Arte rupestre en México: una instantánea
- Víctor Mandrago - Sunday, 03 Mar 2024 10:54



Al escuchar “arte rupestre” nuestra mente nos acompaña lejos de tierras mexicanas. Algunos pensarán en las famosas pinturas grabadas en las cavernas de Altamira, España, o de Lascaux, en Francia. Sin embargo, para sorpresa de muchos concurrentes a este paseo, México también es rico en este tipo de arte.
Antes de continuar la caminata es necesario aclarar, para no movernos en senderos nebulosos, que nos referimos a este arte cuando hablamos de pinturas o petrograbados que aparecen en cavernas y rocas en varias épocas de la historia de la humanidad, e incluso antes de la aparición del llamado Homo sapiens. De este arte, algunos de los registros más antiguos que se conocen son las expresiones de más 35 mil años que se localizan en los actuales territorios de Sudáfrica, Indonesia y Australia.
Si movemos los binoculares se aprecia que, en nuestro continente, la gráfica rupestre está en varios países de América. Por ejemplo, Estados Unidos, México, Cuba, Venezuela, Colombia, Brasil, Perú, Chile o Argentina. Hasta el momento, parece, las manifestaciones más añejas son las que se encuentran en Chirimbique, Colombia, y Minas Gerais, Brasil, con una antigüedad aproximada de 20 mil y 10 mil 500 años, respectivamente.
En tierras mexicanas las pinturas más longevas se localizan en el estado de Baja California Sur. Unas están en un lugar llamado La Pintada y otras en la Cueva de San Borjitas. Las primeras están fechadas con más de 8 mil años y las segundas con más de 7 mil.
A manera de instantánea podemos decir que el arte rupestre “mexicano” se localiza en varios estados de la república, incluida Ciudad de México. En general, se caracteriza por representaciones de figuras humanas, de fauna (terrestre y marina) y formas geométricas vinculadas con fenómenos astronómicos, así como las relaciones de aquellos hombres y mujeres con la vida, la muerte, sus pasiones, sus miedos y pensamiento.
El rojo, el negro, el blanco y el amarillo, son, en el caso de las pinturas, los pigmentos que resaltan en gran parte de estas creaciones. En ellas se pueden apreciar venados, perros, serpientes, mantarrayas, tortugas, pelícanos, pulpos, soles, lunas, estrellas, cuerpos celestes o formas abstractas en espirales o líneas. Además, dada su importancia algunos de estos sitios ya están catalogados por la UNESCO, en la lista de patrimonio cultural de la humanidad; es el caso de las pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco, en Baja California Sur. Se sabe, por su calidad de ejecución, que están entre los cinco conjuntos de arte prehistórico más importantes del mundo, a la par del Tassili n'Ajjer, argelino.
Otro lugar que resplandece en este horizonte son las Cuevas de Mitla y Yagul, en Oaxaca. En esta zona existen cavidades con expresiones prehistóricas y abrigos rocosos donde se ha descubierto restos de ocupación humana que, según el INAH, se remontan a 12 mil años de antigüedad. El sitio ya ostenta la categoría de Paisaje Cultural de la UNESCO.
Hay más. En el estado de Sinaloa se encuentra Las Labradas, un sitio de petrograbados con más de setecientas figuras en rocas basálticas en la playa y a cielo abierto. Para el arqueólogo Joel Santos, este es un sitio consagrado al solsticio de verano, posiblemente desde la época arcaica hasta los períodos prehispánicos y, quizá, es el santuario rupestre más antiguo del continente. El lugar está en la lista indicativa de la UNESCO.
Un rasgo importantísimo de esta gráfica mexicana son sus diferentes momentos de aparición en la línea del tiempo de nuestra historia. Gracias a conocedores como la arqueóloga María de Pilar Casado, hoy sabemos que estas expresiones van desde los grupos cazadores-recolectores, agricultores incipientes, pasando por sociedades vinculadas a las culturas mesoamericanas, hasta llegar a tiempos más recientes.
Como en cualquier terracería, nunca falta una piedra en el zapato. Quizá por la ignorancia de nuestra historia más remota o por la existencia de manifestaciones artísticas monumentales, en lo que el antropólogo Paul Kirchhoff nombró Mesoamérica (Teotihuacán o Chichen Itzá, por ejemplo), el arte rupestre en México aún no alcanza el grado de importancia, cuidado y promoción que merece. Además, aunque en algunos casos esta gráfica se encuentra en paredes y techos de abrigos rocosos de difícil acceso, y gracias a la naturaleza y al clima su estado de conservación es bueno o regular, en otros, por su cercanía con la población, padecen la agresión de representantes destacados de la estupidez.
Como el paseo casi termina, a manera de recuerdo va una idea: es urgente defender este arte, por vías autogestivas e institucionales, ya que no sólo es parte de los tesoros culturales de México, también es una porción de la evolución y la lucha, íntima y exterior, de la humanidad para sobrevivir, como especie, en este planeta y hogar llamado Tierra.