya se había trepado Aguilar Camín, no podía ser sino de izquierda. Y de ahí pal real...v

Aunque nadie le dispute el puesto de Presidente de la República de las Letras Light, a Héctor Aguilar Camín le tocó, qué le vamos a hacer, el segundo lugar ante el otrora omnímodo poder presidencial; diez pasos atrás de Paz y, tras morir éste, un escalón abajo del sucesor bastardo; así que debió conformarse con la vicepresidencia de la Aduana Cultural de Todo México. Dicho editorialmente, Nexos siempre ha tenido menos caché, couché y circulación que Letras Libres, porque para cualquier modalidad del narcoprianismo siempre ha de ser preferible la cucaracha envidiosa que el mosquito bobo, el gólem de Berlín que el teporocho de Chetumal. Y si bien la victoria electoral de López Obrador forzó la complicidad y quizás hasta el afecto (¿cómo olvidar el gesto gallardo de Krauze y sus 450 notables cuando el SAT detectó una maroma de Aguilar Camín?), bien dice el dicho que aunque sean del mismo barro no es lo mismo bacín que jarro. Entonces, pues, mientras Aguilar apenas logró ser funcionario de casilla en las elecciones de 2021, Krauze obtuvo en 2024 los mejores reflectores durante el mitin electorero de la autodenominada Sociedad Civil y sus logotipos rosa estampados con cargo a USAID y demás litiolovers

El número estelar de ese acto cívico, con el emérito árbitro Córdova, fumigó hasta el último germen de imparcialidad enquistado en lo más recóndito de la Femexfut e hizo añorar la incendiaria oratoria de Beatriz Pagés y el involuntario humor del santo patrono de la democracia neoliberal, José W el Bautista. Y resultó innecesario que los concurrentes hicieran profesión de fe ciudadana o enarbolasen pancartas con la leyenda “Xochilt (sic) no se toca”, no sólo porque los bots disléxicos no asistieron al mitin, sino porque la misma Xóchitl Gálvez, al justificar su inasistencia al mismo, confirmó su calidad de producto desechable, elaborado bajo las normas de calidad propias de Kimberly México y lanzado al mercado electoral con bombos y platillos, montajes y paparruchas, zanqueras patéticas y payasos grotescos. Aparte, por si algún ingrediente partidista faltara en el apartidista mitin, el máximo dirigente del PAN creyó justo y necesario hacerse notar en pleno Zócalo, el lugar mismo de los hechos. En cambio, quien no la regó tanto fue el autor de Por una democracia sin adjetivos, pues sólo equiparó la manifestación de este 18 de febrero con las de 1968. ¡No nos detendrán!, escribió Krauze henchido de juventud, tal vez ignorando que Claudio había dicho que la marcha siempre no/ y que las habituales bicicletas de los domingos no significarían el terrible obstáculo puesto a propósito en Reforma por la deriva autorietcétera/

 

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